EL SANTO CÁLIZ
DE LA CENA (SANTO GRIAL)
VENERADO EN
VALENCIA (y XI)
José Sanchis y
Sivera
(Canónigo de la
Catedral de Valencia)
Valencia 1914
CAPÍTULO X
Abandono de los
valencianos. —
Lo que debiera
hacerse. —
Una iniciativa
muy factible. —
Honor á la sagrada
reliquia. —
Con sentimiento
consignamos que el santo Cáliz no es venerado en Valencia como se debe. No nos
atreveremos á decir que ello constituya una falta grave en lo que se refiere
á la fe religiosa, pero sí lo es en lo que respecta al amor á nuestras venerandas
tradiciones. Su culto debiera constituir un acto indispensable al sustento de
nuestro espíritu, por ser una fuerza evocadora de grandezas y recuerdos de
otros tiempos. La invariabilidad de los principios y conducta de la Iglesia de
no privar á las antiguas reliquias del culto acostumbrado, mientras no se
pruebe su falsedad con argumentos ciertos y evidentes, parece que sea una
condenación de la indiferencia con que miramos á la sagrada reliquia. Así se
deduce de los decretos de las sagradas Congregaciones de Indulgencias y de
Ritos que ordenan siga dándose culto á las reliquias antiguas.
El obispo de
Acireale propuso á la S. C. de Indulgencias, la siguiente cuestión:
Sunt plures reliquiae in pretiosis argenteis
thecis inclusae, fere in omnibus ecclesiis Dioecesis, etsi pauperrimis, quarum
authenticae non habentur nec notitia habetur eas olim extitisse, nec tempus
cognocitur a quo illae reliquiae possidentur... Magna tamen pietate a populis
coluntur, ita ut nequeat sine scandalo hic cultus prohiberi. Cum igitur
antiquissime sint, ita ut ipsa antiquitas possit constituere argumentum
suficiens ad certitudinem moralem gignendam et apud omnes in maxima semper
fuerint et sint veneratione, opinatur Episcopus orator huiusmodi cultum permitii
posse: ad omnem tamen anxietatem tollendam implorat quoad hoc judicium S. V.
Dicha S.
Congregación, en 20 de enero de 1896, contestó:
Reliquias antiquas conservandas esse in ea veneratione
in qua hactenus fuerunt, nisi in eam particulari certa adsint argumenta eas
falsas veI supposititias esse.
También se
propuso á la S. C. de Ritos la siguiente duda:
An permittenda sit sanctarum reliquiarum
publica expositio venerationi fidelium, de quibus nullum authenticum documentum
in Cathedrali ostenditur, nec inmemorabilis vel saltem ante Concilium
Tridentinum illarum expositio et veneratio probatur in publico?
A lo que
contestó la Congregación en 21 de julio de 1696 en una Augustae Praetoriae n. 1946 ad 4 rep.:
Episcopus utatur jure suo juxta cap. II Trid.
Creemos que en
Valencia no se venera cual se debe la preciosa joya que, en nuestro sentir, es
el don más singular que posee en el orden religioso, único en el mundo.
El Dr. Agustín
Sales demuestra con poderosas razones que en el santo Cáliz, á más de
comulgar el mismo Cristo y los apóstoles, recibió también el sacramento la
santísima Virgen, y, contra el sentir de muchos santos Padres, niega que
participase del banquete sagrado el pérfido Judas. Los argumentos alegados son
dignos de tenerse en cuenta y realzan el mérito de la preciosa alhaja, si es
posible realzarlo más, pero gran honor es también para ella el que posase en
su copa los purísimos labios la Madre del Salvador, y que no fuese profanado
por el desgraciado Judas.
Para guardar el
santo Cáliz, no sería mucho, á ser posible, construir una espléndida
basílica. Por nuestra parte hemos de decir que, cuando postrados ante él lo
admiramos con religioso arrobamiento, pasa por nuestra mente, como fugaz
visión, toda nuestra gloriosa historia. Ante la soberana alhaja oraron
nuestros reyes, nuestros santos, nuestros caudillos, nuestros sabios y nuestros
antepasados, y su contemplación nos evoca los nombres de Martín el Humano, de
Alfonso el Magnánimo, de Juan I, de Fernando el Católico, de Carlos I, de
Felipe III, de San Vicente Ferrer, de San Luis Beltrán, del B. Nicolás Factor,
de Santo Tomás de Villanueva, del B. Juan de Ribera y de otros muchos reyes,
reinas, santos y personajes ilustres.
Hora es ya de
que se restaure el culto que en otro tiempo se daba al santo Cáliz. Creemos
llegado el momento de que todos los fieles que sientan arder en sus venas el
sagrado fuego del amor á su religión y á su patria, deben hacer un esfuerzo para
que despierte su entusiasmo en honor de la sagrada reliquia, restituyéndole la
veneración que la frialdad de los corazones ha dejado casi olvidada. El
esfuerzo no ha de ser grande: bastaría la buena voluntad de unos pocos para
que se la festejase con gran esplendor y reviviese el entusiasmo que los valencianos
sentían en otros tiempos por tan inestimable tesoro. No pretendemos que
resucite aquella admirable procesión que rivalizaba en suntuosidad con la del
Corpus. Nuestras aspiraciones son más modestas y factibles, las que
expondremos con la sinceridad que nos caracteriza, y que no dudamos se
realizarán con la ayuda de aquellas almas piadosas á las que no es
indiferente la magnificencia del culto, el respeto á nuestras seculares
tradiciones y el honor á nuestro suelo.
Existe un precioso
monumento arquitectónico en la Catedral de Valencia, obra del siglo XIV,
conocido con el nombre de Sala Capitular antigua, que se destinó en un
principio á cátedra de teología y enterramiento de prelados y canónigos,
donde se celebraron muchas veces sesiones de Cortes, se custodian hoy
magníficos retratos, la marmórea tumba del arzobispo Ayala, varios cuadros interesantes,
una admirable escultura de Alfonso Cano, un afiligranado retablo de piedra
alabastrina y las cadenas que cerraban el puerto de Marsella cuando la flota
del gran Alfonso V se apoderó de aquella población en 1423.
Pues bien, á
este recinto, adornado con todas las esplendideces del arte y de la historia,
donde se ensancha el ánimo aspirando una saturada atmósfera de religiosidad,
podría trasladarse el santo Cáliz y recibir allí continuo culto.
Para ello sería
indispensable la construcción de un tabernáculo, que se colocaría al pie del
Cristo de Cano. Dentro de dicho tabernáculo se adaptaría la veneranda reliquia,
entre pontentes focos de luz eléctrica, que brillarían detrás de opaca
pantalla, para que convergesen todos los rayos luminosos sobre la admirable
alhaja, ante la cual ardería constantemente una lámpara, como símbolo de la
religiosidad del pueblo valenciano. Todos los viernes del año se expondría á
la veneración de los fieles, durante la misa de las once de la mañana, que
precisamente debía celebrarse en el altar de la adorable reliquia. Los gastos
necesarios para todo esto son tan exiguos, que no dudamos se sufragarían en
seguida por alguna alma piadosa, ó por medio de una suscripción pública que
se abriese para este objeto. Creemos que el Cabildo metropolitano no pondría
obstáculo á esta noble y piadosa iniciativa, la que sin duda sería también
aprobada por la autoridad eclesiástica.
No es presunción
nuestra el augurar que estos desinteresados y piadosos deseos los veremos
realizados. Entonces el fiel devoto podrá contemplar á su placer la Copa
sagrada, y renovar constantemente ante ella el recuerdo de la última Cena del
Salvador, al que verá su espíritu reconcentrado en la profundidad de tristeza
y en la profundidad de ternura que todo Él respiraba, oyendo lo misterioso y
augusto de sus palabras, experimentando el vago sentimiento de la divinidad,
sin que distrajese su misterioso arrobamiento el recuerdo de los siglos que evocan
las enmohecidas piedras del gótico recinto, cuyo melancólico ambiente dispone
á los fieles á elevarse á los cielos. Cuando sean un hecho estos anhelos,
las generaciones que fueron, las almas de nuestros antepasados, que con tanta
devoción veneraron la sagrada reliquia, nos enviarán sus recuerdos, sus
bendiciones y su gratitud, todo lo cual llegará á nuestro corazón con la
misma suavidad que los últimos brillos del sol resbalan y acarician los
pintados vidrios de los afiligranados rosetones góticos de dicha capilla.
Que la devoción
al santo Cáliz aumente entre los valencianos, y sea prenda segura de perfeccionamiento
espiritual y de salvación eterna, es lo que deseamos de todo corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario