martes, 29 de abril de 2014

Palacio Real de Valencia




Residencia de los Reyes de Aragón en Valencia (hoy desaparecida).

Aquí estuvo algún tiempo el Cáliz, antes de ser trasladado a la Catedral.


domingo, 27 de abril de 2014

EL SANTO CÁLIZ EN LA CATEDRAL DE VALENCIA





En la Catedral, en la parte superior de la Capilla de la Resurrección, se encuentra el trasaltar, monumento a la Eucaristía.




En éste, en la puerta del Sagrario, hay un Cristo Salvador o Cristo Eucarístico, pintura sobre tabla de Vicente Maçip (Valencia, 1475 – 1545).



Encima de la puerta hay una Última Cena, óleo sobre lienzo de Luis Planes (Valencia, 1742 – 1821).



sábado, 26 de abril de 2014

EL SANTO CÁLIZ EN LA CATEDRAL DE VALENCIA






La actual Capilla del Santo Cáliz fue mandada construir por el Obispo Vidal de Blanes entre los años 1365-1369, para servir de aula capitular y sepultura de obispos y canónigos. Su arquitecto fue Pere Balaguer.

En ella se celebraron Cortes del Reino y se dieron clases de Teología.

El retablo de alabastro es la antigua puerta del coro, obra del siglo XV. Destacan en él los doce relieves del florentino Giuliano Poggibonsi (discípulo del también florentino Ghiberti), que son una de las primeras obras del Renacimiento en España.

En 1916 el Santo Cáliz fue trasladado a esta Capilla.


viernes, 25 de abril de 2014

EL SANTO CÁLIZ EN LA CATEDRAL DE VALENCIA





En la Catedral, al fondo de la Sala Capitular, tras un dintel neoclásico, está la Capilla de las Reliquias, de forma circular, en cuyas paredes se abren tres grandes armarios que guardan las reliquias de la Seo.


La Catedral de Valencia tenía un gran tesoro de relicarios, pero muchos de ellos fueron fundidos en 1812, en Mallorca, a donde habían sido trasladados con la intención de salvarlos de la rapacidad del ejército francés.

Hubo nuevas pérdidas en el saqueo de la Catedral que se produjo el 21 de julio de 1936.


Las reliquias que se salvaron se conservan ahora en relicarios más modestos.


El armario central custodia los relicarios de mayor valor histórico, pues estuvieron en las capillas de la corte itinerante de los reyes de Aragón, en Zaragoza, Barcelona y finalmente en el palacio real de Valencia, desde donde fueron llevadas a la Catedral en 1437 por orden de Alfonso V el Magnánimo.


El Santo Cáliz estuvo guardado en el armario central hasta 1916.


En las puertas de este armario está representada la escena de la entrega del Santo Cáliz a la Catedral.

La pintura es obra de Miguel Parra (Valencia, 1780 - Madrid, 1846).

miércoles, 23 de abril de 2014

El Santo Cáliz de Valencia (y XI). José Sanchis




EL SANTO CÁLIZ DE LA CENA (SANTO GRIAL)
VENERADO EN VALENCIA (y XI)

José Sanchis y Sivera
(Canónigo de la Catedral de Valencia)

Valencia 1914


CAPÍTULO X

Abandono de los valencianos. —
Lo que debiera hacerse. —
Una iniciativa muy factible. —
Honor á la sagrada reliquia. —



Con sentimiento consignamos que el santo Cáliz no es venerado en Valencia como se debe. No nos atreveremos á decir que ello constituya una falta grave en lo que se refiere á la fe religiosa, pero sí lo es en lo que respecta al amor á nuestras venerandas tradiciones. Su culto debiera constituir un acto indispensable al sustento de nuestro espíritu, por ser una fuerza evocadora de grandezas y recuerdos de otros tiempos. La invariabilidad de los principios y conducta de la Iglesia de no privar á las antiguas reliquias del culto acostumbrado, mientras no se pruebe su falsedad con argumentos ciertos y evidentes, parece que sea una condenación de la indiferencia con que miramos á la sagrada reliquia. Así se deduce de los decretos de las sagradas Congregaciones de Indulgencias y de Ritos que ordenan siga dándose culto á las reliquias antiguas.


El obispo de Acireale propuso á la S. C. de Indulgencias, la siguiente cuestión:
Sunt plures reliquiae in pretiosis argenteis thecis inclusae, fere in omnibus ecclesiis Dioecesis, etsi pauperrimis, quarum authenticae non habentur nec notitia habetur eas olim extitisse, nec tempus cognocitur a quo illae reliquiae possidentur... Magna tamen pietate a populis coluntur, ita ut nequeat sine scandalo hic cultus prohiberi. Cum igitur antiquissime sint, ita ut ipsa antiquitas possit constituere argumentum suficiens ad certitudinem moralem gignendam et apud omnes in maxima semper fuerint et sint veneratione, opinatur Episcopus orator huiusmodi cultum permitii posse: ad omnem tamen anxietatem tollendam implorat quoad hoc judicium S. V.
Dicha S. Congregación, en 20 de enero de 1896, contestó:
Reliquias antiquas conservandas esse in ea veneratione in qua hactenus fuerunt, nisi in eam particulari certa adsint argumenta eas falsas veI supposititias esse.
También se propuso á la S. C. de Ritos la siguiente duda:
An permittenda sit sanctarum reliquiarum publica expositio venerationi fidelium, de quibus nullum authenticum documentum in Cathedrali ostenditur, nec inmemorabilis vel saltem ante Concilium Tridentinum illarum expositio et veneratio probatur in publico?
A lo que contestó la Congregación en 21 de julio de 1696 en una Augustae Praetoriae n. 1946 ad 4 rep.:
Episcopus utatur jure suo juxta cap. II Trid.


Creemos que en Valencia no se venera cual se debe la preciosa joya que, en nuestro sentir, es el don más singular que posee en el orden religioso, único en el mundo.
El Dr. Agustín Sales demuestra con poderosas razones que en el santo Cáliz, á más de comulgar el mismo Cristo y los apóstoles, recibió también el sacramento la santísima Virgen, y, contra el sentir de muchos santos Padres, niega que participase del banquete sagrado el pérfido Judas. Los argumentos alegados son dignos de tenerse en cuenta y realzan el mérito de la preciosa alhaja, si es posible realzarlo más, pero gran honor es también para ella el que posase en su copa los purísimos labios la Madre del Salvador, y que no fuese profanado por el desgraciado Judas.

Para guardar el santo Cáliz, no sería mucho, á ser posible, construir una espléndida basílica. Por nuestra parte hemos de decir que, cuando postrados ante él lo admiramos con religioso arrobamiento, pasa por nuestra mente, como fugaz visión, toda nuestra gloriosa historia. Ante la soberana alhaja oraron nuestros reyes, nuestros santos, nuestros caudillos, nuestros sabios y nuestros antepasados, y su contemplación nos evoca los nombres de Martín el Humano, de Alfonso el Magnánimo, de Juan I, de Fernando el Católico, de Carlos I, de Felipe III, de San Vicente Ferrer, de San Luis Beltrán, del B. Nicolás Factor, de Santo Tomás de Villanueva, del B. Juan de Ribera y de otros muchos reyes, reinas, santos y personajes ilustres.

Hora es ya de que se restaure el culto que en otro tiempo se daba al santo Cáliz. Creemos llegado el momento de que todos los fieles que sientan arder en sus venas el sagrado fuego del amor á su religión y á su patria, deben hacer un esfuerzo para que despierte su entusiasmo en honor de la sagrada reliquia, restituyéndole la veneración que la frialdad de los corazones ha dejado casi olvidada. El esfuerzo no ha de ser grande: bastaría la buena voluntad de unos pocos para que se la festejase con gran esplendor y reviviese el entusiasmo que los valencianos sentían en otros tiempos por tan inestimable tesoro. No pretendemos que resucite aquella admirable procesión que rivalizaba en suntuosidad con la del Corpus. Nuestras aspiraciones son más modestas y factibles, las que expondremos con la sinceridad que nos caracteriza, y que no dudamos se realizarán con la ayuda de aquellas almas piadosas á las que no es indiferente la magnificencia del culto, el respeto á nuestras seculares tradiciones y el honor á nuestro suelo.


Existe un precioso monumento arquitectónico en la Catedral de Valencia, obra del siglo XIV, conocido con el nombre de Sala Capitular antigua, que se destinó en un principio á cátedra de teología y enterramiento de prelados y canónigos, donde se celebraron muchas veces sesiones de Cortes, se custodian hoy magníficos retratos, la marmórea tumba del arzobispo Ayala, varios cuadros interesantes, una admirable escultura de Alfonso Cano, un afiligranado retablo de piedra alabastrina y las cadenas que cerraban el puerto de Marsella cuando la flota del gran Alfonso V se apoderó de aquella población en 1423.
Pues bien, á este recinto, adornado con todas las esplendideces del arte y de la historia, donde se ensancha el ánimo aspirando una saturada atmósfera de religiosidad, podría trasladarse el santo Cáliz y recibir allí continuo culto.
Para ello sería indispensable la construcción de un tabernáculo, que se colocaría al pie del Cristo de Cano. Dentro de dicho tabernáculo se adaptaría la veneranda reliquia, entre pontentes focos de luz eléctrica, que brillarían detrás de opaca pantalla, para que convergesen todos los rayos luminosos sobre la admirable alhaja, ante la cual ardería constantemente una lámpara, como símbolo de la religiosidad del pueblo valenciano. Todos los viernes del año se expondría á la veneración de los fieles, durante la misa de las once de la mañana, que precisamente debía celebrarse en el altar de la adorable reliquia. Los gastos necesarios para todo esto son tan exiguos, que no dudamos se sufragarían en seguida por alguna alma piadosa, ó por medio de una suscripción pública que se abriese para este objeto. Creemos que el Cabildo metropolitano no pondría obstáculo á esta noble y piadosa iniciativa, la que sin duda sería también aprobada por la autoridad eclesiástica.


No es presunción nuestra el augurar que estos desinteresados y piadosos deseos los veremos realizados. Entonces el fiel devoto podrá contemplar á su placer la Copa sagrada, y renovar constantemente ante ella el recuerdo de la última Cena del Salvador, al que verá su espíritu reconcentrado en la profundidad de tristeza y en la profundidad de ternura que todo Él respiraba, oyendo lo misterioso y augusto de sus palabras, experimentando el vago sentimiento de la divinidad, sin que distrajese su misterioso arrobamiento el recuerdo de los siglos que evocan las enmohecidas piedras del gótico recinto, cuyo melancólico ambiente dispone á los fieles á elevarse á los cielos. Cuando sean un hecho estos anhelos, las generaciones que fueron, las almas de nuestros antepasados, que con tanta devoción veneraron la sagrada reliquia, nos enviarán sus recuerdos, sus bendiciones y su gratitud, todo lo cual llegará á nuestro corazón con la misma suavidad que los últimos brillos del sol resbalan y acarician los pintados vidrios de los afiligranados rosetones góticos de dicha capilla.
Que la devoción al santo Cáliz aumente entre los valencianos, y sea prenda segura de perfeccionamiento espiritual y de salvación eterna, es lo que deseamos de todo corazón.

martes, 22 de abril de 2014

El Santo Cáliz de Valencia (X). José Sanchis




EL SANTO CÁLIZ DE LA CENA (SANTO GRIAL)
VENERADO EN VALENCIA (X)

José Sanchis y Sivera
(Canónigo de la Catedral de Valencia)

Valencia 1914


CAPÍTULO IX

La ciencia positiva en la historia. —
Práctica de la Iglesia en lo referente á las reliquias. —
Consecuencias respecto al santo Cáliz. —
Implícita aprobación de su culto por las Congregaciones romanas. —



Hemos terminado el ligero estudio que nos proponíamos hacer acerca del santo Cáliz venerado en Valencia, al que se atribuye la soberana gloria de haber servido á nuestro Salvador para instituir el adorable sacramento de la Eucaristía. La decadencia del sentimiento religioso y las pretensiones de la llamada ciencia positiva han inducido á la crítica histórica de nuestros tiempos á exigir, para la demostración de ciertos hechos, documentos que no es posible presentar en lo que respecta á los orígenes de esta sagrada reliquia. A seguirse este procedimiento en la comprobación de todos los sucesos que la historia acepta como indubitables, se habían de desechar en absoluto muchísimos, al menos los que se hallan testificados solamente por una tradición universal ó nunca interrumpida. En nuestras investigaciones históricas no desechamos en manera alguna el nuevo método positivo, antes por el contrario, lo juzgamos de suma transcendencia, pues viene á cerrar para siempre las puertas de la quimera y del adulteramiento de la verdad, al impedir la entrada, en el campo de la historia, á las leyendas é invenciones, más ó menos racionales, que convertían á aquélla en una novela, en perjuicio de su elevado y verdadero concepto. Sin embargo, también damos á la tradición, cuando ésta ha sido constante, la importancia que tiene en la demostración de la veracidad de los hechos y de los objetos.
Tal ha sido igualmente la práctica de la Iglesia católica en lo que respecta á las reliquias, empleando siempre gran rigor al exigir las pruebas de su autenticidad antes de exponerlas á la veneración pública, la que no ha consentido nunca si racionalmente se ha dudado de ella. No obstante, cuando tienen en su favor un culto tradicional y secular, juzga que ello es título suficiente de autenticidad. Siguiendo esta práctica litúrgica, enseñan los doctores eclesiásticos que el culto público dado por los siglos á una reliquia antigua, hace presumir la prueba de su verdad, la que vale tanto como el mejor documento histórico. Muy digno de tenerse en cuenta es lo que dice Mabillón respecto á ciertas tradiciones tenidas con gran respeto por los pueblos, las cuales deben admitirse y aprobarse por estar confirmadas por un consentimiento inmemorial, siempre que no haya autoridad ó testimonio evidente que nos persuada en contrario. «La presunción de autenticidad está en favor de las reliquias que gozan de esta ventaja, pues no se hubieran expuesto á la pública veneración desde un principio, sin haber sido debidamente examinadas, según lo mandaban los antiguos cánones. Es suficiente el juicio de la posesión, á menos que no existan razones precisas para dudar, y no motivos vagos y generales (Revue de l’art chretienne, año 1893, pág. 456)».


Ahora bien, por lo que respecta al santo Cáliz, su culto y autenticidad son de tradición tan antigua que, puede decirse, ha sido continuada desde los apóstoles hasta Sixto II y martirio de San Lorenzo, siguiendo desde entonces hasta hoy más segura, inconcusa, bien fundada y solemnemente autorizada. No hay motivo, pues, para dudar de la verdad de la sagrada reliquia, mientras no se pruebe con claros argumentos la falsedad. Su tradición se conservó en Roma, con positiva aprobación de los Papas, por espacio de dos siglos; en Huesca, con la de los obispos, durante años; en S. Juan de la Peña, con la de sus abades y priores, hasta fines del siglo XIV, y en Zaragoza y Valencia, con la de los Reyes y prelados, desde D. Alfonso de Borja, que después fué pontífice con el nombre de Calixto III, hasta el día de hoy, festejando todos la preciosa alhaja, y consintiendo, después de examinados los documentos que acreditaban su autenticidad, que se le diese culto y se considerase como el propio Cáliz en que consagró el Señor en la noche de la Cena.
Lo que queda dicho en los capítulos precedentes respecto á la historia del santo Cáliz, nos mueve al convencimiento de su verdad, con una certeza al menos subjetiva y moral. Es cierto que, como historiadores, podría titubear nuestra fe en la sagrada reliquia; pero como creyentes, tenemos tal persuasión acerca de su verdad, que no titubeamos en proclamarla por todas partes. Lo mismo decimos del culto que en todo tiempo se le ha tributado, el cual creemos justificadísimo. Muchas reliquias existen en el mundo que, á pesar de carecer de instrumentos que atestigüen su autenticidad, están expuestas á la pública veneración de los fieles con expreso consentimiento de la Iglesia y gran aprovechamiento espiritual de los pueblos. Menos documentos que el santo Cáliz de Valencia tiene la sangre de Cristo que se expone en Roma en la Iglesia de San Nicolás in carcere; el sagrado Pesebre que se guarda en Santa María la Mayor; la mesa de la Cena que se venera en San Juan de Letrán; la férrea cadena del Príncipe de los apóstoles en San Pedro in vinculis y las muchas reliquias que se conservan en las Basílicas de la Ciudad Eterna, y, sin embargo, tienen acatamiento mundial, adoración de todos los fieles é importancia creciente cada día. Nada diremos tampoco de los clavos de la Pasión, de la Corona de espinas, de la sagrada Lanza, de la Sábana Santa, etc., de cuyas reliquias se celebra oficio y misa.

lunes, 21 de abril de 2014

El Santo Cáliz de Valencia (IX). José Sanchis



EL SANTO CÁLIZ DE LA CENA (SANTO GRIAL)
VENERADO EN VALENCIA (IX)

José Sanchis y Sivera
(Canónigo de la Catedral de Valencia)

Valencia 1914


CAPÍTULO VIII

Notas para una iconografía. —



Un estudio iconográfico referente al santo Cáliz, también creemos sería de mucho interés para su historia. Pero como este trabajo requiere mucho tiempo y fortuna en el hallazgo de materiales, nos limitaremos á consignar las notas que sin grande esfuerzo han llegado á nuestro poder, y que pueden ser la base para una completa iconografía sobre tan curiosa materia.

Interminable sería la lista de los cuadros y pinturas que adornaron ó adornan conventos, iglesias, museos y particulares pinacotecas, en que se representa el santo Cáliz que se guarda en la Catedral valentina.


Remontándonos al siglo XV, debemos hacer mención de la Cena que pintó Martín Torner para el convento de Santa Clara de Valencia, en la cual estaba davant la Maiestat de Jhuxit lo sant Greal, es decir, la preciosa alhaja que ya se veneraba entonces. Esta nota, sacada de los archivos, como ya se ha dicho, nos prueba que en la época medieval ya se representaba el santo Cáliz en cuadros y pinturas.

En el siglo XVI, puede decirse que el santo Cáliz formó parte en Valencia de todos los cuadros que representaban al Salvador ó su Cena, costumbre que se siguió en los siglos posteriores y continúa hasta hoy, debido sin duda á la gran devoción que le profesaba el gran Juan de Juanes, que cuando pintaba al divino Jesús parecía que lo hacía con el espíritu y no con los pinceles. Sería empresa difícil mencionar todas las pinturas de este artista valenciano en las que aparece la sagrada reliquia.
Indicaremos algunas:
Ultima Cena, 1’27x1’91 m., museo del Prado (Madrid), núm. 755.
Boceto del anterior cuadro, museo de Valencia, núm. 99.
Ultima Cena, sacristía de la Catedral de Valencia.
Ultima Cena, parroquia de San Nicolás de Valencia.
Ultima Cena, en la iglesia del Cristo de Alcira.
Dos Salvadores, en el museo del Prado, núms. 767 y 764.
Dos Salvadores, museo de Valencia, núms. 521 y 690.
Salvador, en el sagrario de la parroquia de San Pedro de Valencia.
Salvador, en la parroquia de San Nicolás, en la de Santa Cruz, en la de Fuente la Higuera, en la de Sueca, en la de Jávea, etc., etc.

El insigne Ribalta también pintó el santo Cáliz en la hermosa Cena que cierra el nicho del altar mayor de la iglesia del Patriarca, y en la que guarda el museo de Valencia, de 1’10x0’80 m., cuadro señalado con el número 702.

En la Catedral hay otra Cena, de Evaristo Muñoz, que ostenta el santo Cáliz, y un Salvador en el trasagrario.

En el pasillo de la sacristía de la referida iglesia del Patriarca, existe un lienzo, de autor desconocido para nosotros, que representa la preciosa joya colocada encima de una mesa rodeada de flores.

En la parroquia de santo Tomás también se venera un Salvador, obra de Vergara, con el Cáliz de referencia.


Renunciamos á continuar el relato de las pinturas, porque, como hemos dicho, no es trabajo de momento, y nuestro objetivo no es otro que el dejar iniciada una labor tan curiosa y difícil.
Indicaremos ahora algunos de los grabados que se han hecho, representando el mismo sagrado objeto.

El grabado más antiguo que conocemos es un escudo del B. Juan de Ribera, hecho sobre madera, 93x80 mm., en cuyo centro figura el Cáliz con asas, igual al que se custodia en la Catedral. Dicho escudo hállase en la portada del «Sermón que en festiva demostración del regocijo que el Real Colegio de Corpus Christi... hizo... en el año 1698 en desagravio del execrable robo del soberano sacramento de la Eucaristía y en hacimiento de gracias por su hallazgo dixo el M. R. P. M. J. Juan Bautista Escuder... Con licencia; en Valencia, por Jaime Bordazar». No sabemos quién pueda ser el autor de este grabado, pero la circunstancia de hallarse en el folio siguiente un retrato del fundador del Colegio firmado por Crisóstomo Martínez, el insigne y diestro valenciano, como le nombraban sus contemporáneos, nos hace sospechar si también sería obra suya el escudo de referencia.
En el siglo XVIII, y aun tal vez en el anterior, era muy común una estampa de 178x260 mm., propiedad del Cabildo, cuya plancha de cobre conserva todavía en su Archivo. En esta lámina aparece el Cáliz sobre un fondo adamascado, con esta inscripción, formando una línea, debajo del pie: Calix Domini nostri Jesu Christi ex lapide precioso Agatha orientali cornerino. En medio del soporte que con- tiene la sagrada alhaja, se consigna lo siguiente en seis líneas: Iconica Effigies sacrosanctum Domini Nostri Jesu Christi Calicem repraesentans, in quo, ipse venerabile Sanguinis sui Eucharistiae sacramentum in supremae nocte Caenae sanctissime instituit, qui in Hispaniam a fortissimo Levita S. Laurentio almae Romanae Ecclesiae Archithesaurario transmissus, hodie in Sancta Metropolitana Ecclesia Valentina diligentissime asservatur, et religiosisime colitur. No hemos podido ver ningún ejemplar de esta estampa, la cual fué grabada por Mariano Gimeno, artista que ya vivía en 1670. En dicha lámina están estampadas, como firma, las iniciales M. G., que correspondían al nombre del referido grabador.
El presbítero Agustín Sales, en la pág. 66 de su Disertación, tantas veces citada, inserta un grabado del santo Cáliz en madera, que mide 68 milímetros, y como le acompaña una inscripción latina, creemos que está tomado de una estampa, entonces, en 1736, muy conocida. He aquí dicha inscripción: Icon Calicis pretiossisimi in quo Dominus Noster Jesus Christus Sacratissimam Eucharistiam consecravit; qui Hierosolymis Romam, Oscam dein a S. Laurentio, Panon inde, et Caesaraugustam transvectus, Valentiam tamdem Aragoniae ab Alfonso V Rege transmissus, in ejusdem Urbis Metropoli solemni cultu honoratur.
En la preciosa obra de D. Joaquín Lorenzo Villanueva, Viaje literario á las iglesias de España, tom. II, pág. 40, se inserta un bonito grabado del santo Cáliz, en cobre, el que dibujó Fr. Carlos Hernández, dominico, á instancias del mismo Villanueva. Mide 80 milímetros de altura.
De otra estampa, la mejor de todas, en honor del santo Cáliz, hemos de dar cuenta. Mide 325x225 mm. Fué dibujada por el gran pintor Vicente López y grabada en cobre en 1806 por Francisco Jordán, individuo que fué de la Academia de San Carlos. En dicha estampa, que es propiedad del Cabildo, aparece el Cáliz, cuya copa rodean cuatro serafines, sobre un pedestal, adornado con espigas de trigo y racimos de uva, en cuyo frontis está esculpida la Cena. La inscripción que la acompaña es la siguiente: Calix Domini Nostri Jesu-Christi ex lapide precioso achate orientali cornerino. Ecce icon aere ad vivum exculpta sacrosanctum illum Calicem repraesentans, quo Dominum Nostrum Jesum-Christum in suprema nocte mirabile sui sanguinis sacramentum instituisse, eumque a fortissimo Levita Sancto Laurentio Roma in Hispaniam missum, traditione majoram accepimus: qui quidem in sancta Metropolitana Ecclesia Valentina, cui Rex Alfonsus V dono dedit, el diligentissime asservatur, et maxima colitur religione.
De la anterior estampa se ha hecho otra reducida, por medio del fotograbado, 83x25 mm., la que lleva la siguiente inscripción: «Copia del santo Cáliz en que nuestro Señor Jesucristo consagró la noche de la Cena. Se conserva en la Catedral de Valencia por donación de Alfonso V de Aragón en el año 1424 (?)»
También se ha reproducido en litografía, 100x60 mm., cuya piedra es propiedad del antiguo establecimiento de Calcografía de D. Nicolás Sanchis.
Otra lámina representando el Cáliz, con el pedestal que hoy ostenta, se ha hecho en fotograbado, por la casa Fenollera. Está bastante incorrectamente dibujada, y mide 95x65 mm.
De otras muchísimas láminas, reproducidas por el fotograbado en estos últimos años, especialmente en 1893, con motivo del Primer Congreso Eucarístico celebrado en Valencia, podíamos hablar, pero todas han sido copia de las anteriores, ó sacadas de las dos fotografías que de la preciosa reliquia obtuvieron D. Antonio García y D. José Cabedo.
También sacó el último de estos artistas un cliché para una de las láminas de nuestra obra La Catedral de Valencia.

Igualmente se ha reproducido el santo Cáliz en forma corpórea diferentes veces.
La más antigua que encontramos se halla en un frontal de plata existente en la Catedral desde el año 1635: está colocado en el centro, á manera de escudo, dorado al fuego, por lo que destaca mucho del fondo plateado.
En los bancos de la misma iglesia metropolitana se ha colocado un relieve de la preciosa reliquia en el centro del respaldo.
En muchas iglesias se ha puesto en diferentes partes: en la parroquia de los Santos Juanes, por ejemplo, figura en la puertecita del sagrario de la capilla de la comunión y en el frontal de su altar.

Con objeto de propagar el culto al santo Cáliz se han hecho varias medallas, todas bastante incorrectas; el troquel de una de ellas, de 25 y 30 mm. cada diámetro, lo posee José Serratosa. Cuando se celebró el Congreso Eucarístico en 1893 se hicieron muchas medallas y objetos conmemorativos troquelados. La que sirvió de premio á los que figuraron en la Exposición Eucarística tiene un diámetro de 62 milímetros.
Finalmente, mencionaremos los sellos metálicos y de cautchuc grabados por José Navarro, que se emplearon en las oficinas de dicho Congreso, y la reproducción en pequeño de la sagrada joya, que sirvió de premio á una de las composiciones leídas en el Certamen poético de la referida fiesta eucarística, cuyo trabajo lo ejecutó el artista valenciano Juan Polo Alagon.

Tales son las notas que hemos podido recoger sobre iconografía valenciana referente al santo Cáliz. Mucho celebraríamos que este ligero ensayo sirviera de estímulo á otros para hacer un trabajo más completo.