VICENTE SALVADOR Y MONSERRAT, MARQUÉS DE
CRUILLES:
Guía
urbana de Valencia: curiosidades religiosas. El Sagrado Cáliz
Año 1876.
El marqués de
Cruilles en su guía destaca que entre las importantes reliquias que posee la
Catedral de Valencia, sobresale la del Cáliz en que Cristo consagró su Sangre
la víspera de su Pasión. El autor destaca además el hecho de que esta
reliquia haya sido tan analizada y estudiada por todos los investigadores.
Tras la
introducción, el Marqués de Cruilles relata su particular visión de la
historia del Santo Cáliz. Para él, la Cena Pascual se llevó a cabo en casa
de Chusa, mayordomo y tesorero del Tetrarca de Galilea, Herodes Antipas, según
el testimonio de San Lucas. De este modo el autor justifica el lujo con el que
se desarrolló la Cena.
El autor
continúa afirmando que al partir a evangelizar el mundo los apóstoles, se
repartieron las reliquias, y a San Pedro se le entregó la del Santo Cáliz.
Éste se la llevó a Roma donde estuvo hasta el año 258. En este año el Papa
Sixto II encargó a San Lorenzo que como tesorero repartiese las alhajas de la
Iglesia entre la cristiandad.
El autor destaca
que San Lorenzo, al ser español, envió la reliquia del Santo
Cáliz a este país, por ser la más importante, además este hecho lo acredita
la carta que este santo escribió, y que se nombra en la de entrega de la
reliquia a Martín el Humano. Vemos como, al igual que los anteriores
historiadores, Cruilles se centra en el hecho de que San Lorenzo sea español
para justificar que esta reliquia llegase hasta aquí desde Roma.
[...]
Continúa su
obra afirmando que, una vez la reliquia estuvo en Huesca, el prelado de esta
ciudad, Audeberto, ante la invasión de los sarracenos, se refugió con todas
las reliquias en la cueva de San Juan de la Peña. Posteriormente también
asegura que el rey Martín el Humano manifestó al abad del monasterio de San
Juan de la Peña sus deseos de tener en la capilla de su Palacio de la
Aljafería esta reliquia, y la mediación del apóstol valenciano San Vicente
Ferrer y del entonces pontífice Benedicto XIII permitió que se llevase a cabo
la donación en septiembre de 1399.
No aparece el
paso del Cáliz por Barcelona, pese a constar en obras anteriores, y destaca
que estuvo la reliquia en la capilla del palacio de la Aljafería durante 23
años. Luego Alfonso el Magnánimo se la llevó directamente a la capilla del
Palacio del Real de Valencia. Más tarde, y ante una posible guerra, Juan II de
Castilla, por miedo a perderla, la entregó, en calidad de depósito, a Guillem
de Vich y a los representantes de los cabildos eclesiástico y secular, dentro
de un cofre, que contenía ésta y otras preciosidades, con los sellos real y de
ambos cabildos. Más adelante afirma que este depósito estuvo algunos años en
la sacristía de la catedral, pero finalmente en 1437 el infante Juan, de orden
y en nombre del rey, hizo donación definitiva al cabildo eclesiástico de
Valencia de las reliquias que constituían dicho depósito, con las
formalidades correspondientes y auténticas de todas ellas. El autor destaca
otra posible tesis en la que se cree que la reliquia fue entregada en 1424 y
que en 1437 se realizó la donación. Mezcla así los documentos existentes en
la catedral, pues el de depósito de 1437 lo confunde con la donación de 1424
en la que no se encontraba el Cáliz.
En su obra
también hace una descripción formal de la pieza y la caracteriza como piedra
ágata cornerina oriental, transparente como el cristal y matizada con todos
los colores del iris, claros, encendidos u oscuros, según la luz a que se le
mira. La copa es del tamaño de una media naranja grande, de cabida de unas
diez u doce onzas de líquido, de unos cuatro dedos de honda y sin adorno
alguno: el pie es de otra copa invertida en posición de unos tres y medio
dedos de alta y está guarnecido de rico metal y pedrería.
No hay comentarios:
Publicar un comentario