miércoles, 21 de mayo de 2014

El Santo Cáliz de Valencia. Catalina Martín Lloris




EL CÁLIZ EN ZARAGOZA


La documentación escrita conocida que hace referencia directa al Santo Cáliz empieza en 1399 con el pergamino 136 que se guarda en el Archivo de la Corona de Aragón, de fecha 26 de septiembre de 1399.

Fue citado por Escolano y Briz Martínez, Sanchis Sivera lo reprodujo y Oñate lo publicó por primera vez en fotocopia y transcripción latina.
No hay variación entre el texto de Sanchis Sivera y sus notas, aunque Ciretania es Cerdana.

Es una carta en la que el monarca Martín el Humano pedía la sagrada reliquia a los monjes de San Juan de la Peña.

En compensación el rey les dio un cáliz de oro, con su patena, adornado con esmaltes y de un peso aproximado de 1298 gramos. Éste se describe en el documento con detalle, el anterior no, suficientemente indicado con decir que era el de la sagrada cena.

El cáliz de oro que dio Martín desapareció en un incendio que sufrió San Juan de la Peña el 17 de noviembre de 1494.

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En los años de permanencia del Cáliz en el monasterio de San Juan suceden dos acontecimientos relevantes.
Por una parte, el nacimiento de las leyendas artúricas; por otro lado, los añadidos decorativos a la pieza.
Es importante destacar que la pieza adquiere un valor muchísimo mayor cuando se hacen populares las leyendas artúricas, con lo que se reforzaría el valor simbólico de un antiguo cáliz que se encontraba en el monasterio, posiblemente considerado ya en ese momento como el de la Última Cena, pero no como el Santo Grial. Este cambio conceptual debió suponer un revulsivo para su aprecio, con lo que es probable que fuera entonces cuando despertara un mayor interés.
Junto a ello hay que anotar que la decoración añadida a la pieza original es de esa época, lo que reafirmaría que es probablemente en el siglo XIV cuando la reliquia del Santo Cáliz adquirió toda su fuerza, aunque su presencia en el monasterio fuera previa.

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Hasta la fecha se ha especulado sobre el porqué de la petición de la reliquia por parte del rey a los monjes. [...] La voluntad monárquica por poseer reliquias era más estratégica que devocional. Y así lo vendrían a confirmar nuevos documentos relacionados con este hecho.

Efectivamente, se han encontrado algunos documentos previos al del 26 de septiembre de 1399, en los que el rey solicita el Santo Cáliz.
Las fechas son del mismo año 1399 pero previas al 26 de septiembre. Lo más interesante de estos documentos es que reflejan un gran interés del monarca por poseer la reliquia.

El primer documento:
Lo Rey.- Sepades que sobre el feyto del caliz de pedra del qual havemos estato otra vegada havemos informado de mi intentio largament el reverent pare en Christ el arquebisbe de les athenienses capella mio el qual enviamos alla per la dita raho porque vos rogamos affectuossament de ceder al dito arquebisbe de todo aquello que vos dira de ma part por el dito fecto assi como si nos vos la decision dada en Çaragorça sous mon sello secto a XXIII dies de setembre de l ́any de Nostre Senyor Jesuchrist MCCCXCVIIII.- Dirigit al capitolo de Johanes de la Penya.

El segundo documento, muy similar al primero:
Lo Rey.- Prior Gabriel sobre el cáliz de pedra del qual vos havemos estado otra vegada havemos informado de mi intencion largament el reverend pare en Christ el arquebisbe de Athenas capella mio el qual enviamos alla per la dita raho. Porque vos rogamos affectuossament de ceder al dito arquebisbe de todo aquello que vos dira de ma part por el dito feyto assi como si de nos fos la decission dada en Caragorça de mon sello secto a XXIII dies de Setembbre de l ́any de nostre Senyor Jesuchrist MCCCXCVIIII.- Dirigit paborde de Johanes de la Penya.

¿Por qué ese interés repentino del monarca por poseer las reliquias? ¿Por qué quería tener todas esas piezas en su capilla relicario?
Estos dos documentos anteriores hacen referencia, siempre, a una petición previa del rey a los monjes de San Juan de la Peña. Todo parece indicar, en principio, que las peticiones del Rey están muy relacionadas con su coronocación como monarca. El rey fue coronado en Zaragoza, en su Palacio Real, el 13 de abril de 1399, y, según las disposiciones de Pedro el Ceremonioso, esta coronación debía hacerse junto a las más importantes reliquias de la Corona. Lo que vemos es, por tanto, una voluntad monárquica claramente manifiesta de aparecer justificado y realzado por las reliquias de la Iglesia, en un claro deseo de sacralizar este acto.
No se trata, pues, de una gran devoción del rey o de un supuesto fervor religioso -que no dudamos podría tener- sino de un interés estratégico en el afianzamiento de su regencia como la designada por Dios para llevar el cristianismo a todo su pueblo, frente al todavía latente poder musulmán de la península y su influencia en grandes capas de la población.
Aunque la coronación es previa a la llegada de la reliquia a su poder, las peticiones anteriores y la referencia a una carta primera que, sin embargo, no ha aparecido, no puede hacernos obviar que el interés del rey por poseer el Cáliz estaba estrechamente relacionado con su deseo de presentarse con las reliquias más importantes de la Corona junto a él.

El rey obtiene la reliquia, pero no de manera gratuita. A cambio entrega a los monjes una valiosa copa de oro. [...] No podemos dejar de pensar que junto al valor material canjeado, hubo también intercambios y presiones monárquicas para hacerse con la pieza principal de la colección de reliquias de un monasterio que había ido a menos desde sus años de esplendor durante el siglo XIII, siendo notable su penuria económica a inicios del XV. Al mismo tiempo, es importante destacar que en el acta de entrega de la reliquia a Martín el Humano por los monjes de San Juan de la Peña, el Cáliz es descrito como calicem lapideum, lo que viene a demostrar que su apariencia era muy similar a la que conocemos hoy en día.

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Hasta la fecha nada se sabía de lo sucedido con el Cáliz entre 1399 y 1410, año en que se situaba en Barcelona.
Sin embargo, en un documento datado en 1408 sobre las reliquias que se econtraban en esos momentos en la Capilla Real de Barcelona, conocida como de Santa Águeda, no aparece citado el Cáliz, y, por los documentos que hacen referencia a la actividad real, podemos concluir que efectivamente el Cáliz estuvo en Zaragoza, en la capilla que el rey tenía en la Aljafería, entre 1399 y 1409, año en que con toda probabilidad fue transportado a Barcelona. Sin embargo, no se ha encontrado documento que certifique el traslado de la pieza mediante pago, con lo que se podría deducir que la pieza fue llevada a Barcelona por el séquito del propio rey.

Al año 1410 moría el rey, dejando un vacío de gobierno que no se resolvió hasta dos años más tarde con el compromiso de Caspe y la designación de Fernando de Antequera como nuevo regente.
En un inventario realizado a su muerte se cita el Santo Cáliz, junto a otras importantes reliquias, en la Capilla de Santa Águeda de Barcelona, con lo que se certifica la ausencia de importantes piezas en la sede de Zaragoza.

En este inventario el Cáliz ya es descrito como:
Item.I. calix de vincle e calcedonea lo qual segons se diu fo aquell ab que Jhesu Christ consegra la sua Sancta e preciosa sanch lo dijous sant de la Cena encastat en aur ab dites nances e cano d aur e lo peu del qual ha dos grenats e dos meracdes e XXVIII. perles conservat en .I. stoix de cuyr quasi blanch empremtat e lavorat de si mateix.


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