LA EUCARISTÍA Y
EL SANTO CÁLIZ
No se tiene
documentación de lo que ocurrió con el cáliz utilizado en Última Cena. Las
referencias que pueden existir las encontramos en el Nuevo Testamento y en los
Hechos de los Apóstoles.
En el Nuevo Testamento
se describe la Última Cena y la utilización del cáliz.
En San Mateo: Mientras comían, tomó Jesús el pan, lo
bendijo y lo partió y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi
cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de
ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es
derramada para remisión de los pecados.
En San Marcos: Mientras comían, Jesús tomó pan, lo
bendijo y lo partió y lo dio, diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo. Y tomando la
copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos. Y les dijo:
Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada.
En San Lucas: Tomó el pan y dio gracias, y lo partió y
lo dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en
memoria mía. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa,
diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se
derrama.
En los Corintios
se dice: Porque yo recibí del Señor lo
que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado,
tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es
mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria mía. Asimismo
tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el
nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en
memoria mía. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis
esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.
A partir de los
acontecimientos ocurridos en la Última Cena y, tras la muerte de Jesucristo,
durante los primeros siglos de la Iglesia, según relatan los Hechos de los
Apóstoles, los cristianos de Jerusalén ya tomaban parte en las plegarias que
tenían lugar diariamente en el templo. Por ejemplo, Pedro y Juan subían al
templo a la oración de la mañana y para la oración de nona. Con el tiempo,
los cristianos empezaron a acudir todos juntos al templo, lo que demuestra que
formaban un grupo particular en el seno de la comunidad de Israel. Además,
tenían conciencia de formar a su vez una comunidad particular y procuraron
trasladar los acontecimientos ocurridos durante la Última Cena a sus propias
celebraciones. De ese modo se reunían comunitariamente en casas privadas. Es
el caso del cenáculo, donde se reunió la naciente comunidad. Pronto se
multiplicaron estos lugares de reunión.
Los Hechos nos
dicen que los cristianos “partían el pan en sus casas”, pero no aparece
ninguna referencia concreta a la utilización del cáliz.
Una de estas
casas es bien conocida: la de María, madre de Marcos, donde se hallaba,
reunida en oración, una asamblea bastante numerosa, mientras Pedro permanecía
en la cárcel. Asimismo vemos a Pablo exhortando a los hermanos en casa de
Lidia, en Filipos, y celebrando la eucaristía en Tróade en el tercer piso de
una casa particular. Es de notar el apoyo prestado así a la Iglesia por las
familias que ponían sus casas a disposición de la comunidad. Pablo habla de
Aquila y Priscila y de la “iglesia que está en su casa”. Los cristianos se
reunían con frecuencia. Los Hechos hablan de reuniones diarias, que
comprendían la fracción del pan, una comida y oraciones de alabanza. Lo que
parece cierto es la existencia de una asamblea en la noche del sábado al
domingo, así lo indican los Hechos. Las asambleas cristianas se celebraban
siempre de noche, pero también es muy posible que tuvieran lugar a otras
horas. Tal es, en concreto, el caso en que la Eucaristía iba acompañada de
una comida, como aparece indicado en la Primera Epístola a los Corintios.
Estas asambleas, según narran los Hechos, consistían en instrucción,
fracción del pan y oraciones. Pese a que se describen con minuciosidad estas
celebraciones, en ningún momento se nos describe cómo eran las copas que
utilizaban de cáliz. Sí se habla de la fracción del pan como una expresión
arcaica con que los Hechos designan a la Eucaristía. Con ella se recuerda la
acción de Cristo al distribuir el pan después de haber pronunciado sobre él
las palabras consagratorias. Cristo había instituido la Eucaristía durante un
banquete pascual. La bendición del pan es la de los ácimos antes del banquete
y la del vino corresponde a la copa que seguía al mismo banquete. Un rito que
se ha conservado es aquel en el que el presidente de la Eucaristía, después
de dar gracias, bendecía el pan y el vino extendiendo sobre ellos las manos y
pronunciaba las palabras del señor en la Cena. Las plegarias de bendición y
la extensión de las manos correspondían a lo que hallamos en las berakoth judías. [...]
Los cálices que
utilizaban en estas celebraciones particulares eran cálices comunes de madera
o piedra. No se tiene constancia en ninguno de los escritos o documentos
eclesiásticos de que el mismo cáliz que usó Jesucristo en la Última Cena
fuese utilizado por alguien después.
Durante el siglo
III se siguió utilizando la práctica del pan y el vino. La comunidad seguía
celebrando del mismo modo la Eucaristía que se celebraba sólo en domingo. La
Eucaristía iba precedida de oraciones. [...] Continúa sin aparecer ninguna
referencia a lo que ocurrió con el cáliz utilizado durante la Última Cena.
Etimológicamente,
cáliz es el nombre de un vaso para beber de forma circular y profundidad
variable, con amplia abertura y generalmente con asas cortas en el pie. Es
exactamente el mismo objeto que en algunos documentos aparece descrito como
copa. Proviene de la palabra kylix,
del griego y, en un principio solía ser de cerámica, aunque con el tiempo se
fueron realizando en materiales más ricos, sobre todo en metal,
añadiéndoseles gemas y adornos hasta convertirse, a finales de la antigüedad
clásica, en un vaso de fondo profundo, con asas o sin ellas, y montado sobre
un pie alto y de base ancha. Los romanos lo llamaron calix y Macrobio cita estos recipientes como de uso corriente en la
primera mitad del siglo V antes de Cristo. En la historia de los cálices
cristianos ya los investigadores Cabrol y Leclercq aseguran que el cáliz
litúrgico tomó como referente los vasos de uso corriente. Los vasos
eucarísticos se utilizaron desde los primeros tiempos de la Iglesia.
[...]
Durante estos
años la Eucaristía se celebraba con los utensilios estrictamente necesarios,
como los vasos sagrados o los cestos para el pan eucarístico. Pero, con el
tiempo, y ante la cada vez más evidente importancia de la celebración
eucarística, cada uno de estos símbolos fue cobrando importancia, llegándose
a hacer verdaderas filigranas.
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