JOAQUÍN LORENZO
VILLANUEVA:
Viage literario
a las iglesias de España.
T. II. Carta
XIV.
De algunas preciosas
reliquias de Valencia
Año 1804.
Joaquín Lorenzo
Villanueva escribió un libro en el que relataba los aspectos más interesantes
que había observado en un viaje por España.
Su obra comienza
refiriéndose directamente al Santo Cáliz que se encuentra en la Catedral de
Valencia, ya que destaca la presencia de preciosas reliquias que se conservan
en varias iglesias de esta ciudad.
[...]
Una vez empieza
a comentarlas, la primera es el Santo Cáliz que se conserva en la catedral,
del que afirma Villanueva «se cree haber consagrado el Salvador en su Última
Cena». No obstante, destaca que no es fácil señalar cómo fue trasladada esta
reliquia de Jerusalén a Roma, desde donde, afirma, se cree haberla enviado a
España San Lorenzo.
[...]
Villanueva toma
la información directamente de Agustín Sales, tal y como señala: «Los
fundamentos en que se apoyan las conjeturas sobre la traslación de este cáliz
de Jerusalén a Roma, y de Roma a Huesca, pueden verse en la disertación que
acerca de esto realizó Agustín Sales, impresa en Valencia en 1736», por lo
que contemplaremos los mismos errores que en la anterior investigación.
Villanueva afirma, al igual que antes lo hizo Agustín Sales, que la reliquia
fue enviada a Huesca por San Lorenzo y depositada por los obispos de Huesca en
el monasterio de San Juan de la Peña cuando invadieron los bárbaros aquella
ciudad. Más tarde asegura que en el año 1399 fue trasladada por el rey
Martín a la capilla de su Real Palacio de Zaragoza, donde estuvo todo el
reinado de Fernando I y parte del de su hijo Alfonso el Magnánimo. Más tarde
Alfonso a su vuelta a Valencia en 1424 desde Italia, y habiendo hecho traer a
su palacio las reliquias de la Real Capilla de Zaragoza, antes de viajar a
Castilla, las dejó depositadas en la sacristía de la Catedral de Valencia.
Por lo tanto es la misma tesis de Sales, quien igualmente afirma que el 18 de
marzo de 1437 Alfonso el Magnánimo hizo la donación a la catedral “de las
reliquias que en ella había depositado, en cuyo instrumento se lee que una de
ellas era el cáliz en que consagró Cristo el Jueves de la Cena.”
Acaba su
disertación afirmando que «aún para los más severos críticos que ponen en
duda la verdad de esta tradición, es este antiquísimo cáliz un monumento muy
respetable de los primeros tiempos de la iglesia. Por no errar en su
descripción he querido más bien enviar una copia exacta, que a mi presencia,
y con el favor que debí al canónigo don Joseph Roa, dibujó el padre Fray
Carlos Hernández, de mi orden, joven a quien por los trabajos que tiene
emprendidos espero deberán alguna perfección en España las Bellas Artes».
[Acompaña el dibujo del dominico Fray
Carlos Hernández].
También hace
una descripción de las características del cáliz, describiendo que «la
materia de este vaso se cree vulgarmente ser ágata cornerina oriental».
Sin embargo,
Villanueva afirma que Attilio Zuccagni, director del gabinete de Historia
Natural de Florencia, y médico del rey de Etruria, aseguraba que la pieza era
un ónix verdadero. Pese a esta afirmación el autor no está seguro, pues el
cáliz no presentaba las vetas en forma de uña que, según los naturalistas, es
característico de esa piedra. El autor argumenta su tesis en que las vetas de
esta copa bajan casi perpendicularmente desde el borde, formando como unas aguas,
o claros y obscuros que sólo se perciben bien mirándolas a contraluz.
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