sábado, 31 de mayo de 2014
lunes, 26 de mayo de 2014
Viajeros
En siglos
pasados, algunos viajeros que recorrieron España y contaron en libros lo que
habían visto, hablaron del Santo Cáliz de la catedral valenciana.
Así por ejemplo,
Enrique Cock (1540-1598) comenta: «Entre las sagradas reliquias que se guardan
en el Sagrario (de la Catedral de Valencia) está el Cáliz de Nuestro Señor,
que tenía en la Última Cena, cuando convirtió su preciosísima sangre en
vino. Es este cáliz de piedra calcedonia, de color oscuro y de pequeña
capacidad».
sábado, 24 de mayo de 2014
El Santo Cáliz de Valencia. Catalina Martín Lloris
EL CÁLIZ DE
VALENCIA COMO CÁLIZ DE LA ÚLTIMA CENA
Hasta la fecha,
la información sobre el Santo Cáliz es incompleta, mezclando en muchos casos
la leyenda con la historia. Es lógico, si tenemos en cuenta las dificultades
historiográficas durante los primeros siglos del cristianismo, la falta de una
voluntad sistemática de conservación documental y las escasas referencias que
sobre el Santo Cáliz existen previas al primer documento constatado en el que
se nombra y que data de finales del siglo XIV.
Sin embargo, no
debemos olvidar que la propia historia de la devoción de la reliquia es un
documento en sí mismo, así como el interés que despertó en monarcas y entre
la población.
El cáliz fue un
elemento litúrgico importante durante los primeros siglos de la Iglesia,
también después cuando se convirtió en objeto de trabajo para orfebres y de
gran valor como joya, con profusas decoraciones y no pocas intervenciones
artísticas. Sin embargo, no hay una referencia clara respecto al devenir del Cáliz
utilizado durante la Última Cena, ni si éste verdaderamente se conservó.
[...] Es pues la tradición, como sucede en muchos de los presupuestos
religiosos, uno de sus mejores garantes. [...] Evidentemente no es posible
trazar una historia que venga a demostrar la autenticidad o no de una reliquia
como el Santo Cáliz, pero sí confirmar una continuidad histórica que viene a
mostrar el cáliz como un objeto que despertó un importante culto y un no
menor interés.
Es relevante
además señalar que el Santo Cáliz de la Catedral de Valencia ofrece una
continua devoción que no se produce en otros cálices supuestamente utilizados
por Jesucristo, unas referencias históricas importantes, una datación
arqueológica que lo aproxima a la época de Cristo, además es la pieza que
desde la Edad Media más interés despertó, siendo codiciada por reyes, cosa
que sin lugar a dudas no se da en otras piezas.
[...]
Existen algunas
referencias sobre la existencia de un Santo Cáliz conservado en Roma hacia el
siglo IV y en las que se indicaba que se trataba del de la Última Cena.
También hemos observado las disquisiciones de algunos historiadores que
buscaban justificar la posibilidad de que Cristo utilizara dos cálices, así
como que San Lorenzo -originario de la Península Ibérica- lo trajo a su
ciudad de nacimiento huyendo de las persecuciones y bajo la norma que
justificaba el traslado por la coincidencia del origen del santo con el país
al que volvía a esconder las reliquias. También hemos podido comprobar cómo
se han buscado pretextos para justificar la subida de la reliquia hasta el
monasterio de San Juan de la Peña, por la invasión musulmana del 711. Muchas
de estas afirmaciones se basan en el propio documento de 1399 en el que se
indica que era el Cáliz de Cristo entregado por el Papa Sixto a San Lorenzo.
[...] Puede que existiera una leyenda adscrita a la pieza en la que se
justificaba así su verdad como reliquia y que más bien la llegada directa al
monasterio se produjera mucho tiempo después bajo la supuesta leyenda de haber
sido traída a la Península por San Lorenzo.
[...]
Es imposible
encontrar documentos escritos de los primeros siglos de la Iglesia que avalen
reliquias, pero sí se puede analizar el interés de los reyes o las
autoridades religiosas por la pieza en épocas tempranas, como único testigo
de su credibilidad. Cartas de reyes en las que se refleje el interés del
monarca por localizar ese cáliz, grandes esfuerzos de reyes y autoridades
eclesiásticas, ya en la Edad Media, por hacerse con ella, etc.
[...]
EL SANTO CÁLIZ
EN LA ACTUALIDAD, SU CULTO
Con respecto al
culto que en la actualidad despierta el Santo Cáliz de la Última Cena que se
conserva en la Catedral de Valencia cabe destacar que para la conservación y
protección de la reliquia existen junto con la catedral dos instituciones, la
Hermandad y la Cofradía del Santo Cáliz.
La Real
Hermandad del Santo Cáliz, Cuerpo Colegiado de la Nobleza Titulada Valenciana,
se creó en el año 1918, en el que el arzobispo Salvador Barrera aprobó los
Estatutos.
Más tarde,
durante la Guerra Civil, el Santo Cáliz fue sacado antes del incendio de la
catedral por Elías Olmos, salvándolo de la destrucción y del saqueo, y
después de diversas vicisitudes se escondió en Carlet.
En 1939 fue
recogida la reliquia por el Servicio de Recuperación del Ejército y se
entregó de nuevo a la catedral.
Más tarde, en
1951, Marcelino Olaechea creó la Cofradía del Santo Cáliz, dotándola de los
correspondientes Estatutos en 1952 para la conservación y guarda de la
reliquia.
Desde entonces
estas dos instituciones se reúnen los jueves para tratar los temas referentes
a la reliquia y en el mes de noviembre se celebra su festividad.
El Santo Cáliz
no ha salido más ni en procesiones ni en fiestas especiales, sin embargo
gracias a la Cofradía y la Hermandad y a la Catedral de Valencia su culto
sigue estando hoy vivo.
viernes, 23 de mayo de 2014
El Santo Cáliz de Valencia. Catalina Martín Lloris
EL CÁLIZ EN
VALENCIA
En 1424 Alfonso
el Magnánimo comienza a manifestar su intención de trasladarse junto con sus
reliquias a Valencia. Este traslado, planificado y organizado con tiempo
-según revela la documentación- determinó la llegada del Santo Cáliz a la
ciudad de Valencia en el año 1432, tras haber pasado diez años en Barcelona.
En 1424 el
monarca encarga dos cajas para guardar las reliquias. Mientras tanto, se están
realizando obras en el palacio real de Valencia.
En 1425 se
concluye la escalera para acceder a la capilla de Santa Catalina, lugar que
albergará las reliquias dentro del palacio real de Valencia. Esta capilla no
se ha podido identificar dentro de la aquitectura del palacio. Su ubicación
exacta y su tipología se desconoce, pero se sabe de su existencia y de su
finalidad para albergar las reliquias.
El 6 de abril de
1432 se produce el traslado definitivo de las piezas a Valencia. En el
documento que hace referencia a dicho traslado se habla de que fue necesario
utilizar 6 cargas para trasportar las reliquias, lo cual indica que se trataba
de la colección completa, una colección de gran volumen.
Se puede
asegurar, por tanto, que, independientemente de si Margarita de Prades llevó
consigo la reliquia a Valencia en 1410 ó 1412, el Santo Cáliz estaba en la
ciudad desde 1432 y no desde 1437, como se creía hasta ahora.
La fecha de 1437
dada hasta este momento venía marcada por la entrega de la reliquia a la
catedral por parte del rey.
De hecho, se
trató de un depósito, que respondía a los intereses políticos y
estratégicos del monarca, quien necesitaba sufragar su política
expansionista.
El depósito,
como prenda de un préstamo, produjo una larga polémica entre el cabildo y el
ayuntamiento por la titularidad de las piezas.
Desde entonces
el Santo Cáliz se conserva en la catedral, puesto que la monarquía ya no
reclamó más la pieza ni afrontó la deuda contraída por Alfonso el
Magnánimo, con lo que la fianza quedó en posesión de la catedral hasta la
fecha.
Se puede
considerar que la catedral valenciana alberga en la actualidad la principal
colección de reliquias de la monarquía de la Corona de Aragón, reliquias de
alto valor económico, simbólico y político, que jugaron un papel clave en la
coronación de los reyes, en la reafirmación del cristianismo frente al poder
musulmán, en definitiva en el desarrollo de la historia de la Corona de
Aragón. Piezas todas ellas que despertaron un gran interés fervoroso y que
fueron utilizadas como herramientas clave en la promoción y asentamiento de la
monarquía.
jueves, 22 de mayo de 2014
El Santo Cáliz de Valencia. Catalina Martín Lloris
EL CÁLIZ EN
BARCELONA
En 1408 Martín
el Humano cedió las reliquias y la custodia de la capilla a los celestinos.
Según consta en el manuscrito correspondiente, el monarca entregó la gestión
a la nueva orden y las reliquias las dejó en la capilla que había construido
especialmente para ellas.
Martín el Humano
murió en 1410.
Legaba todos sus
bienes a su esposa, Margarita de Prades.
De esta
disposición no se conoce original ni copia auténtica, debido al rápido
fallecimiento del rey.
A la muerte de
don Martín se produce una importante disputa sobre la titularidad de la capilla
y de su contenido entre los celestinos, a los que había sido entregada la
gestión, y la reina Margarita de Prades, viuda y heredera.
La reina,
proclamándose legítima heredera, se llevó consigo las principales reliquias
y joyas de la Capilla Real.
Del 30 de
noviembre de 1411 se conserva una carta de los celestinos exigiendo a la reina
Margarita que devuelva a la iglesia o capilla del palacio real de Barcelona las
reliquias que había conseguido el rey Martín y de las que esta señora se
había adueñado.
A lo largo de
1412 se desarrolla el pleito entre los celestinos y Margarita de Prades para
que ésta devuelva los libros, ornamentos, orfebrería y reliquias que se había
llevado de la Capilla Real a la muerte del rey Martín.
Este suceso tuvo
tal repercusión que aparece descrito en diferentes documentos de los archivos.
Durante los
años siguientes las reliquias acompañan a la reina viuda, y no llegan a
formar parte del patrimonio de Fernando de Antequera. En ese tiempo Margarita
lleva una vida confusa y viajera, pero pasa temporadas en la ciudad de Valencia
con su nuevo esposo Juan Vilaragut, con lo que no sería raro que las piezas
estuvieran ya en Valencia desde 1410. Sin embargo, Margarita, atemorizada
quizás por la falta de un documento que la acreditara como legítima dueña,
no exhibió sus reliquias ni creó una capilla específica para albergarlas.
En 1416 muere
Fernando de Antequera y le sucede Alfonso el Magnánimo.
En los años
sucesivos hay un intercambio epistolar entre doña Margarita y don Alfonso a
propósito de los bienes de Martín el Humano:
El 5 de
noviembre de 1419 Margarita de Prades se pone en contacto con Alfonso el
Magnánimo para que le certifique el testamento que Martín el Humano hizo el
mismo día de su muerte y que los celestinos nunca quisieron dar por válido.
El 25 de
noviembre de 1419 Alfonso da legitimidad al testamento y permite a Margarita
vender, empeñar y ceder todos aquellos bienes que Martín el Humano le había
legado.
Quizás hubo
algún trato respecto a las reliquias, porque el 23 de mayo de 1420 Alfonso el
Magnánimo escribe al canónigo Gabriel Gombau, salvaguarda de las sagradas
reliquias, anunciándole el envío de las llaves de las reliquias del palacio
real de Barcelona y pidiéndole que recupere las llaves de las reliquias que
están en su palacio mayor de Barcelona, y que Gabriel Gombau dio al capellán
mayor del rey, y que sea él quien se ocupe de dichas llaves. Le pide también
que haga un inventario y que esté presente Jacme Sala, encargado de las obras
reales, segunda persona de confianza real y poseedora del segundo juego de
llaves, para que ambos se ocupen de la conservación de las reliquias.
El 15 de julio
de 1422 Alfonso el Magnánimo realiza el traspaso de la gestión de la Capilla
Real del palacio de Barcelona con todas las pertenencias, incluidas las
reliquias que había en ella, entre las que se encuentra el Santo Cáliz, a la
orden de la Merced.
Así pues, en
1422 el Santo Cáliz se encontraba de nuevo en Barcelona, custodiado en la
Capilla Real de Alfonso el Magnánimo, quien había ido recuperando las piezas
de Martín el Humano.
No se sabe cómo
se hizo con ellas entre 1420 y 1422, pues no hay documento que deje constancia
de los traspasos.
miércoles, 21 de mayo de 2014
El Santo Cáliz de Valencia. Catalina Martín Lloris
EL CÁLIZ EN
ZARAGOZA
La
documentación escrita conocida que hace referencia directa al Santo Cáliz
empieza en 1399 con el pergamino 136 que se guarda en el Archivo de la Corona
de Aragón, de fecha 26 de septiembre de 1399.
Fue citado por
Escolano y Briz Martínez, Sanchis Sivera lo reprodujo y Oñate lo publicó por
primera vez en fotocopia y transcripción latina.
No hay
variación entre el texto de Sanchis Sivera y sus notas, aunque Ciretania es
Cerdana.
Es una carta en
la que el monarca Martín el Humano pedía la sagrada reliquia a los monjes de
San Juan de la Peña.
En compensación
el rey les dio un cáliz de oro, con su patena, adornado con esmaltes y de un
peso aproximado de 1298 gramos. Éste se describe en el documento con detalle,
el anterior no, suficientemente indicado con decir que era el de la sagrada
cena.
El cáliz de oro
que dio Martín desapareció en un incendio que sufrió San Juan de la Peña el
17 de noviembre de 1494.
***
En los años de
permanencia del Cáliz en el monasterio de San Juan suceden dos acontecimientos
relevantes.
Por una parte,
el nacimiento de las leyendas artúricas; por otro lado, los añadidos
decorativos a la pieza.
Es importante
destacar que la pieza adquiere un valor muchísimo mayor cuando se hacen
populares las leyendas artúricas, con lo que se reforzaría el valor
simbólico de un antiguo cáliz que se encontraba en el monasterio,
posiblemente considerado ya en ese momento como el de la Última Cena, pero no
como el Santo Grial. Este cambio conceptual debió suponer un revulsivo para su
aprecio, con lo que es probable que fuera entonces cuando despertara un mayor
interés.
Junto a ello hay
que anotar que la decoración añadida a la pieza original es de esa época, lo
que reafirmaría que es probablemente en el siglo XIV cuando la reliquia del
Santo Cáliz adquirió toda su fuerza, aunque su presencia en el monasterio
fuera previa.
***
Hasta la fecha
se ha especulado sobre el porqué de la petición de la reliquia por parte del
rey a los monjes. [...] La voluntad monárquica por poseer reliquias era más
estratégica que devocional. Y así lo vendrían a confirmar nuevos documentos
relacionados con este hecho.
Efectivamente,
se han encontrado algunos documentos previos al del 26 de septiembre de 1399,
en los que el rey solicita el Santo Cáliz.
Las fechas son
del mismo año 1399 pero previas al 26 de septiembre. Lo más interesante de
estos documentos es que reflejan un gran interés del monarca por poseer la
reliquia.
El primer
documento:
Lo Rey.- Sepades que sobre el
feyto del caliz de pedra del qual havemos estato otra vegada havemos informado
de mi intentio largament el reverent pare en Christ el arquebisbe de les
athenienses capella mio el qual enviamos alla per la dita raho porque vos
rogamos affectuossament de ceder al dito arquebisbe de todo aquello que vos
dira de ma part por el dito fecto assi como si nos vos la decision dada en
Çaragorça sous mon sello secto a XXIII dies de setembre de l ́any de Nostre
Senyor Jesuchrist MCCCXCVIIII.- Dirigit al capitolo de Johanes de la Penya.
El segundo
documento, muy similar al primero:
Lo Rey.- Prior Gabriel sobre el
cáliz de pedra del qual vos havemos estado otra vegada havemos informado de mi
intencion largament el reverend pare en Christ el arquebisbe de Athenas capella
mio el qual enviamos alla per la dita raho. Porque vos rogamos affectuossament
de ceder al dito arquebisbe de todo aquello que vos dira de ma part por el dito
feyto assi como si de nos fos la decission dada en Caragorça de mon sello
secto a XXIII dies de Setembbre de l ́any de nostre Senyor Jesuchrist
MCCCXCVIIII.- Dirigit paborde de Johanes de la Penya.
¿Por qué ese
interés repentino del monarca por poseer las reliquias? ¿Por qué quería
tener todas esas piezas en su capilla relicario?
Estos dos
documentos anteriores hacen referencia, siempre, a una petición previa del rey
a los monjes de San Juan de la Peña. Todo parece indicar, en principio, que
las peticiones del Rey están muy relacionadas con su coronocación como
monarca. El rey fue coronado en Zaragoza, en su Palacio Real, el 13 de abril de
1399, y, según las disposiciones de Pedro el Ceremonioso, esta coronación
debía hacerse junto a las más importantes reliquias de la Corona. Lo que
vemos es, por tanto, una voluntad monárquica claramente manifiesta de aparecer
justificado y realzado por las reliquias de la Iglesia, en un claro deseo de
sacralizar este acto.
No se trata,
pues, de una gran devoción del rey o de un supuesto fervor religioso -que no
dudamos podría tener- sino de un interés estratégico en el afianzamiento de
su regencia como la designada por Dios para llevar el cristianismo a todo su
pueblo, frente al todavía latente poder musulmán de la península y su
influencia en grandes capas de la población.
Aunque la
coronación es previa a la llegada de la reliquia a su poder, las peticiones
anteriores y la referencia a una carta primera que, sin embargo, no ha
aparecido, no puede hacernos obviar que el interés del rey por poseer el Cáliz
estaba estrechamente relacionado con su deseo de presentarse con las reliquias
más importantes de la Corona junto a él.
El rey obtiene
la reliquia, pero no de manera gratuita. A cambio entrega a los monjes una
valiosa copa de oro. [...] No podemos dejar de pensar que junto al valor
material canjeado, hubo también intercambios y presiones monárquicas para
hacerse con la pieza principal de la colección de reliquias de un monasterio
que había ido a menos desde sus años de esplendor durante el siglo XIII,
siendo notable su penuria económica a inicios del XV. Al mismo tiempo, es
importante destacar que en el acta de entrega de la reliquia a Martín el
Humano por los monjes de San Juan de la Peña, el Cáliz es descrito como calicem lapideum, lo que viene a
demostrar que su apariencia era muy similar a la que conocemos hoy en día.
***
Hasta la fecha
nada se sabía de lo sucedido con el Cáliz entre 1399 y 1410, año en que se
situaba en Barcelona.
Sin embargo, en
un documento datado en 1408 sobre las reliquias que se econtraban en esos
momentos en la Capilla Real de Barcelona, conocida como de Santa Águeda, no
aparece citado el Cáliz, y, por los documentos que hacen referencia a la
actividad real, podemos concluir que efectivamente el Cáliz estuvo en
Zaragoza, en la capilla que el rey tenía en la Aljafería, entre 1399 y 1409,
año en que con toda probabilidad fue transportado a Barcelona. Sin embargo, no
se ha encontrado documento que certifique el traslado de la pieza mediante
pago, con lo que se podría deducir que la pieza fue llevada a Barcelona por el
séquito del propio rey.
Al año 1410
moría el rey, dejando un vacío de gobierno que no se resolvió hasta dos
años más tarde con el compromiso de Caspe y la designación de Fernando de
Antequera como nuevo regente.
En un inventario
realizado a su muerte se cita el Santo Cáliz, junto a otras importantes
reliquias, en la Capilla de Santa Águeda de Barcelona, con lo que se certifica
la ausencia de importantes piezas en la sede de Zaragoza.
En este
inventario el Cáliz ya es descrito como:
Item.I. calix de vincle e
calcedonea lo qual segons se diu fo aquell ab que Jhesu Christ consegra la sua
Sancta e preciosa sanch lo dijous sant de la Cena encastat en aur ab dites
nances e cano d aur e lo peu del qual ha dos grenats e dos meracdes e XXVIII.
perles conservat en .I. stoix de cuyr quasi blanch empremtat e lavorat de si
mateix.
martes, 20 de mayo de 2014
El Santo Cáliz de Valencia. Catalina Martín Lloris
DÁMASO SANGORRÍN DIEST
El investigador
Dámaso Sangorrín asegura que el Santo Cáliz estuvo guardado en la iglesia de
San Pedro el Viejo de Huesca, y que en los años 711 y 712, con la invasión
musulmana, los cristianos se fueron hacia las montañas del interior,
llevándose las reliquias.
Al principio
buscaron refugio en la Cueva de Yebra, en el Pirineo Aragonés.
Más tarde los
encontramos en el monasterio de San Pedro de Siresa, en el Valle del Hecho.
Cuando ya no era
de temer la invasión árabe, se trasladó el Cáliz a Santa María de Sasabe.
Hacia 1014 el
autor cree que debió de ser trasladado el Santo Cáliz a la iglesia de la
corte en Bailo, donde estuvo unos treinta años, de 1014 a 1045, fecha en la
que el autor afirma que los obispos de Aragón se trasladan a Jaca con las
reliquias.
La tesis
defendida por Sangorrín llega a afirmar que la Catedral de Jaca se hizo para
el Santo Cáliz. Esto justificaría la construcción de un templo tan suntuoso
cuando la conquista de Huesca estaba cerca y ya se sabía que iba a ser la sede
del obispado.
[...]
Otro elemento en
el que basa sus afirmaciones es que hay un capitel en la lonja pequeña de la
Catedral de Jaca que narra la historia de San Lorenzo y que se considera
representa la entrega del Santo Grial por Sixto II a San Lorenzo. El capitel es
de finales del siglo XI o comienzos del XII y sería un antiguo argumento
arqueológico en favor de la tradición aragonesa del Santo Cáliz.
[...]
De Jaca el
Cáliz es llevado a San Juan de la Peña.
Así consta en el
documento de 1134, que nunca ha sido encontrado, que vio el canónigo Ramírez.
El Cáliz
permaneció allí hasta el 26 de septiembre de 1399.
lunes, 19 de mayo de 2014
El Santo Cáliz de Valencia. Catalina Martín Lloris
JOSÉ SANCHIS SIVERA
La primera
investigación que podríamos considerar actual es la de José Sanchis Sivera,
introductor de la historia del Santo Cáliz en la época moderna. Este autor
sostiene, como sus antecesores, que San Lorenzo mandó el Cáliz a España
porque él era español, y a Huesca, está demostrado por una tradición
constante, universalmente admitida en todo el reino de Aragón.
Se apoya en el
arcediano Diego Dormer, fray Jerónimo Escuela, Juan Briz Martínez, el padre
Juan Bautista Escorcia, Gavanto, Diego de Castillo, Cartagena, Murillo, el
padre Enrique Enríquez, Alonso de Ribera, Sebastián Barradas, Esteban
Menochio, Benedicto Fidele, Luis de Flandes.
Sanchis Sivera y
sus sucesores afirman que, siendo invadida España por los musulmanes, después
de su triunfo en Guadalete, se extendieron por toda la península,
apoderándose de las ciudades y los pueblos que encontraron a su paso. Los
cristianos se llevaron sus tesoros y reliquias para protegerlos de los
invasores. Lo mismo hizo el obispo de Huesca, que, acompañado de su clero, se
refugió en la alta montaña, llevándose consigo el Santo Cáliz enviado por
San Lorenzo y las demás reliquias, vasos y vestiduras sagradas. Sanchis Sivera
asegura que el obispo Audeberto depositó sus tesoros en San Juan de la Peña, y
allí fijó su residencia, ejerciendo las funciones de obispo de Aragón.
Sanchis Sivera vuelve a hacer referencia a Agustín Sales cuando narra la
historia de San Juan de la Peña, Sales a su vez la toma de Briz, Abarca, Morales
y Blancas.
En esta misma
época, Viñes hace referencia en su obra a un libro de carácter histórico de
Fray Cayetano de Santa Teresa, escrito en 1725, dedicado a la República de
Génova, llamado El Sacro Catino
esmeralda, consagrado por Jesús en la Última Cena, en el que habla del
Santo Cáliz de la Catedral de Valencia. Al señalar los motivos por los que se
llevó a España, asegura que se veneró durante 600 años en un monte de
Aragón llamado San Juan de la Peña, hasta que se lo llevó Martín el Humano.
Sanchis Sivera
afirma que la traslación del Santo Cáliz a San Juan de la Peña se hizo
alrededor del año 713, cuando todavía no había monasterio, sino una cueva
oculta entre las espesuras del monte Pano. En dicha cueva vivía retirado y penitente
el santo ermitaño Juan de Atarés, quien, mucho antes de que los musulmanes
entrasen en España, tenía edificada una pobre ermita a honra de San Juan
Bautista. Según la leyenda sostenida por Sanchis Sivera, en el mismo año 713,
después de la invasión mahometana, muchos cristianos fugitivos huyeron al
monte Pano, donde se guardaba la reliquia y donde vivía el ermitaño Voto.
Un joven de
noble familia de Zaragoza, de piedad ferviente, llamado Voto, cazando en la
cima del monte Pano, en persecución de un ciervo, se halló al borde de una
peña cortada a pico. La pendiente era casi vertical y el riesgo inminente. El
ciervo y el caballo del cazador se detuvieron sobre el abismo. Voto pensó en
la muerte e imploró el favor de Dios. Milagrosamente el caballo permaneció
inmóvil, cuando el más leve movimiento hubiera bastado para que se despeñara
con el jinete. Pasado el riesgo quiso Voto reconocer el precipicio, cortando el
ramaje para abrirse paso, descendió con gran trabajo y llegó a una escondida
cueva donde había una pobre ermita con estrecha vivienda, y junto a ella una
fuente, a la cual acudían a beber las fieras. En la ermita encontró un altar
dedicado a San Juan, y tendido en el suelo un cadáver incorrupto, vestido de
sayal; era Juan de Atarés. Según la tradición aquella ignorada ermita
existía desde antes de que cayera la monarquía visigoda. Desde entonces fue
la morada de Voto y de su hermano Félix. La fama de los santos anacoretas
atraía a los fieles; a su alrededor se instalaron otros, constituyendo un
núcleo de santidad y vida devota que alcanzó gran prestigio entre los
habitantes de aquellas asperezas.
Sanchis Sivera
asegura que, en estos años, San Juan de la Peña era uno de los lugares más
importantes del reino aragonés, donde se guardaban insignes reliquias y
documentos de gran interés histórico.
Por esta misma
época se produjo la traslación de reliquias desde Jerusalén a la Catedral de
Oviedo por causas similares. El arca sagrada que contenía las reliquias que
actualmente se encuentran en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo salió
de Jerusalén al ser invadida ésta por el rey de Persia, Cosroes. En el siglo
VIII las reliquias se enviaron a África y allí permanecieron unos años hasta
que fue invadida por los musulmanes, entonces pasaron a España, a Toledo
concretamente. Desde esta capital las piezas se enviaron, durante la invasión
sarracena, a una montaña de Asturias, el Monsacro, donde estuvieron escondidas
en una cueva hasta que Alfonso II el Casto las colocó en la capilla del
palacio dedicada a San Miguel, más tarde Cámara Santa. Como vemos la historia
es similar y el movimiento de las reliquias sigue el mismo curso.
domingo, 18 de mayo de 2014
El Santo Cáliz de Valencia. Catalina Martín Lloris
VICENTE SALVADOR Y MONSERRAT, MARQUÉS DE
CRUILLES:
Guía
urbana de Valencia: curiosidades religiosas. El Sagrado Cáliz
Año 1876.
El marqués de
Cruilles en su guía destaca que entre las importantes reliquias que posee la
Catedral de Valencia, sobresale la del Cáliz en que Cristo consagró su Sangre
la víspera de su Pasión. El autor destaca además el hecho de que esta
reliquia haya sido tan analizada y estudiada por todos los investigadores.
Tras la
introducción, el Marqués de Cruilles relata su particular visión de la
historia del Santo Cáliz. Para él, la Cena Pascual se llevó a cabo en casa
de Chusa, mayordomo y tesorero del Tetrarca de Galilea, Herodes Antipas, según
el testimonio de San Lucas. De este modo el autor justifica el lujo con el que
se desarrolló la Cena.
El autor
continúa afirmando que al partir a evangelizar el mundo los apóstoles, se
repartieron las reliquias, y a San Pedro se le entregó la del Santo Cáliz.
Éste se la llevó a Roma donde estuvo hasta el año 258. En este año el Papa
Sixto II encargó a San Lorenzo que como tesorero repartiese las alhajas de la
Iglesia entre la cristiandad.
El autor destaca
que San Lorenzo, al ser español, envió la reliquia del Santo
Cáliz a este país, por ser la más importante, además este hecho lo acredita
la carta que este santo escribió, y que se nombra en la de entrega de la
reliquia a Martín el Humano. Vemos como, al igual que los anteriores
historiadores, Cruilles se centra en el hecho de que San Lorenzo sea español
para justificar que esta reliquia llegase hasta aquí desde Roma.
[...]
Continúa su
obra afirmando que, una vez la reliquia estuvo en Huesca, el prelado de esta
ciudad, Audeberto, ante la invasión de los sarracenos, se refugió con todas
las reliquias en la cueva de San Juan de la Peña. Posteriormente también
asegura que el rey Martín el Humano manifestó al abad del monasterio de San
Juan de la Peña sus deseos de tener en la capilla de su Palacio de la
Aljafería esta reliquia, y la mediación del apóstol valenciano San Vicente
Ferrer y del entonces pontífice Benedicto XIII permitió que se llevase a cabo
la donación en septiembre de 1399.
No aparece el
paso del Cáliz por Barcelona, pese a constar en obras anteriores, y destaca
que estuvo la reliquia en la capilla del palacio de la Aljafería durante 23
años. Luego Alfonso el Magnánimo se la llevó directamente a la capilla del
Palacio del Real de Valencia. Más tarde, y ante una posible guerra, Juan II de
Castilla, por miedo a perderla, la entregó, en calidad de depósito, a Guillem
de Vich y a los representantes de los cabildos eclesiástico y secular, dentro
de un cofre, que contenía ésta y otras preciosidades, con los sellos real y de
ambos cabildos. Más adelante afirma que este depósito estuvo algunos años en
la sacristía de la catedral, pero finalmente en 1437 el infante Juan, de orden
y en nombre del rey, hizo donación definitiva al cabildo eclesiástico de
Valencia de las reliquias que constituían dicho depósito, con las
formalidades correspondientes y auténticas de todas ellas. El autor destaca
otra posible tesis en la que se cree que la reliquia fue entregada en 1424 y
que en 1437 se realizó la donación. Mezcla así los documentos existentes en
la catedral, pues el de depósito de 1437 lo confunde con la donación de 1424
en la que no se encontraba el Cáliz.
En su obra
también hace una descripción formal de la pieza y la caracteriza como piedra
ágata cornerina oriental, transparente como el cristal y matizada con todos
los colores del iris, claros, encendidos u oscuros, según la luz a que se le
mira. La copa es del tamaño de una media naranja grande, de cabida de unas
diez u doce onzas de líquido, de unos cuatro dedos de honda y sin adorno
alguno: el pie es de otra copa invertida en posición de unos tres y medio
dedos de alta y está guarnecido de rico metal y pedrería.
sábado, 17 de mayo de 2014
El Santo Cáliz de Valencia. Catalina Martín Lloris
JOAQUÍN LORENZO
VILLANUEVA:
Viage literario
a las iglesias de España.
T. II. Carta
XIV.
De algunas preciosas
reliquias de Valencia
Año 1804.
Joaquín Lorenzo
Villanueva escribió un libro en el que relataba los aspectos más interesantes
que había observado en un viaje por España.
Su obra comienza
refiriéndose directamente al Santo Cáliz que se encuentra en la Catedral de
Valencia, ya que destaca la presencia de preciosas reliquias que se conservan
en varias iglesias de esta ciudad.
[...]
Una vez empieza
a comentarlas, la primera es el Santo Cáliz que se conserva en la catedral,
del que afirma Villanueva «se cree haber consagrado el Salvador en su Última
Cena». No obstante, destaca que no es fácil señalar cómo fue trasladada esta
reliquia de Jerusalén a Roma, desde donde, afirma, se cree haberla enviado a
España San Lorenzo.
[...]
Villanueva toma
la información directamente de Agustín Sales, tal y como señala: «Los
fundamentos en que se apoyan las conjeturas sobre la traslación de este cáliz
de Jerusalén a Roma, y de Roma a Huesca, pueden verse en la disertación que
acerca de esto realizó Agustín Sales, impresa en Valencia en 1736», por lo
que contemplaremos los mismos errores que en la anterior investigación.
Villanueva afirma, al igual que antes lo hizo Agustín Sales, que la reliquia
fue enviada a Huesca por San Lorenzo y depositada por los obispos de Huesca en
el monasterio de San Juan de la Peña cuando invadieron los bárbaros aquella
ciudad. Más tarde asegura que en el año 1399 fue trasladada por el rey
Martín a la capilla de su Real Palacio de Zaragoza, donde estuvo todo el
reinado de Fernando I y parte del de su hijo Alfonso el Magnánimo. Más tarde
Alfonso a su vuelta a Valencia en 1424 desde Italia, y habiendo hecho traer a
su palacio las reliquias de la Real Capilla de Zaragoza, antes de viajar a
Castilla, las dejó depositadas en la sacristía de la Catedral de Valencia.
Por lo tanto es la misma tesis de Sales, quien igualmente afirma que el 18 de
marzo de 1437 Alfonso el Magnánimo hizo la donación a la catedral “de las
reliquias que en ella había depositado, en cuyo instrumento se lee que una de
ellas era el cáliz en que consagró Cristo el Jueves de la Cena.”
Acaba su
disertación afirmando que «aún para los más severos críticos que ponen en
duda la verdad de esta tradición, es este antiquísimo cáliz un monumento muy
respetable de los primeros tiempos de la iglesia. Por no errar en su
descripción he querido más bien enviar una copia exacta, que a mi presencia,
y con el favor que debí al canónigo don Joseph Roa, dibujó el padre Fray
Carlos Hernández, de mi orden, joven a quien por los trabajos que tiene
emprendidos espero deberán alguna perfección en España las Bellas Artes».
[Acompaña el dibujo del dominico Fray
Carlos Hernández].
También hace
una descripción de las características del cáliz, describiendo que «la
materia de este vaso se cree vulgarmente ser ágata cornerina oriental».
Sin embargo,
Villanueva afirma que Attilio Zuccagni, director del gabinete de Historia
Natural de Florencia, y médico del rey de Etruria, aseguraba que la pieza era
un ónix verdadero. Pese a esta afirmación el autor no está seguro, pues el
cáliz no presentaba las vetas en forma de uña que, según los naturalistas, es
característico de esa piedra. El autor argumenta su tesis en que las vetas de
esta copa bajan casi perpendicularmente desde el borde, formando como unas aguas,
o claros y obscuros que sólo se perciben bien mirándolas a contraluz.
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