miércoles, 3 de septiembre de 2014

El Santo Cáliz de la Cena (III). Manuel Sánchez Navarrete




EL SANTO CÁLIZ DE LA CENA
SANTO GRIAL VENERADO EN LA CATEDRAL DE VALENCIA (III)

Manuel Sánchez Navarrete

Valencia 1994



Estructura del Sagrado Vaso

En el documento de entrega del Santo Cáliz de la Cena al rey don Martín el Humano, en 1399, se hace mención del mismo pero sin describirlo. No sucede así en el Inventario de bienes hecho en Barcelona, en 1410, a la muerte de este rey, ni en el de 1437, en el que al hacer constancia de la entrega en depósito del Sagrado Vaso al Cabildo de Valencia, se le describe ya con las características que en sus líneas esenciales repetirán inventarios posteriores, así como con irrelevantes modificaciones los diferentes autores que han escrito sobre el tema: Sales, Sanchis Sivera, Sangorrín y demás.
En este segundo documento que se fecha redactado el lunes 18 de marzo de 1437, ante el notario don Pedro de Agresola por parte del Rey, y el notario don Jaime Monfort, por la del Cabildo, aparece el inventario de todas las reliquias propiedad de Alfonso V, y en él se dice:
«Primeramente, una caja de pino cubierta de tela encarnada, ribeteada de cinta blanca, con los escudos de Aragón y de Sicilia, dentro de la cual fueron encontradas las joyas y cosas siguientes:...; Item, el Cáliz en que Jesucristo consagró la Sangre el Jueves de la Cena, hecho con dos asas de oro, cuyo pie, del mismo color del Cáliz, está guarnecido alrededor de oro, con dos rubíes y dos esmeraldas al pie de dicho Cáliz y con veintiocho perlas, comparadas al grueso de un guisante, alrededor del pie de dicho Cáliz...».
Es al profesor Antonio Beltrán a quien se debe la confirmación de los datos anteriores y, como nueva aportación, de las medidas exactas del conjunto y cada una de las piezas de que se compone la Sagrada Copa; fruto todo ello del minucioso estudio arqueológico realizado el año 1960, en que por singular privilegio auspiciado por el entonces arzobispo de Valencia, doctor Marcelino Olaechea, pudo proceder a desmontar y examinar hasta el más mínimo detalle las distintas partes de la histórica y excepcional reliquia.
El resultado de este trabajo —en realidad el primero y único estudio científico exhaustivo realizado sobre la sacra reliquia—, publicado posteriormente (Antonio Beltrán. El Santo Cáliz de la Catedral de Valencia. 1ª edic. Valencia, 1960; 2ª edic. revisada, 1984), llega a las siguientes conclusiones:

* Con respecto a la estructura:
Que el Santo Cáliz de la Cena, obra notable tanto desde el punto de vista religioso como arqueológico, está formado por tres partes distintas entre sí y correspondientes a otras tantas épocas:

1) La copa superior.
2) El pie, formado por un vaso ovalado e invertido.
3) La vara con su nudo, de oro, que sirve como elemento de unión de las partes anteriores.

1) La copa superior es de piedra ágata cornalina oriental y forma semiesférica; mide 9’5 cm de diámetro medio en la boca, 5’5 cm de profundidad por el interior y 7 cm de altura desde la base al borde; toda ella lisa, al interior y al exterior, sin ningún adorno, excepción hecha de una simple línea incisa, de corte redondeado, muy regular, que corre paralela al borde y a escasa distancia de él. En la actualidad se observa una pequeña rotura, aproximadamente hacia la mitad, que la divide en dos partes, apareciendo, junto al borde de cada una de ellas, sendas roturas producidas en la misma ocasión y notándose la falta de una minúscula porción periférica entre la línea de adorno y el perfil exterior, que seguramente corresponde al lugar en que la copa recibiera el golpe. Ello ocurrió el 3 de abril de 1744, día de Viernes Santo, en ocasión que se acostumbraba a utilizar el Santo Cáliz en los oficios de Jueves y Viernes Santo para colocar en su interior la Sagrada Forma que se reserva en el Monumento. El Arcediano Mayor y canónigo de la Catedral, don Vicente Frígola Brizuela, que, con asistencia del Arzobispo Mayoral, actuaba de Preste en los oficios, al ir a sacar la Sagrada Forma del Santo Cáliz desprendiósele la copa, resbalando ésta y cayendo, quebrándose en la forma descrita. Recogidos inmediatamente y con todo cuidado los fragmentos, fueron colocados en el cofrecillo del Monumento y depositados luego en la Capilla de las Reliquias. Avisado el maestro platero Luis Vicente, acudió éste en la tarde de aquel mismo día con sus hijos, Luis y Juan, procediéndose a la recomposición de la Sagrada Copa, en presencia de varios Canónigos y del notario Juan Claver, levantándose la correspondiente acta de todo ello.
2) El pie, que está formado por un vaso ovalado e invertido, es del mismo color y parecido material que la copa, aunque muy distinto e inferior a ésta, tanto en la calidad del trabajo como en el de la piedra. Los ejes de la base miden 14’5 cm el eje mayor y 9’7 cm el eje central menor, y un pie casi rectangular con los lados cortos redondeados, rehundidos en el interior, con 4 y 3 cm de eje mayor y menor respectivamente, y una altura de 5 mm. Todo él lleva una guarnición de oro puro, sobre el cual van montadas veintisiete perlas, dos rubíes y dos esmeraldas de gran valor. En una de las vertientes mayores del pie, y en su lado izquierdo, aparece esgrafiada una inscripción árabe en caracteres cúbicos, estudiada y traducida por el profesor Beltrán, Catedrático de Arqueología de la Universidad de Zaragoza, que percibió por vez primera dicha inscripción, y posteriormente por el canónigo lectoral de la Catedral Juan Angel Oñate, quien en su obra El Santo Grial ha venido a contribuir con nuevos estudios e interpretaciones.
3) Y, finalmente, la vara con su nudo, con 7 cm el total de largo, que sirve como elemento de unión entre la copa y el pie, con añadidura de las asas y de una guarnición de oro purísimo, finamente burilado, que soporta el engaste en el pie, de perlas y piedras.

* Del examen objetivo de estas tres partes, resulta:
— Que dos de ellas gozaron de autonomía y en un momento determinado fueron unidas entre si por la tercera. Es decir, los dos vasos unidos por su nudo.
— Que la única parte que sigue cumpliendo su primitivo papel es la copa, mientras que el actual pie fue un día pieza estimadísima, como lo demuestra el filete de oro que lo bordea. La orfebrería, aparte del valor funcional de servir de unión de copa y pie, sirvió para alhajar la sencilla copa y como muestra del aprecio en que se la tenía.

* Con respecto a su autenticidad histórica, que nada prueba la arqueología en contra, sino que, por el contrario, la apoya y confirma, puesto que conduce a las afirmaciones siguientes:
— Que la copa se remonta a la época comprendida entre los siglos IV a. de J.C. y I de nuestra Era, y más concretamente, en los II-I a. de J.C., y que fue labrada en un taller oriental de Egipto, de Siria o de la propia Palestina, por lo que bien pudo estar en la mesa de la Santa Cena y pudo ser el que Jesucristo utilizó para beber, para consagrar o para ambas cosas.
— Que la naveta del pie, originaria de taller cordobés o, tal vez, fatimita, y fechable entre los siglos X al XII, fue añadida a la copa hacia el siglo XIV, como estimación de su excepcional importancia.
— Que las asas, nudo y orfebrería, así como las piedras y perlas que lo ornamentan son posteriores, de los siglos XII al XIV, y pudieron ser obra de un orfebre gótico —conocedor de las técnicas orientales y mediterráneas y hasta de los modos de hacer mudéjares— realizada cuando el Santo Cáliz era venerado en San Juan de la Peña, ya que tal como hoy lo vemos ya figuraba en 1399 y así se hacía constar en el inventario de 1410 hecho a la muerte de Martín el Humano.

Ante estas afirmaciones irrebatibles siempre quedaría en pie —son palabras del profesor Beltrán—, ante cualquier hipótesis en contra de la autenticidad histórica de la Reliquia, la firme posibilidad arqueológica de que el Santo Cáliz que se venera en la Catedral de Valencia fuese el que El Señor utilizara en la última Cena.
Tras estas conclusiones, adquieren validez y ahondan en profundidad las palabras que el Arzobispo de Valencia, don Marcelino Olaechea, escribiera en el prólogo a la citada obra del profesor Beltrán:
«Si crees en la piadosa tradición jamás desmentida, tradición que recogen, hasta nuestros días, casi seis siglos de historia, te sentirás robustecido en tu creencia.
Toma y lee.
Si no crees, toma también y lee; pues, a fuer de hombre honrado, dejarás de sonreirte de quienes creen.
La Arqueología, no solamente no prueba lo contrario, ni censura la substancia de la tradición, sino que la apoya...
El Cáliz de la Catedral de Valencia pudo estar en la mesa de la Santa Cena...».
El aspecto que hoy ofrece el Santo Cáliz es, como ya hemos señalado, el mismo que presentaba en San Juan de la Peña, en 1399, sin más modificaciones posteriores que la restauración de 1744 en ocasión de la rotura sufrida mencionada, y la sustitución, se ignora cuando, de alguna de las perlas, y de una piedra en 1959.

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