EL SANTO CÁLIZ
DE LA CENA
SANTO GRIAL
VENERADO EN LA CATEDRAL DE VALENCIA (III)
Manuel Sánchez
Navarrete
Valencia 1994
Estructura del
Sagrado Vaso
En el documento
de entrega del Santo Cáliz de la Cena al rey don Martín el Humano, en 1399, se
hace mención del mismo pero sin describirlo. No sucede así en el Inventario de
bienes hecho en Barcelona, en 1410, a la muerte de este rey, ni en el de 1437,
en el que al hacer constancia de la entrega en depósito del Sagrado Vaso al
Cabildo de Valencia, se le describe ya con las características que en sus
líneas esenciales repetirán inventarios posteriores, así como con irrelevantes
modificaciones los diferentes autores que han escrito sobre el tema: Sales,
Sanchis Sivera, Sangorrín y demás.
En este segundo
documento que se fecha redactado el lunes 18 de marzo de 1437, ante el notario
don Pedro de Agresola por parte del Rey, y el notario don Jaime Monfort, por la
del Cabildo, aparece el inventario de todas las reliquias propiedad de Alfonso
V, y en él se dice:
«Primeramente,
una caja de pino cubierta de tela encarnada, ribeteada de cinta blanca, con los
escudos de Aragón y de Sicilia, dentro de la cual fueron encontradas las joyas
y cosas siguientes:...; Item, el Cáliz en que Jesucristo consagró la Sangre el
Jueves de la Cena, hecho con dos asas de oro, cuyo pie, del mismo color del
Cáliz, está guarnecido alrededor de oro, con dos rubíes y dos esmeraldas al pie
de dicho Cáliz y con veintiocho perlas, comparadas al grueso de un guisante,
alrededor del pie de dicho Cáliz...».
Es al profesor
Antonio Beltrán a quien se debe la confirmación de los datos anteriores y, como
nueva aportación, de las medidas exactas del conjunto y cada una de las piezas
de que se compone la Sagrada Copa; fruto todo ello del minucioso estudio
arqueológico realizado el año 1960, en que por singular privilegio auspiciado
por el entonces arzobispo de Valencia, doctor Marcelino Olaechea, pudo proceder
a desmontar y examinar hasta el más mínimo detalle las distintas partes de la
histórica y excepcional reliquia.
El resultado de
este trabajo —en realidad el primero y único estudio científico exhaustivo
realizado sobre la sacra reliquia—, publicado posteriormente (Antonio Beltrán. El Santo Cáliz de la Catedral de Valencia.
1ª edic. Valencia, 1960; 2ª edic. revisada, 1984), llega a las siguientes
conclusiones:
* Con respecto a
la estructura:
Que el Santo
Cáliz de la Cena, obra notable tanto desde el punto de vista religioso como
arqueológico, está formado por tres partes distintas entre sí y
correspondientes a otras tantas épocas:
1) La copa
superior.
2) El pie,
formado por un vaso ovalado e invertido.
3) La vara con
su nudo, de oro, que sirve como elemento de unión de las partes anteriores.
1) La copa
superior es de piedra ágata cornalina oriental y forma semiesférica; mide 9’5
cm de diámetro medio en la boca, 5’5 cm de profundidad por el interior y 7 cm
de altura desde la base al borde; toda ella lisa, al interior y al exterior,
sin ningún adorno, excepción hecha de una simple línea incisa, de corte
redondeado, muy regular, que corre paralela al borde y a escasa distancia de
él. En la actualidad se observa una pequeña rotura, aproximadamente hacia la
mitad, que la divide en dos partes, apareciendo, junto al borde de cada una de
ellas, sendas roturas producidas en la misma ocasión y notándose la falta de
una minúscula porción periférica entre la línea de adorno y el perfil exterior,
que seguramente corresponde al lugar en que la copa recibiera el golpe. Ello
ocurrió el 3 de abril de 1744, día de Viernes Santo, en ocasión que se
acostumbraba a utilizar el Santo Cáliz en los oficios de Jueves y Viernes Santo
para colocar en su interior la Sagrada Forma que se reserva en el Monumento. El
Arcediano Mayor y canónigo de la Catedral, don Vicente Frígola Brizuela, que,
con asistencia del Arzobispo Mayoral, actuaba de Preste en los oficios, al ir a
sacar la Sagrada Forma del Santo Cáliz desprendiósele la copa, resbalando ésta
y cayendo, quebrándose en la forma descrita. Recogidos inmediatamente y con
todo cuidado los fragmentos, fueron colocados en el cofrecillo del Monumento y
depositados luego en la Capilla de las Reliquias. Avisado el maestro platero
Luis Vicente, acudió éste en la tarde de aquel mismo día con sus hijos, Luis y
Juan, procediéndose a la recomposición de la Sagrada Copa, en presencia de
varios Canónigos y del notario Juan Claver, levantándose la correspondiente
acta de todo ello.
2) El pie, que
está formado por un vaso ovalado e invertido, es del mismo color y parecido
material que la copa, aunque muy distinto e inferior a ésta, tanto en la
calidad del trabajo como en el de la piedra. Los ejes de la base miden 14’5 cm
el eje mayor y 9’7 cm el eje central menor, y un pie casi rectangular con los
lados cortos redondeados, rehundidos en el interior, con 4 y 3 cm de eje mayor
y menor respectivamente, y una altura de 5 mm. Todo él lleva una guarnición de
oro puro, sobre el cual van montadas veintisiete perlas, dos rubíes y dos
esmeraldas de gran valor. En una de las vertientes mayores del pie, y en su
lado izquierdo, aparece esgrafiada una inscripción árabe en caracteres cúbicos,
estudiada y traducida por el profesor Beltrán, Catedrático de Arqueología de la
Universidad de Zaragoza, que percibió por vez primera dicha inscripción, y
posteriormente por el canónigo lectoral de la Catedral Juan Angel Oñate, quien
en su obra El Santo Grial ha venido a
contribuir con nuevos estudios e interpretaciones.
3) Y, finalmente,
la vara con su nudo, con 7 cm el total de largo, que sirve como elemento de
unión entre la copa y el pie, con añadidura de las asas y de una guarnición de
oro purísimo, finamente burilado, que soporta el engaste en el pie, de perlas y
piedras.
* Del examen
objetivo de estas tres partes, resulta:
— Que dos de
ellas gozaron de autonomía y en un momento determinado fueron unidas entre si
por la tercera. Es decir, los dos vasos unidos por su nudo.
— Que la única
parte que sigue cumpliendo su primitivo papel es la copa, mientras que el
actual pie fue un día pieza estimadísima, como lo demuestra el filete de oro que
lo bordea. La orfebrería, aparte del valor funcional de servir de unión de copa
y pie, sirvió para alhajar la sencilla copa y como muestra del aprecio en que
se la tenía.
* Con respecto a
su autenticidad histórica, que nada prueba la arqueología en contra, sino que,
por el contrario, la apoya y confirma, puesto que conduce a las afirmaciones
siguientes:
— Que la copa se
remonta a la época comprendida entre los siglos IV a. de J.C. y I de nuestra
Era, y más concretamente, en los II-I a. de J.C., y que fue labrada en un
taller oriental de Egipto, de Siria o de la propia Palestina, por lo que bien
pudo estar en la mesa de la Santa Cena y pudo ser el que Jesucristo utilizó
para beber, para consagrar o para ambas cosas.
— Que la naveta
del pie, originaria de taller cordobés o, tal vez, fatimita, y fechable entre
los siglos X al XII, fue añadida a la copa hacia el siglo XIV, como estimación
de su excepcional importancia.
— Que las asas,
nudo y orfebrería, así como las piedras y perlas que lo ornamentan son
posteriores, de los siglos XII al XIV, y pudieron ser obra de un orfebre gótico
—conocedor de las técnicas orientales y mediterráneas y hasta de los modos de
hacer mudéjares— realizada cuando el Santo Cáliz era venerado en San Juan de la
Peña, ya que tal como hoy lo vemos ya figuraba en 1399 y así se hacía constar en
el inventario de 1410 hecho a la muerte de Martín el Humano.
Ante estas
afirmaciones irrebatibles siempre quedaría en pie —son palabras del profesor
Beltrán—, ante cualquier hipótesis en contra de la autenticidad histórica de la
Reliquia, la firme posibilidad arqueológica de que el Santo Cáliz que se venera
en la Catedral de Valencia fuese el que El Señor utilizara en la última Cena.
Tras estas
conclusiones, adquieren validez y ahondan en profundidad las palabras que el
Arzobispo de Valencia, don Marcelino Olaechea, escribiera en el prólogo a la
citada obra del profesor Beltrán:
«Si crees en la
piadosa tradición jamás desmentida, tradición que recogen, hasta nuestros días,
casi seis siglos de historia, te sentirás robustecido en tu creencia.
Toma y lee.
Si no crees,
toma también y lee; pues, a fuer de hombre honrado, dejarás de sonreirte de
quienes creen.
La Arqueología,
no solamente no prueba lo contrario, ni censura la substancia de la tradición,
sino que la apoya...
El Cáliz de la
Catedral de Valencia pudo estar en la mesa de la Santa Cena...».
El aspecto que
hoy ofrece el Santo Cáliz es, como ya hemos señalado, el mismo que presentaba
en San Juan de la Peña, en 1399, sin más modificaciones posteriores que la
restauración de 1744 en ocasión de la rotura sufrida mencionada, y la sustitución,
se ignora cuando, de alguna de las perlas, y de una piedra en 1959.
No hay comentarios:
Publicar un comentario