EL SANTO CÁLIZ
DE LA CENA
SANTO GRIAL
VENERADO EN LA CATEDRAL DE VALENCIA (II)
Manuel Sánchez
Navarrete
Valencia 1994
La Capilla
La hoy Capilla
del Santo Cáliz, que difícilmente hecha ex profeso se hubiera podido concebir
más adecuada para su actual destino, remonta su origen a mediados del siglo XIV
en que fuera mandada edificar por Vidal de Blanes, Obispo de Valencia, por los
años de 1356 a 1369.
Todavía conserva
en lo fundamental el carácter de la época en que se la construyera, y ello, en
principio, con la finalidad concreta de servir, además de Aula Capitular, como
Cátedra de Teología y como enterramiento de Prelados y Canónigos. Confiada la
regencia de la Cátedra a los religiosos de la orden de Santo Domingo, se
encuentra entre los que la ocuparon al gran Valenciano San Vicente Ferrer.
También llegó a celebrarse en ella antiguamente el Lavatorio de los Jueves
Santos y otras ceremonias especiales; se predicaba un sermón en latín las
vísperas de Navidad y de Pascua, y tuvieron lugar en varias ocasiones Cortes
Reales.
Aislada en un
principio de la Catedral, está unida actualmente a ella por un pasadizo con
preciosa bóveda de cruceríay dos capillas laterales , labradas a finales del
siglo XV por el maestro cantero Pere Compte.
Posteriormente,
cesada su utilización para unas y otras funciones, abrióse al culto, que estuvo
dedicado primero al Cristo de la Buena Muerte, hasta 1916 en que vino a
centrarse en el del Santo Cáliz.
En su estado
actual la vemos constituida por una sala cuadrada, limitada por cuatro muros de
piedra de 13 metros de lado y 16 de altura, que sirven de apoyo a una
complicada bóveda de crucería estrellada, formada por doce arcos ojivales que
van a reunirse bajo una gran clave central, para sustentar la bóveda
correspondiente a la techumbre que cubre la capilla, y que a su vez se apoyan
en otras tantas pequeñas ménsulas decoradas.
En el lienzo de
pared frente al muro de ingreso, y sirviendo de retablo al templete expositor
que guarda el Santo Cáliz, se alza un primoroso frontispicio gótico de piedra
alabastrina, procedente de la fachada posterior del antiguo Coro de la
Catedral, donde estuviera hasta 1943 en que fue trasladado a su emplazamiento
actual. Está compuesto de dos cuerpos, con tres arcos superpuestos en el
centro; con sus calados, doseletes y pináculos, y doce compartimentos u
hornacinas con relieves italianos de Giuliano Poggibonsi, de factura
maravillosa. Los relieves superiores se corresponden con los inferiores,
representando escenas, los primeros, del Nuevo Testamento, y los segundos, del
Antiguo.
Son, empezando
por la izquierda: «Crucifixión», con el pasaje del Éxodo referido a la
«Serpiente de bronce»; «Bajada de Jesucristo al Limbo», con «Sansón destruyendo
las puertas de Gaza»; la «Resurrección del Señor», con la «Salida de Jonás del
vientre de la ballena»; la «Ascensión», con «Elías arrebatado por el carro de
fuego»; la «Venida del Espíritu Santo», con «Moisés recibiendo la Ley en el
Sinaí», y, finalmente, la «Coronación de la Virgen», con «Salomón sienta a su
madre, Betsabé, en un trono a su derecha».
Como vemos, se
trata de un conjunto de dípticos bíblicos de tipo y antitipo, esto es, de doble
tablero, con la figura y con lo figurado, cuyos asuntos están tomados del
repertorio o temario teológico-artístico de la Edad Media. También observamos
como para algunos —y esto lo apuntamos a título de curiosidad, más bien— no
deja de llamar la atención el simbolismo que pudiera encerrar su constitución
dodecanaria, tan abundante y significativa en el campo del esoterismo y la
simbología: la división del día en doce horas, la del año en doce meses, los
doce signos del zodiaco, los hijos de Jacob jefes de las doce tribus de lsrael,
los doce Apóstoles; y también en los caballeros de la Tabla Redonda y en los
legendarios Doce Pares de Francia... La cita podría resultar interminable.
Bastará resumamos el inciso recordando que en el sistema del espiritualismo
simbolista los números no son expresiones meramente cuantitativas, sino
ideas-fuerza con una caracterización específica para cada uno de ellos: así,
dentro de los significados más generalmente reconocidos por la tradición
simbolista a cada número, al Doce le corresponde el del orden cósmico y la
salvación.
Existen también,
apoyados sobre los muros de piedra, dos grandes bancos corridos, de la misma
materia, y, aparte de la portada de entrada, se abren otras tres puertas: una,
al lado derecho; otra, de arco apuntado, situada en el mismo paramento de la
derecha, que da acceso al bello púlpito gótico —desde el cual impartiera sus
famosas lecciones de teología San Vicente Ferrer— igualmente labrado en piedra,
situado en el mismo punto, y una tercera puerta en el paramento de enfrente,
decorado con un relieve representando la Anunciación de la Virgen, que da paso
al Museo Catedralicio.
En el transcurso
de los tiempos han venido a incorporarse, como contribución a la ornamentación
del sobrio recinto, curiosos recuerdos históricos, como son la cadena que
cerraba el puerto de Marsella, partida en dos trozos desiguales de 50 y 70
eslabones, y el instrumento que ayudara a romperla, cuando Alfonso V el
Magnánimo, con la Armada de Aragón, forzara la entrada y tomara la ciudad en
1423, viniendo a traerse, con los anteriores trofeos, el cuerpo de San Luis,
Obispo de Tolosa, del que igualmente hizo entrega a la Catedral de Valencia,
donde todavía se conserva.
Asimismo
aparecen fijados en los muros: entrando, a la izquierda, un cartón de Vicente
López, con alegoría de «El Triunfo de la Eucaristía y Expulsión de los
moriscos»; a la derecha, junto al púlpito, un gran fresco, imitación de tapiz,
hoy trasladado a lienzo, «La Adoración de los Magos», de Nicolás Florentino
(1469) , y en el muro de la puerta, frente al frontispicio de Poggibonsi, lo
que parece parte central de un gran retablo del siglo XV, de grandes dimensiones,
dedicado a «San Cristóbal».
En el vano
central, bajo los tres arcos esculturados y escalonados aludidos, aparece
adosado al fondo del muro y armonizando con el goticismo del retablo, el
ostensorio del Santo Cáliz, formado por un bellísimo templete de piedra
alabastrina, sostenido por una ménsula y encuadrado por columnillas que
soportan un arco, realizado todo ello en 1942 por Vicente Traver.
El mismo Traver
y J. David son los autores de la vitrina, que, a manera de linterna de planta
exagonal que cobija el templete, vemos formada, con tres de sus lados cerrados
con vidrios de seguridad, y los otros tres con planchas de hierro revestidas
con otras de bronce repujado en las que lleva grabadas alegorías y símbolos
eucarísticos.
En su interior,
en un artístico relicario de plata dorada y nudo de marfil, queda expuesto a la
pública veneración el Santo Cáliz.
Este relicario,
que presenta la imagen de un fanal y remata en su parte superior con el sol de
un ostensorio o pequeña custodia desmontable, para las bendiciones con el
Santísimo, es obra también de los citados autores, V. Traver y J. David, y fue
donado por el alcalde de la ciudad de Alcoy, don Enrique Oltra Moltó, el
domingo 5 de mayo de 1959, como ofrenda hecha por aquella población al Santo
Cáliz de la Cena en la conmemoración del XVII Centenario de su llegada a
España.
En los últimos
años ha sido objeto esta Capilla de dos importantes restauraciones.
Fue solemnizada
la realización de la primera, que abarcó distintas obras de repristinación de
la Catedral, el día 23 de mayo de 1943, con un solemne Pontifical oficiado por el
entonces Arzobispo de Valencia, don Prudencio Melo y Alcalde, y en el que
predicó el Obispo Administrador Apostólico de Vitoria, doctor don Javier
Lauzurica. Después del Canto del Te Deum, tuvo lugar la procesión con la
Sagrada Reliquia, que fue trasladada a la plaza de la Virgen, donde se la
depositó sobre un altar de flor natural, y el Alcalde de la ciudad, don Joaquín
Manglano, Barón de Cárcer, hizo la ofrenda. Como resultado de la realización de
estas obras se despejó el Aula Capitular de sepulcros, urnas cinerarias y
frescos que empañaban la pureza de su traza original, trasladándolos a otras
dependencias; se llevaron a su primitivo emplazamiento los relieves del
transcoro; se desmontó un tabique bajo el cual aparecieron los tres arcos
escalonados, en cuyo vano y una vez desaparecidos cuantos postizos desfiguraban
aquel lugar y destacados los elementos primitivos, vino a disponerse el
ostensorio para la Sagrada Reliquia, compuesto de modo que formase conjunto con
el retablo gótico; colocóse frente a él la mesa del altar, formada por maciza
losa de piedra, de treinta centímetros de grosor, labrada al efecto, apoyada
sobre los cinco pilares que aparecieron en el Altar Mayor de la Catedral al
desmontar, durante una de las reformas, la obra del siglo XVIIII, y, en fin,
procuróse devolver en lo posible al conjunto de la Capilla su primitiva
ordenación.
La última
restauración, cuyo final fue solemnizado el 26 de enero de 1979, con una
celebración eucarística en la misma Capilla, presidida por el Arzobispo, doctor
don Miguel Roca y con la asistencia de las primeras autoridades valencianas y
de la Diputación Provincial en pleno, fue realizada por iniciativa y a expensas
de la Diputación Provincial de Valencia, la que, haciéndose eco de la sospecha
que inquietaba al Cabildo catedralicio de la posibilidad de la existencia de
una belleza oculta bajo la capa de suciedad que el humo y el tiempo habían ido
acumulando sobre las bóvedas y muros, pero de la que no se tenía noticia
alguna, vino a hacer suya tal inquietud y a tomar conciencia del extraordinario
interés que supondría el desvelar y devolver a Valencia el esplendor de su rica
tradición cultural. Un excepcional equipo de artesanos y artistas y una competente
y acertada dirección técnica, volcándose en el empeño, obtuvieron la recompensa
de los más halagüeños resultados al lograr devolver a su pureza primitiva la
bellísima bóveda de crucería que el humo y el polvo habían ocultado bajo una
densa y oscura capa de suciedad; descubrir la hermosa clave central, tallada en
piedra, representando la escena de la «Coronación de la Virgen», en un
delicioso relieve policromado, así como el elegante conjunto de nervaduras,
ménsulas y claves con graciosos relieves de traza gótica y rica decoración;
destacar, tras un acertado tratamiento, toda la hasta entonces medio oculta
riqueza del púlpito; enmarcar en los adornados ventanales nuevas vidrieras
artísticas de sencillo pero singular atractivo, y, finalmente, devolver al
retablo de piedra y a los relieves de alabastro su lozanía original, culminado
todo con la recuperación de las tres imágenes de la «Virgen y el Niño», con
«Santa Elena», a un lado, y «San Luis, rey de Francia», a otro, que coronan el
retablo y que resultaron ser también de piedra policromada.
Más
recientemente, el 3 de julio de 1992, la Capilla ha visto enriquecido el
aspecto general del retablo, con la ubicación de dieciséis imágenes en las
hasta entonces vacías peanas.
Las figuras están
realizadas con un moderno material mezcla de poliéster y polvo de alabastro.
Doce de ellas representan a los apóstoles, y el resto al papa San Sixto II, a
su diácono San Lorenzo, a San Valero y a su diácono San Vicente Mártir; todas
ellas nacidas en el taller del destacado artista, premio nacional de escultura,
profesor don José Esteve Edo.
Tan magnífica
aportación a la ornamentación sacra de esta antigua Aula Capitular hízola
posible la iniciativa y generosidad de la Real Hermandad del Santo Cáliz de la
Cena, Cuerpo Colegiado de la nobleza titulada valenciana, y fue su presidente,
don Joaquín Manglano, barón de Llaurí, quien formalizara la donación de las
nuevas y artísticas imágenes a la Seo valenciana, en la persona de su Deán
Presidente del Cabildo Metropolitano, don Ramón Arnau, levantando al efecto la
correspondiente acta de donación, el notario don Francisco Llovera de Iriarte.
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