¿ES EL SANTO
CÁLIZ EL MÍTICO SANTO GRIAL?
Por Michael
Hesemann, CSC (Caballero del Santo Cáliz)
El motivo más
popular de la literatura medieval fue la legendaria "Búsqueda del Santo
Grial". Se convirtió en una metáfora del eterno anhelo de los hombres por
lo divino, y también del significado de la vida y de una misión por la que
valiera la pena vivir y morir.
Encontramos la
historia del Santo Grial por primera vez en una narración del trovador francés
Chrétien de Troyes (ca. 1150-1190), Perceval.
El romance, generalmente considerado la obra más importante de su autor, relata
la historia de un joven cuyo sueño era convertirse en caballero. El joven
Perceval se encontró con unos caballeros y los siguió hasta la corte del mítico
rey Arturo. Para comprobar si era digno de incorporarse a la legendaria Mesa
Redonda, el rey lo envió a varias misiones. Un día, en una de sus aventuras, el
joven caballero atravesó un bosque remoto y llegó a la orilla de un río, donde
vio a un pescador y lo saludó. Inmediatamente, el desconocido lo invitó a su
"casa". Siguiendo las indicaciones del hombre, Perceval cabalgó por
un desfiladero hasta la cima de una colina y, finalmente, encontró un castillo
con una gran torre, un vestíbulo y una galería. Entró y fue recibido por unos
servidores, que lo llevaron a una sala, donde se encontró con un viejo rey.
Mientras hablaban, de repente se abrió una puerta y entró una procesión que
transportaba una impresionante, brillante cáliz dorado, cubierto de piedras
preciosas, y una bandeja de plata. Perceval se preguntó qué significaba
aquello, pero no se atrevió a decir nada. A la mañana siguiente, se encontró
solo; todo el mundo había abandonado el castillo. Él también partió, todavía
preguntándose sobre lo que había visto la última noche. Pero sólo cuando se
encontró con una doncella de luto, se atrevió a hablar de ello. Tras escuchar
lo que le contó el caballero, la joven explicó a Perceval que el rey había
resultado herido en una batalla, lo que lo había convertido en un inválido.
Sólo preguntando "para qué sirve el Grial - el cáliz dorado -", el
joven caballero habría curado al rey lisiado y salvado su reino.
Desesperado,
Perceval siguió su camino, trató de olvidar lo ocurrido afrontando nuevas aventuras;
cinco años más tarde, regresó al bosque. Se encontró con un ermitaño, se enteró
de que era Viernes Santo, pidió confesión. El ermitaño le reveló que él era el
hermano del rey herido y le explicó que éste se alimentaba sólo con el Santo
Sacramento, que se le ofrece en el Grial.
EL ORIGEN
ESPAÑOL DE LA SAGA DEL GRIAL
El Perceval de Chrétien de Troyes quedó
incompleto, y correspondió a un alemán completar la historia. El Parzival de Wolfram von Eschenbach (ca.
1160-1220) "Parzival" es, con 25.000 versos, tres veces más largo que
la versión del francés, aportando una gran cantidad de información adicional.
El autor la obtuvo, según sus propias palabras, de la fuente original del
Chrétien, la obra de un trovador anterior, Guiot de Provins (ca. 1140-1210), a
quien probablemente había conocido en 1184 en un festival organizado por
Federico I Barbarroja en Mainz (Alemania). Guiot, al decir de Wolfram, había
conocido la historia del Santo Grial, escrita originalmente en árabe, en
Toledo, España.
Esto es muy
posible, ya que Guiot estuvo de hecho en España durante algún tiempo. En una de
sus pocas obras conservadas, la Suite de
la Bible, nombró a todos los emperadores, reyes y nobles que lo alojaron,
incluyendo a Federico I Barbarroja y a Alfonso II de Aragón (1162-1196).
Probablemente estaba en Toledo en 1174, cuando Alfonso casó con la princesa
Sancha de Castilla. Curiosamente, Guiot también mencionó al conde Felipe de
Flandes (1168-1191), en cuya biblioteca, según Wolfram, Chrétien de Troyes
encontró la fuente para su Perceval –
¡probablemente el texto original escrito por Guiot de Provins!
Puesto que el
árabe era "lingua franca" en la España mozárabe, no debe
sorprendernos que Guiot mencione un texto árabe como su fuente. También el rey
Pedro I de Aragón (1094-1104) firmó documentos importantes en árabe, y un
clérigo llamado Vicente tradujo un Código de Derecho Canónico al árabe en
1049-50, debido a que los sacerdotes de sus diócesis conocían esta lengua mejor
que el latín. Muchos textos cristianos e inscripciones de los siglos XI y XII
encontrados en la Península Ibérica fueron escritos en árabe o son bilingües.
En muchos
detalles Wolfram en su Parzival
proporcionó una vívida descripción de la vida en la España mozárabe, de los
conflictos interreligiosos y las amistades, de las ciencias árabes y la
cortesía medieval europea. Esto, de hecho, es la diferencia más obvia entre las
versiones de Chrétien y de Wolfram de la misma historia: Mientras que el
francés trató de enmarcarla por completo en el mundo artúrico, haciendo caso
omiso de todos los anacronismos (los elevados ideales caballerescos medievales
fueron proyectados sobre un señor de la guerra bretón del siglo VI, el
"rey" Arturo histórico), Wolfram la desarrolla en el sur de la Europa
Occidental del siglo XII. El mismo Perceval / Parzival era galés en la obra de
Chrétien, mientras que en la de Wolfram procede de Anjou (Francia). Su padre
Gachmuret, añade el alemán, había visitado Oriente Medio, incluyendo Marruecos,
Persia, Siria, Arabia, Bagdad y la arábiga "Zazamanc", probablemente
Sevilla, que Wolfram parece confundir con la ya cristiana Salamanca. En Toledo,
en la corte del rey "Kaylet", Gachmuret conoció, entre otros, al
"orgulloso rey de Aragón" y a un caballero llamado
"Cidegast", que seguramente era Rodrigo Díaz de Vivar, el
"Cid" de Castilla ("Cid de Cast"). El Parzival de Wolfram
ni siquiera visita la Bretaña del rey Arturo, sino que se encuentra con el rey
en Nantes, en Francia, que de hecho en ese momento estaba, como Bretaña, bajo
el control del rey Enrique II de Anjou (1154-1189), quien utilizó el mito
artúrico para justificar sus propias reclamaciones. Antes de que el Parzival de
Wolfram llegue al castillo del Grial, que es llamado "Munsalwäsche",
tiene que atravesar una "alta cordillera" (los Pirineos) y el reino
"Brobarz", que puede ser Ribagorza o el Sobrarbe entre Cataluña - que
Wolfram denomina como el condado vecino - y Aragón.
En realidad
Wolfram acusó a Chrétien de tergiversar la historia original de Guiot,
afirmando:
“Ob von Troys meister
Cristjan
diesem maere hat
unreht getan,
daz mac wol
zürnen kyot
der uns diu
rehten maere enbot”.
("Porque el
Maestro Chrétien de Troyes no recogió esta historia fielmente, Guiot se enojó,
por lo que nos contó la historia real").
La causa de la
tergiversación de Chrétien es simple. Como autor, Chrétien se especializó en
cuentos sobre caballeros y en gran medida fue el responsable de la
popularización de todo un género, los romances del rey Arturo. Todos ellos se
basan en una obra de propaganda política del siglo XII, la Historia de los reyes de Bretaña (Historia Regum Britanniae) de Geoffrey de Monmouth, quien utilizó
las leyendas sobre el señor de la guerra bretón del siglo VI "rey"
Arturo para justificar la invasión normanda de Inglaterra; Monmouth declaró a
los normandos los herederos legítimos del mítico rey, destinados a restaurar
una antigua edad de oro. Mientras que Mark, Erec, Ivain, Lancelot y otros
protagonistas de las novelas de Chrétien se pueden encontrar en la Historia de Geoffrey, el Grial no se
encuentra. Sólo más tarde, dos décadas después de que Chrétrien escribiera su Perceval, Robert de Boron compuso su Historia del Grial, afirmando que
inicialmente San José de Arimatea llevó la santa copa al "valle de
Avalon", que fue más tarde "identificado" con Glastonbury en
Somerset (Inglaterra), donde se veneraban en efecto reliquias del santo. Tal
vez esta desviación evidente, la transferencia de la tradición del Grial desde
su origen en España a Inglaterra, fue la razón de la insatisfacción de Guiot
con la obra de Chrétien. Por lo tanto, contó a un alemán, que no estaba
interesado en la propaganda política normanda / angevina, la verdadera
historia.
Podemos estar
bastante seguros de que la historia del Santo Grial era de origen español o
pirenaico por una sencilla razón: Sólo en el sur de Francia y en la Península
Ibérica la palabra "Grial" tenía sentido. La encontramos como
"grial", "gral" y "greal" incluso en inventarios
de cocina de los siglo XIII y XIV. En la Provenza se escribía
"grazal" o "grasal", en francés antiguo "graal",
"greal" o "greel", con el significado de "plato"
o "cuenco". En portugués, la palabra todavía se utiliza para
"mortero", en gallego para "cáliz". Probablemente su origen
es el "crátera" griego. Como ha afirmado el experto alemán en lenguas
medievales, Konrad Burdach: "El término graal es una palabra provenzal.
Sólo alguien de la Provenza podría haberlo utilizado para describir el cáliz de
la Última Cena ". Sólo al norte y al sur de los Pirineos se encuentra el
"grial" para un recipiente para beber en forma de mortero.
Incluso algunos
de los autores medievales no reconocieron esto. Sólo Chrétien habla de "un
grial" en el correcto sentido de la palabra. Wolfram describe el Grial
como un "stein", que puede significar tanto una piedra como un
recipiente de piedra, en alemán medieval. Sólo cuando describe cómo el Viernes
Santo una paloma coloca un hostia o la oblea eucarística en él - que se asemeja
a la presentación de las dos formas del Santísimo Sacramento por un sacerdote -
podemos estar seguros de que se refería a un cáliz de Misa hecho en piedra. Por
otra parte, Robert de Boron y sus seguidores inventaron una aventurada
etimología, atribuyéndole origen en "agree" ("grato") o
"agréer" ("agradable").
En una fecha
bastante tardía, en el siglo XV, "San Greal" se interpretó como
"sang real", "sangre real", lo que posteriormente inspiró
las desbocadas fantasías de charlatanes como los autores británicos Lincoln,
Baigent y Leigh que afirman que el Grial fue de hecho el símbolo de un linaje
secreto, iniciado por Jesús y Santa María Magdalena. Desgraciadamente, debido
al best-seller internacional de Dan Brown El
Código Da Vinci, esta tontería completamente infundada recibió atención
internacional.
Por lo tanto,
tenemos que concluir que la atribución hecha por Wolfram de un origen español a
la saga del Grial tiene un alto grado de credibilidad. Incluso si la historia
de Parzival, el joven e ingenuo caballero en busca de su destino, tiene
paralelos en antiguos cuentos de hadas celtas, esto no significa demasiado.
Cuando los normandos reivindicaron ser los verdaderos herederos de los bretones
celtas y su "pasado y futuro rey" Arturo, también popularizaron la
herencia celta y su literatura por toda Europa. Por tanto, incluso el mismo
Guiot, que fue hospedado tanto por el rey Enrique II como por Ricardo Corazón
de León de Inglaterra, podría haber utilizado el "leitmotiv" de un
mito celta como una metáfora perfecta para la búsqueda de cualquier caballero,
la Búsqueda del Santo Grial.
EL
DESCUBRIMIENTO DEL SANTO GRIAL
La pregunta
sigue siendo: ¿es la saga del Grial completamente ficticia o está de hecho
basada en una realidad histórica de la España del siglo XII? Y si lo está,
¿cuáles son los componentes reales de Perceval
y Parzival, las dos obras más
influyentes de la literatura medieval europea, que inspiraron tanto a
compositores clásicos, como Richard Wagner (Parsifal),
como al director y productor de nuestros días Steven Spielberg (Indiana Jones)? ¿Existe el Santo Grial?
Y, si es así, ¿dónde está hoy?
Como hemos
visto, Chrétien de Troyes y Wolfram von Eschenbach describieron el Grial como
un recipiente sagrado, un cáliz en el que la Santa Comunión era colocada por
una paloma una vez al año, el Viernes Santo, y llevada para ser consumida por
el rey herido "Amfortas", como lo llama Wolfram. No parece ser un
cáliz de Misa ordinario, debido a sus poderes místicos; Wolfram incluso lo
describe como "el símbolo de la perfección paradisíaca, principio y fin de
todas las aspiraciones humanas. Este recipiente fue llamado Grial. Supera todo
lo que un hombre puede desear en la Tierra". Es de piedra "de pureza
inmaculada ... traída a la Tierra por un grupo de ángeles". Se llama
"Lapsit exillis", una inscripción milagrosa figura en su superficie.
Está protegido por un grupo de los más nobles caballeros, llamados
"templeises" por el autor. El simbolismo eucarístico evidente y la
condición especial de esta vasija explican por qué, de Robert de Boron en
adelante, fue definido como la reliquia, el cáliz, de la Última Cena de Nuestro
Señor Jesucristo.
De hecho, un
cáliz de piedra fue venerado como el "Calix Domini Jesu Christi"
durante el siglo XII en el norte de España, en la región de los Pirineos, en el
monasterio de San Juan de la Peña. Esto es confirmado por un documento, del 14
de diciembre de 1134, que probablemente se perdió en un incendio del
monasterio, pero fue citado por el magistrado y canónigo de la Catedral de
Zaragoza, Don Juan Agustín Carreras Ramírez y Orta, en su libro Flores Lauretanas del Pensil Oscense y Vida
de San Laurencio Mártir, escrito en 1698, declarando:
“En un arca de
marfil está el Caliz en que Christo Nuestro Señor consagró su Sangre el qual
embió San Lorenzo a su patria Huesca.”
El Archivo
Nacional Español en Madrid aún conserva el original de otro importante
documento, del 11 de noviembre de 1135, que recoge que la Abadía de San Juan de
la Peña entregó al rey Ramiro II "un cáliz de piedra preciosa y un cuenco
de piedra igualmente preciosa" ("per illo calice de lapide precioso
et per uno urceo similiter de lapide precioso "), así como "una
bandeja de plata dorada". Don Juan Briz Martínez, abad de San Juan de la
Peña y el autor de las 860 páginas de la Historia
de la Fundación y Antigüedades de San Juan de la Peña (1620) explicó que el
rey de hecho recibió el Santo Cáliz, pero "lo devolvió más tarde, movido
por una inspiración divina". Hubo que esperar hasta 1399 para que otro
rey, Martín "el Humano" de Aragón (1395-1410), pidiera el Santo Cáliz
a los monjes de San Juan de la Peña y lo trasladase a su propia capilla privada
en el Palacio de la Aljafería en Zaragoza. De ahí, fue llevado primero al
palacio real de Barcelona (en 1410) y, finalmente, a Valencia (en 1416). En
1437 fue entregado a los canónigos de la Catedral de Valencia, donde se venera
hasta el día de hoy como el "Santo Cáliz".
Respecto a este
Cáliz, el documento real de 1399 parece citar la descripción de 1134 cuando
afirma que era "el mismo cáliz de piedra en el que Nuestro Señor
Jesucristo durante su santa Última Cena consagró Su preciosa sangre y que el
bendito Lorenzo, discípulo y diácono del papa San Sixto, había recibido de éste
y había enviado (a Huesca) y que fue llevado, junto con la carta de San
Lorenzo, al monasterio de San Juan de la Peña en las montañas de Jaca en el
reino de Aragón".
Probablemente
San Lorenzo, diácono del papa Sixto II (257-58), era realmente español; cerca
de Huesca, en el norte de España, un lugar llamado "Loreto" todavía
es venerada como la aldea de su nacimiento y de residencia de sus padres. Ya en
el siglo IV, el poeta cristiano español Prudencio mencionó a san Lorenzo en su
himno a los mártires españoles, que parece confirmar la tradición. Es cierto,
según una carta contemporánea de Cipriano, obispo de Cartago, que durante la
"persecución Valeriana" del año 258, cuando, primero el Papa Sixto II
y cuatro de sus diáconos y, tres días más tarde, San Lorenzo, recibieron el
martirio, los tesoros de la Iglesia fueron confiscadas por el emperador romano.
Por lo tanto, tendría sentido que un diácono responsable, como San Lorenzo
ciertamente era, se aseguraría de que una reliquia tan precioso como el cáliz
de ágata fuera enviado a un lugar seguro, lejos de Roma. La casa de sus padres
en Huesca constituía al menos una posibilidad plausible.
Además, podemos
suponer que en el año 712, cuando los musulmanes invadieron España, esta
preciosa reliquia fue escondida en las montañas, como muchas otras reliquias, y
terminó en el monasterio de San Juan de la Peña, que estaba bajo el control
directo del Papa. Fue el centro de la reforma benedictina del monaquismo
español en el siglo X y fue sede del Concilio de 1071, cuando el delegado
papal, el cardenal Hugo Cándido, celebró la primera Santa Misa según el Canon
romano en la Península Ibérica, probablemente en presencia del Santo Cáliz.
EL CASTILLO DEL
GRIAL
Por lo tanto, es
una realidad que un cáliz de piedra fue venerado como el Cáliz de la Última
Cena en España durante el siglo XII, la época en que Guiot de Provins escribió
la saga del Grial original. Y de hecho nos encontramos con indicios de que su
veneración en San Juan de la Peña inspiró a Guiot en gran medida.
Cuando
comparamos las descripciones del castillo del Grial en los textos de Chrétien y
de Wolfram con la situación topográfica y el perfil arquitectónico de San Juan
de la Peña, comprobamos que encajan perfectamente.
Chrétien sitúa
el castillo del Grial en medio de un paisaje cubierto por bosque, salvaje,
montañoso, rocoso. Su Perceval llegó a un río y subió por un desfiladero hasta
que "desde lo alto (de una montaña), en un valle, cerca del río y el
bosque", vio una gran torre. Para llegar a ella tenía que "girar a la
derecha al pie de esa cara de la roca". Éste es exactamente el antiguo
camino de los peregrinos desde el río Aragón a San Juan de la Peña. Wolfram
añade otro detalle, el pequeño lago en lo alto de esta roca, que se encuentra
sólo en los mapas antiguos, ya que se ha secado. También afirma que el castillo
del Grial se encuentra no en la cima de una montaña, sino frente a una pared de
roca, al igual que San Juan de la Peña. Incluso su nombre para el castillo del
Grial, "Munsalwäsche", corresponde. Sobre el monasterio se levantan
los 1.547 metros de altura del "Pico de San Salvador", llamado
"Mons Salvatoris" en los documentos latinos. En occitano, lengua
hablada en Aragón durante el siglo XII, su nombre debe haber sido "Mont
Sant Salvatge" o, de forma abreviada, "Mont Salvatge", pronunciado
como "Montsalvatsch". En los tiempos antiguos, el monasterio estaba
rodeado por pequeñas ermitas, tal como Wolfram lo describe.
Cuando entró en
el castillo, el Perceval de Chrétien siguió a los sirvientes a "una
habitación cuadrada y amplia ... entre cuatro pilares ardía un gran fuego,
alimentado por madera seca ... los pilares eran poderosos." Wolfram añade
que había "tres chimeneas cuadradas de mármol" debajo de los tres
arcos entre los cuatro pilares. De hecho, al entrar en San Juan de la Peña, se
accede a la "Sala de los Concilios", una bóveda poderosa y oscura con
cuatro pilares en su centro y tres arcos entre ellos.
De acuerdo tanto
con Chrétien y como con Wolfram, una procesión, portando el Grial, entró por
una puerta desde el otro lado de la sala. En San Juan de la Peña, éste es el
emplazamiento de una doble capilla, con los nichos del altar decorados con
escenas de la Crucifixión de Cristo en uno y los santos médicos Cosme y Damián
en el otro. En una esquina, una fuente mana de la roca, que es de hecho
mencionada en el Parzival de Wolfram.
La procesión, según el relato, atravesó la gran estancia y salió por el lado
opuesto. Hay, en efecto, unas escaleras que conducen a la primera planta donde
hay una gran basílica, la "iglesia de arriba". Aquí, al parecer, el
Grial era expuesto a la veneración de los fieles antes de guardarlo de nuevo en
una de las pequeñas capillas. Incluso la bandeja de plata para su presentación,
que figuraba en el documento de 1135, fue mencionada por Chrétien de Troyes.
PARZIVAL Y EL
REY DEL GRIAL
No sólo es
posible identificar el Grial con el Santo Cáliz, actualmente en Valencia, y el
mítico castillo del Grial, "Munsalwäsche", con el monasterio
fortificado de San Juan de la Peña, al pie del Mons San Salvatoris: también
encontramos paralelismos entre los protagonistas de los relatos de Wolfram y
Chrétien y personajes históricos relacionados con la preciosa reliquia.
Según Don Brit
Martínez, abad de San Juan de la Peña, hubo un rey del siglo XII que fue
especialmente devoto del Santo Cáliz, Alfonso I de Aragón (1104-1134), llamado
"el Batallador" por sus contemporáneos. Alfonso era un rey cruzado
arquetípico, luchando en muchas campañas victoriosas contra los infieles que
habían ocupado España. "Ningún otro rey de Aragón estuvo tan profundamente
imbuido por un auténtico espíritu religioso y los ideales de los
cruzados", afirma el historiador español José María Lacarra. Casi todos
los años, durante la Cuaresma, el rey y su corte se retiraban a San Juan de la
Peña, para prepararse para la Pascua. De estos ejercicios, de esta práctica de
la religión, el rey obtuvo la fuerza interior para sus campañas. En su Historia de San Juan de la Peña, a lo
largo de cinco páginas, Don Brit Martínez enumera todas las donaciones hechas
por el rey en favor del monasterio "y sus reliquias" (obviamente, el
Santo Cáliz); la mayoría de ellas durante la Cuaresma y "como penitencia
por sus pecados". Alfonso I llamó al monasterio "mi pertenencia"
y lo puso bajo su protección personal.
Cuando Hugo de
Payns en 1118-9 fundó la Orden del Temple como "Milicia de Cristo",
ésta pronto recibió el apoyo de Alfonso. La combinación de ideales
caballerescos y monásticos, de valentía y piedad, le era afín. Ya en 1128,
cuando la nueva Orden fue presentada en el Concilio de Troyes, le hizo ricas
donaciones; finalmente, en su testamento, le dejó un tercio de su reino. Los
"Caballeros de San Juan", que, según Briz Martínez, fueron fundados
en el siglo IX, en San Juan de la Peña, con el propósito de luchar contra los
infieles, y la Hermandad de Belchite fundada por el propio Alfonso, fueron
pronto integrados en la nueva Orden. Por lo tanto, no nos sorprende que Wolfram
llamara "templeise" a los caballeros que protegían el Grial. "Templés" era el
nombre usado para los templarios en Occitania y Aragón: otra palabra de un
idioma de los Pirineos que encontramos en su Parzival.
El propio
Alfonso fue llamado "Anforts" en la lengua occitana de su reino, o,
latinizado, "Anfortius". Él, obviamente, fue el histórico rey del
Grial, llamado "Amfortas" por Wolfram von Eschenbach.
A su lado luchó
un joven caballero francés, el "Conde de Valperche", también llamado
"Alperche", Rotrou II de Perche, cuyo padre murió temprano, seguido
por sus hermanos, durante la Primera Cruzada, y que fue educado sólo por su
madre. Al igual que el joven Perceval se enteró de que era primo del rey del
Grial, "Valperche" era el primo de Alfonso. Si el Parzival de Wolfram
nació en Anjou, Rotrou era conde de la vecina Perche. Parzival era el
"caballero rojo" ("rojo", en alemán, es "rot"), y
rojo era el color de las armas de Rotrou. Los paralelismos son evidentes. ¿He
mencionado que Guiot de Provins fue hospedado por dos sobrinos de Rotrou (que
nunca tuvo hijos), Thibaut V le Bon, conde de Chartres, y Rotrou III, conde de
Perche?
Como Amfortas en
el Parzival de Wolfram, el rey
Alfonso / Anforts tuvo un final misterioso. El 17 de julio de 1134, cuando los
almorávides lo atacaron cerca de Fraga, fue herido por una lanza (probablemente
envenenada). Pocos días después firmó su testamento. Según la Chronica de Alfonso el Emperador,
escrita en 1152, fue llevado a San Juan de la Peña, donde murió siete semanas
después, el 7 de septiembre de 1134, desapercibido para la mayoría de sus
contemporáneos, que se preguntaban acerca de su paradero. Muchos no quisieron
creer que hubiera muerto. De acuerdo con la Crónica
de San Juan de la Peña, algunos decían que había marchado en peregrinación
a Jerusalén, mientras que otros confiaban en que un día volviese a Aragón.
Alfonso se convirtió en el rey que nunca murió y que un día regresaría para
liberar a su pueblo, al igual que el mítico rey Arturo, cuya leyenda fue
probablemente inspirada por el destino de Alfonso. Todavía en 1175, un herrero
afirmó, convenciendo a muchos, que él era el rey Alfonso que había regresado;
fue ahorcado en 1181 por Alfonso II. Este clima de incertidumbre, entre el
duelo y la esperanza, se refleja en la saga del Grial. En ella el rey enfermo
Amfortas espera a un digno sucesor que lleve la salvación a sí mismo y a su
país: "Amfortas pasa la vida en su sillón; no puede cabalgar ni andar, ni
acostarse ni incorporarse. Sigue siendo el señor de Munsalwäsche, pero la ira
de Dios lo ha ocultado", escribió Wolfram. También la Crónica de San Juan de la Peña considera su derrota como un castigo
de Dios "por el sacrilegio que cometió en León y Castilla": el
habitualmente piadoso rey había confiscado propiedades de iglesias y
monasterios para pagar a sus tropas.
Al igual que el
mítico rey del Grial, Alfonso era infértil, probablemente a causa de una lesión
en batalla, y no dejó un heredero al trono. Pasó un año antes de que se
encontrara un sucesor. Finalmente, su hermano Ramiro "el Monje", que
había entrado en un monasterio francés siendo un niño y había llegado a obispo,
tuvo que cambiar la Mitra por la Corona, al menos durante algunos años. Con un
permiso especial del Papa, contrajo matrimonio con Inés de Poitiers, hija de un
conde francés, y recibió dispensa de su celibato hasta que su esposa dio a luz
a una hija, llamada Petronila como la legendaria hija de San Pedro. A la edad
de 3 años, casó con Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y duque de Cataluña,
cuyo hijo se convertiría en el nuevo rey de Aragón, llamado Alfonso, como su
tío-abuelo. Tras sólo cuatro años en el trono, Ramiro "el monje"
abdicó y se retiró al monasterio de San Pedro el Viejo de Huesca, a hacer
penitencia por su breve encuentro con el poder mundano.
Se refleja la
verdad histórica cuando Wolfram von Eschenbach describe a una virgen como la
auténtica protectora del Grial y dice que casó con un duque "Kyot de
Katelangen", la vecina Cataluña. Pero aquí termina el núcleo histórico de
la saga. El Parzival no es un libro
de historia, sino un "roman a clef", "historia en clave",
una novela basada en hechos y personajes históricos y, al mismo tiempo, un
instrumento de propaganda política.
EL NACIMIENTO DE
UN MITO
Cuando su padre
murió y Alfonso II se convirtió en el nuevo rey de Aragón, éste tenía sólo
siete años de edad. No es de extrañar que su pueblo rogara por el regreso de su
fuerte tío-abuelo, el rey cruzado español, el jefe militar. En este ambiente de
esperanzas y preocupaciones, surgió el mito del Santo Grial, muy probablemente
con motivo de la boda de Alfonso, cuando Guiot de Provins visitó su corte; una
obra épica, glorificando el linaje de la dinastía y su misión, la Reconquista y
re-cristianización de España, una llamada para una nueva cruzada.
La boda de
Alfonso fue una señal para el mundo. El joven rey ya era un hombre adulto, de
unos 18 ó 19 años de edad. Que casara con una princesa castellana era
políticamente acertado; la rivalidad entre los dos reinos cristianos los había
apartado durante demasiado tiempo de la lucha contra el verdadero enemigo, los
moros. Su mismo nombre lo obligaba a proseguir las campañas de su tío-abuelo,
especialmente la liberación de Valencia, que, después de la muerte del Cid, fue
conquistada por los "infieles". Sabía que por sí solo no tenía fuerza
suficiente para tal empresa: necesitaba el apoyo de otros gobernantes europeos.
Por lo tanto Alfonso, que amaba la poesía y siempre acogió a trovadores en su
corte, ordenó al más famoso de ellos, Guiot de Provins, que desarrollara una
propaganda eficaz para una nueva cruzada.
Cuando los
caballeros europeos marchaban a una cruzada en Tierra Santa, les guiaba un
ideal espiritual, la liberación del Santo Sepulcro, el lugar de la Resurrección
del Señor. Por tanto, era necesario ofrecerles un ideal incluso más noble, por
el que valiera la pena vivir y morir: el Santo Grial. La tumba de Cristo está
vacía, pero Cristo vive, está entre nosotros, en el Santísimo Sacramento. ¿Hay
mejor símbolo de la Santa Eucaristía que el propio cáliz en el que Cristo,
durante la Última Cena, ofreció su preciosa sangre, el Santo Grial, que se
veneraba en Aragón? Esta misteriosa reliquia fue descrita con todos los poderes
normalmente atribuidos a la Santa Eucaristía, incluyendo la promesa de la vida
eterna, que Cristo pronunció en la sinagoga de Cafarnaún: "Éste es el pan
que ha bajado del cielo ... el que come de este pan, vivirá para siempre"
(Jn 06:58). Sólo el que sirve al Santo Grial, sólo el que lucha valientemente
contra los infieles que lo amenazan, será digno de recibir la bendición del
Grial.
Guiot combinó la
historia del Santo Grial con las leyendas artúricas: los Caballeros de la Mesa
Redonda fueron los grandes modelos de conducta de los caballeros medievales. Se
esperaba que los príncipes europeos siguieran su ejemplo y reconocieran el
Grial como la más alta meta.
Pero Alfonso II
fracasó en sus esfuerzos. Perturbaron sus planes, primero, el conde Raimundo de
Toulouse, y después el rey Alfonso VIII de Castilla, que se alió con Federico I
Barbarroja. Alfonso II reaccionó y forjó una coalición contra Castilla.
Finalmente el Papa intervino e hizo un llamamiento a los reyes cristianos para
que pusieran fin a las guerras de unos contra otros, y unieran sus fuerzas
contra los moros. El rey de Aragón fue el primero que siguió con entusiasmo
esta convocatoria. Como acto de penitencia, fue en peregrinación a Santiago de
Compostela, y tenía previsto iniciar una campaña importante el año siguiente.
Pero entonces, en abril de 1196, murió repentinamente, sólo con unos 42 años de
edad.
LA EVIDENCIA
FINAL
Pero ¿es
realmente el Santo Cáliz, que hoy se venera en Valencia, el legendario Santo
Grial, que se describe en los mitos y romances medievales? Es evidente que
combina detalles de las descripciones de Chrétien y de Wolfram, al ser un
recipiente de piedra con una base dorada con dos asas y cubierta de perlas y
piedras preciosas. Chrétien también menciona la "radiante luminosidad, un
resplandor más brillante que las velas, como el Sol es más brillante que la
Luna cuando se levanta", el reflejo amarillo-rojizo del ágata traslúcida
que da, a contraluz, la impresión de las llamas.
La prueba más
importante para nuestra identificación del Santo Grial es una pequeña
inscripción cúfica en el pie del cáliz, de sólo unos 3,5 centímetros de
longitud, que se puede datar entre los siglos VII al X. Dado que el documento
de 1135 menciona "un cáliz de piedra preciosa y un cuenco de similar
piedra preciosa", obviamente ambas partes fueron veneradas en aquella
época, tal vez como el cáliz y la patena de la primera Eucaristía.
Probablemente fue el rey Ramiro II el que, cuando pidió prestadas las reliquias
del monasterio, ordenó a su inclusión en un solo Cáliz en el estilo del
momento.
Y de hecho
Wolfram von Eschenbach menciona una misteriosa inscripción en el Grial:
“Ze ende an des
steines drum
con karacten ein
epitafum
sagt sinen namen
und sinen art”.
("En la
parte superior de la piedra una inscripción de letras dice su nombre y
carácter").
Ha habido varios
intentos de leer la inscripción de la parte superior del pie del Santo Cáliz:
- El Profesor
Beltrán la interpretó como "li-Izahirati" o "lilzahira",
que podría significar "la floreciente". Beltrán creyó que el tazón
era originalmente un recipiente para incienso utilizado en la "Medina
Azahara", la "Ciudad de las Flores" del califa cerca de Córdoba,
y que se usó más tarde por los cristianos como base para el Cáliz. Esta
hipótesis es controvertida, ya que ningún otro cuenco utilizado en este u otro
palacio llevaba su nombre.
- Juan Ángel
Oñate consultó a varios arabistas. Uno de ellos, el Dr. Youssef Al-Farkh,
tradujo la inscripción como "Al-Magd Limariam", "Honor a
María" u "Honor al hijo de María".
- El Padre
Lemoine, un experto en lenguas semíticas de L'Ecole Biblique de Jerusalem, cree
que podría significar "Al-rahim", "el Misericordioso", uno
de los nombres árabes para Dios.
- La
interpretación más interesante es la del arabista alemán Profesor Hans-Wilhelm
Schäfer, que lo lee como:
1 Alif A
2 Lam L
3 Be B
4 Ze S
5 Te T
6 Sad S
7 Lam L
8 Je J
(Halbvokal)
9 Sad S
Puesto que en
árabe las vocales cortas no se escriben, Schäfer reconstruye el texto como:
ALABSIT SILLIS,
o, añadiendo un artículo, AL-LABSIT AS-SILIS.
Esta
interpretación es realmente relevante, ya que Wolfram escribió acerca del
Grial: "er heizet LAPSIT EXILLIS" - "su nombre es LAPSIT
EXILLIS".
Como subraya
Wolfram, la inscripción, que de hecho puede "aparecer" y
"desaparecer" en función de las condiciones de luz, se puede
interpretar de diferentes maneras, lo que podría haberle dado el carácter de un
oráculo. No podemos estar seguros de si las letras cúficas representan una
palabra árabe o la transcripción de una palabra latina. Al menos Wolfram (o su
fuente Guiot) obviamente lo entendieron como el latín "lapis ex
stellis", "Piedra de las Estrellas", inventando la leyenda de
que la piedra de la que se extrajo el cáliz fue traída a la Tierra por los
ángeles. Pero sea lo que sea lo que alguna vez significó, su mera existencia es
la prueba definitiva de que el Santo Cáliz es realmente el Santo Grial descrito
en la literatura medieval.
Esto convierte
el Santo Cáliz de Valencia en un objeto de la mayor importancia. Gracias a
Chrétien de Troyes y a Wolfram von Eschenbach, el Santo Grial se erigió en
metáfora de los más altos ideales y aspiraciones de la Europa cristiana. Buscar
el Santo Grial significa llegar al fondo del misterio de la Sagrada Eucaristía.