domingo, 14 de septiembre de 2014

El Santo Cáliz de la Cena (XIV). Manuel Sánchez Navarrete




EL SANTO CÁLIZ DE LA CENA
SANTO GRIAL VENERADO EN LA CATEDRAL DE VALENCIA (XIV)

Manuel Sánchez Navarrete

Valencia 1994


Los Arzobispos de Valencia y el Santo Cáliz

Desde el momento en que Alfonso el Magnánimo, en 1473, hace entrega a la Catedral de Valencia del Santo Cáliz de la Cena del Señor, los arzobispos que sucesivamente irán rigiendo la archidiócesis valentina mantendrán ininterrumpidamente una especial veneración a la Sagrada Reliquia y participarán como impulsores y promotores de su devoción, recogiendo iniciativas y cooperando en cuantas actividades espirituales y culturales centradas en su culto vinieran a surgir.
En 1608, respondiendo a la iniciativa del benemerito canónigo de la Catedral de Valencia, don Honorato Figuerola —quien se había lanzado con empeño a acrecentar la devoción que ya venía profesándose al Santo Cáliz suscitando el incremento de su culto—, es San Juan de Ribera quien con Fray Isidoro Aliaga, que rigiera la diócesis entre 1612 y 1648, aprobando y favoreciendo el cumplimiento de las disposiciones otorgadas por el canónigo Figuerola, a la muerte de este, instituyen definitivamente la celebración de una fiesta anual en honor del Santo Cáliz, que continuará, con una serie de cultos y fiestas anejas que incluía una procesión que recorría el mismo itinerario que la del Corpus, hasta el siglo XIX, en que comenzara a decaer la solemnidad de los actos a consecuencia, principalmente, como ya vimos, de la nefasta desamortización decretada por Mendizábal.
En 1888, el cardenal-arzobispo de Valencia, que tomara posesión de la diócesis el año anterior, don Antonio Monescillo y Viso, promovía la renovación de la fiesta, la que celebraba con gran esplendor oficiando de pontifical y con procesión claustral en la que participaron todas las parroquias.
El arzobispo don Valeriano Menéndez Conde, que había hecho su entrada en Valencia en 1914, no sólo continúa participando en los actos de devoción al Santo Cáliz sino que promueve su definitiva instalación en el Aula Capitular donde hoy se venera, a la que es trasladada en un solemne acto inaugural el día de la Epifanía de 1916.
A su sucesor en el episcopado, don Jose María Salvador y Barrera, se le debe la aprobación, en febrero de 1918, de los estatutos de la «Real Hermandad del Santo Cáliz, cuerpo colegiado de la nobleza titulada Valenciana».
Tras el anterior, pasa en 1923 a ser titular de la sede valenciana don Prudencio Melo y Alcalde, el que, salvado el paréntesis de los años 1936-39 y la recuperación del Santo Cáliz, oculto en Carlet durante el período de la guerra civil, promueve un renovado fervor hacia la Sagrada Reliquia. A su iniciativa se debe el impulso dado a la primera reforma de la Capilla y la celebración, el 23 de mayo de 1943, con inusitado esplendor, de la fiesta del Santo Cáliz, con el traslado solemne de éste a la plaza de la Virgen, donde el alcalde de la ciudad, don Joaquín Manglano, proclama la ofrenda de Valencia al Sagrado Vaso.
Pero es a partir de 1946, con la llegada a Valencia del arzobispo don Marcelino Olaechea y Loizaga, cuando la devoción y culto al Santo Cáliz inicia una nueva etapa de renovación intensa y creciente devoción.
Como fruto del celo pastoral de don Marcelino, cabe destacar:

- La asignación a una canongía en el cabildo, de la carga de Celador del Culto al Santo Cáliz, que es aprobada en sesión capitular extraordinaria celebrada el 16 de septiembre de 1948, presidida por el propio Prelado, y que hasta la actualidad ha sido desempeñada en sucesivas etapas por los prebendados celadores don Benjamín Civera Miralles, promovido para el cargo el 14 de octubre de 1948; don Vicente Moreno Boria, designado como nuevo Celador el 3 de marzo de 1957, y don Miguel Canet, que le sucede a partir del 20 de enero de 1990.
- La constitución de la Cofradía del Santo Cáliz, erigida en la Catedral y aprobada definitivamente por el Prelado el 25 de noviembre de 1955.
- El remozamiento y puesta al día de la Real Hermandad del Santo Cáliz, Cuerpo colegiado de la nobleza titulada valenciana, a la que infunde nuevo impulso.
- La campaña de difusión por España, Europa y América, de esta devoción ecuménica y valentina, culminada con la publicación de numerosos folletos, estampas y libros sobre el Santo Cáliz, y en la profesión de numerosos cofrades, de dentro y fuera de España, como el grupo de Liverpool (Inglaterra), con su lord Alcalde, a quien el Dr. Olaechea impuso la insignia de honor.
- Y, en fin, una constante labor de superación caracterizada por sus abundantes frutos y desarrollada al calor de su corazón eucarístico.

Es bajo este impulso que las peregrinaciones se multiplican y toman un carácter más variado bajo la iniciativa de determinadas entidades, cofradías y parroquias, e incluso en ocasiones organizadas por las propias parroquias de una determinada población o, más todavía, de un arciprestazgo completo. Se hace también frecuente la llegada de numerosas personalidades y grupos procedentes tanto de España como del extranjero, así como de prelados que arriban desde los más alejados países y estudiosos de la historia y del arte que acuden a postrarse ante el Cáliz de la Cena del Señor. Y como resumen de todo ello, el hermoso significado que viene a representar en orden al elevado y profundo nivel alcanzado en la devoción a la Sagrada Reliquia, la norma que llega a establecerse de que todos los nuevos canónigos y beneficiados de la Catedral, inmediatamente después de tomar posesión de su cargo, visiten la capilla e ingresen en la Cofradía.
Pero fue con motivo de la celebración de la ya aludida efemérides del XVII Centenario de la llegada a España del Sagrado Vaso, cuando de nuevo vino a hacerse patente el esfuerzo realizado por don Marcelino, que a la vez que continuaba en su propósito de avivar un nuevo renacer en Valencia del culto al Santo Cáliz, confirmaba una devoción eucarística cuya máxima proyección se manifestaría en la celebración de aquel memorable acontecimiento que marcaba con su impronta una fecha memorable en la historia de Valencia.
Dentro de esta celebración, no es posible eludir, por el singular relieve que alcanzaran, la publicación de dos pastorales que emitiera don Marcelino en los mismos umbrales del ciclo de las fiestas mayores del Centenario: la primera era dada a conocer en la Pascua de Resurrección del Señor de 1959; la segunda, el 1 de junio del mismo año. En ellas se aunaban la erudición histórica, el fervor eucarístico, el celo pastoral, la dedicación patria, la ejecutoria de una sentida valencianía y la dilatada apertura de un corazón paterno; todo ello iluminado con la más fina prosa y la más encendida caridad.
Finalmente, y en lo que respecta a los grandes logros alcanzados por don Marcelino, como celoso impulsor de la devoción y acrecentamiento del culto al Santo Cáliz de la Cena, merece sean recordadas las impresionantes procesiones que con motivo de las celebraciones del Jueves Santo y Día del Santo Cáliz, vinieron a tener lugar durante algunos años. La realidad impresionante del paso de la Sagrada Reliquia, que partiendo de la Catedral en las noches de Jueves Santo, se dirigiera por las calles y plazas de la ciudad hasta el balcón principal del Ayuntamiento, de donde se impartía con ella la bendición a la multitud congregada en la gran plaza, vinieron a confirmar la bondad y el acierto de ésta, una más, de las iniciativas de don Marcelino.
Del Periódico Las Provincias de Valencia, entresacamos uno de sus párrafos, en el que se resume lo que supuso en el incremento de la devoción y culto al Sagrado Vaso, la devoción contagiosa y la fe arrebatada del inolvidable Prelado:
«Reconozcamos que, por fin, la fama, el interés y el culto del Santo Cáliz ha roto el delicado capullo reducido e íntimo en que se desenvolvió hasta ahora, y se difunde de una manera creciente y cada día más poderosa dentro y fuera de las fronteras patrias.»
El arzobispo don José Mª García Lahiguera, que llegara a Valencia en 1969, gran devoto de la Eucaristía, no sólo sigue promoviendo con especial interés la devoción al Santo Cáliz, sino que manifiesta singular complacencia en asistir a cuantas solemnidades se celebran en honor de la Sagrada Reliquia. A él se debe la iniciativa de que en 1972, al tener lugar en Valencia la celebración del VIII Congreso Eucarístico Nacional, todo el temario viniera a girar en torno al Santo Cáliz, lo que contribuyó a la difusión e intensificación de su culto. También merecen ser recordados los deliciosos documentos eucarísticos por él escritos para los programas de las fiestas anuales.
Con don Miguel Roca Cabanellas, que toma la posesión de la diócesis en 1978, se celebra la inauguración de las definitivas obras de restauración de la capilla que, sufragadas por la Diputación Provincial, siendo su presidente don Ignacio Carrau Leonarte, tiene lugar el 26 de enero de 1979.
También hay que anotar como trascendental y decisiva su intervención en la visita que el Papa realizara a Valencia en 1982, pues que gracias a él, Juan Pablo II tuvo en sus manos y besó repetidamente la singular Reliquia en la Catedral, y más aún, ofició la Santa Misa con el Santo Cáliz en la solemne Eucaristía de la ordenación sacerdotal.
En 1991 presidió la magna peregrinación que, promovida por la Junta de la Semana Santa de la Provincia de Valencia, discurriera por las calles de la ciudad para rendir el homenaje de su devoción al Santo Cáliz de la Cena, un solemne acto caracterizado no solamente por el elevado número de participantes representando a 145 cofradías y 22 poblaciones, sino por el respetuoso silencio y singular devoción observados en su recorrido por las calles de la ciudad, y, sobre todo, por la unción que acompañara la celebración eucarística oficiada por el Prelado, en presencia del Santo Cáliz, trasladado procesionalmente al altar Mayor desde su Capilla.
Sólo un secreto deseo quedó en su alma: el de llegar a celebrar un día la Eucaristía con el Santo Cáliz. Su inesperada muerte trunco el deseo.
Con don Rafael Sanus, designado obispo administrador tras el desgraciado accidente que diera fin a la vida de don Miguel, tiene lugar la inauguración el 3 de julio de 1992 del retablo restaurado de la Capilla del Santo Cáliz, que hoy aparece enriquecido y completado, mediante la ubicación de dieciséis nuevas imágenes sufragadas por la Real Hermandad.
Con el nombramiento de don Agustín García-Gasco Vicente, un nuevo Pastor pasa a ocupar la Sede de la Archidiócesis. El propio prelado, al hacerse pública la designación, manifiesta el deseo que le anima de ser para todos el maestro bueno, el pontífice santo, el buen pastor, y en esa su entrega apasionada se abre el camino para que la Fe en Jesucristo se haga realidad cada vez más en el pueblo fiel, a través del Santo Cáliz, símbolo eucarístico por excelencia y reliquia del más auténtico amor, que siguiendo la devota trayectoria de los arzobispos de Valencia, reinará y se acrecentará bajo el pontificado de don Agustín, cuyos primeros contactos se inician bajo los más favorables auspicios.
Con motivo de su primera participación en las celebraciones eucarísticas de los Jueves del Santo Cáliz, Mons. García-Gasco pasó a enriquecer con su firma el Libro de Oro de la Cofradía del Santo Cáliz de la Cena, rubricando unas sentidas palabras de estímulo y aliento en la realización del cumplimiento que a los miembros de la Cofradía compete, tanto en sus actividades en la vida pública como en su ejemplaridad en el amor y devoción al sacramento de la Eucaristía.
He aquí la reproducción del texto autógrafo:

«Gracias a la Cofradía del Santo Cáliz por su acogida y distinción. Deseo que la Eucaristía, que el Santo Cáliz nos recuerda, perdure en cada uno de los Cofrades y en este Arzobispo el compromiso de hacernos presentes en la vida pública como testigos verdaderos que configurados por Jesucristo hablamos de lo que hemos visto y palpado en el Sacramento que adoramos y con el que comulgamos. El Santo Cáliz nos habla de presencia, de don y de entrega, tres modos de amar que nos disponemos a imitar para despertar el amor al Sacramento de la Eucaristía. Con mi bendición y afecto para todos.»

Observemos, finalmente, que desde el arzobispo Olaechea, en que se constituye la Cofradía del Santo Cáliz de la Cena, todos los arzobispos de Valencia y la práctica totalidad de los obispos valencianos han recibido la insignia de honor de la Cofradía.


Evocación final
Digamos para finalizar, que pues el Señor en sus altos designios dignóse conceder a Valencia, por encima de otras naciones y pueblos, el singular privilegio de hacerla depositaria de tan maravilloso tesoro, es lógico que en reconocimiento a tan elevado favor, el pueblo fiel, valenciano o no, se vuelque en rendir su más fervoroso tributo de veneración y gratitud a la Sagrada Reliquia, honrándola como se merece, pregonando su excelsitud, practicando su culto y promoviendo su devoción, a cuyo fomento contribuye de manera encomiable el propio ejemplo del grupo de fieles adoradores del Santo Cáliz que militan en su Cofradía y que como nuevos caballeros del místico Grial contribuyen con su presencia a enaltecer y magnificar cuantos actos se realizan en honor y veneración del Sagrado Vaso, llenos la mente de fe y de amor el corazón.
Es esta Cofradía del Santo Cáliz de la Cena, erigida en la Seo valenciana, la que en medio de una sociedad cada día más debilitada en sus afirmaciones religiosas, se reafirma como levadura y fermento de la devoción a la excelsa Reliquia, con un ritmo lento pero continuado en el crecimiento del número de sus cofrades que ya en la actualidad alcanza un alto índice de participación, cuya valoración se incrementa con la incorporación de las numerosas hermandades, cofradías e instituciones que se honran con inscribirse como cofrades colectivos o con la formación iniciada de delegaciones locales que, como las de Madrid y Alboraya, se revelan como un feliz augurio de hasta donde se vislumbra podrá llegar la vitalidad de una Cofradía en plena expansión; fervorosamente comprometida en la obligación de constituirse en adalid de la propagación del Culto al Santo Cáliz, al amparo de la maravillosa Capilla gótica donde recibe culto y veneración constante.

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