sábado, 13 de septiembre de 2014

El Santo Cáliz de la Cena (XIII). Manuel Sánchez Navarrete




EL SANTO CÁLIZ DE LA CENA
SANTO GRIAL VENERADO EN LA CATEDRAL DE VALENCIA (XIII)

Manuel Sánchez Navarrete

Valencia 1994


Devoción y culto

Pues que sois rico legado
que nos dio el divino amor,
sed por siempre venerado,
Santo Cáliz del Señor.
De Gozos en alabanza del Santísimo Cáliz de Nuestro Señor Jesucristo.

Inicios y evolución
Salvando lo que la tradición nos refiere de la amorosa veneración con que fuera conservada y utilizada la Sagrada Copa desde los tiempos apostólicos hasta el martirio del Papa Sixto II; el alto y misterioso destino objeto de búsqueda y admiración con que se nos presenta a través de las leyendas medievales, y la noticia ya más concreta que se nos da en el documento de entrega a Martín el Humano en 26 de septiembre de 1399, en el que se afirma que «con tal Cáliz acostumbraron a consagrar los Abades, priores y presbíteros del Monasterio de San Juan de la Peña», es a partir de 1437 —cuando el Santo Cáliz es depositado con las demás reliquias en la Sacristía de la Catedral de Valencia, y hasta 1914 en que tiene lugar su traslado al Aula Capitular Antigua convertida en su Capilla propia—, que la Sagrada Reliquia comienza a tener unos leves esbozos de culto que, en síntesis, se reducen:

1) A ser expuesto a la adoración pública, junto a las principales reliquias, en determinadas circunstancias y siguiendo un ritual preestablecido y debidamente aprobado.
En realidad se ignora cuando se iniciara exactamente esta clase de culto, aunque es de suponer fuera tras su entrega al Cabildo de la Seo valenciana, si bien ya con anterioridad, es decir, desde el siglo XV, tenía lugar la exposición al pueblo, el día de Viernes Santo, de las principales Reliquias entonces existentes, entre las que todavía no figuraba el Santo Cáliz.
En el siglo XVI se efectuaba esta Ostensión de las Reliquias el día de Pascua, fecha que, en el Cabildo Pascual del 20 de abril de 1610, fue trasladada al lunes de Pascua de Resurrección, costumbre que perduró hasta bien avanzado el siglo XIX (J. SANCHIS SIVERA. La Catedral de Valencia, p. 377 y ss.).
A partir de 1828 y hasta 1914, ya consta se mostraba el Santo Cáliz a la veneración de los fieles juntamente con las demás Reliquias en la Capillita-Relicario (ábside de la Sala Capitular) todos los jueves, a las 10 de la mañana. El Subsacristán encargado de mostrar las Sagradas Reliquias se revestía de sobrepelliz y estola y salía empuñando en su mano derecha un puntero. Una vez encendidas las velas del Altar del Relicario indicaba a los concurrentes se pusiesen de rodillas, tras lo cual abría la puerta del Relicario y, arrodillándose también, iba señalando con el puntero cada una de las Reliquias, mientras un sacristán colaboraba leyendo el nombre y procedencia de cada una de ellas.
Cuando llegado el turno señalaba el Santo Cáliz, decía:
«Sobre esta peana de plata se conserva el Santísimo Cáliz en que Jesucristo Nuestro Señor consagró su preciosísima Sangre y la dio a beber a los Apóstoles la noche de la Cena en el Cenáculo. Es de piedra ágata cornerina oriental.
Esta Sacrosanta Reliquia nos recuerda los grandes misterios que el dulcísimo Jesús obró en favor de los hombres, y en particular, nos recuerda el Misterio de la Institución del adorable Sacramento de la Eucaristía: alimento, consuelo y esperanza de las almas fervorosas.
Alabemos, pues, con todo nuestro corazón al Todopoderoso, por el honor que ha dispensado a Valencia entre tantos pueblos y naciones católicas, y hagamos que este tesoro tan singular sea motivo constante en nosotros de admiración, amor y agradecimiento hacia la bondad divina.
Sí, amadísimo Jesús, sellad y fortaleced con vuestra gracia la firme resolución que hoy hacemos de amaros, reverenciaros y rendiros continuados obsequios y homenajes en el Santísimo Sacramento del Altar, donde humildemente adoramos vuestro Santísimo Corazón, en el cual deseamos vivir para siempre y dar en la hora de la muerte el último suspiro, Amén.»

2) A recibir la veneración de los fieles los días de jueves y Viernes Santos, en que servía de Cáliz para reservar la Sagrada Forma en el Monumento. Fue precisamente en una de estas ocasiones cuando se produjo la rotura a la que en otro lugar aludimos. A partir de este accidente y para evitar la posibilidad de cualquier nuevo percance de la misma índole, acordó el Cabildo valentino que no volviera a ser usado el Santo Cáliz en los actos de Semana Santa, sino otro de oro que para dicho objeto regaló, en devoto desagravio, el mismo señor arcediano don Vicente Frígola, causante involuntario del hecho, quien vino a fallecer poco después a consecuencia de la impresión sufrida.
Ello no obstante, a partir de 1939, al ser tanta la gente que acudía a venerar la Sagrada Reliquia en el día de Jueves Santo, y resultar insuficiente el corredor de acceso a la Capilla, vióse impelido el mismo Cabildo Catedral a tomar el acuerdo de que en dicho día fuera expuesto el Santo Cáliz a la veneración de los fieles en la Capilla de la Resurrección, situada en el centro del trascoro en la girola, lo que se llevaba a efecto realizando el traslado, en devoto cortejo procesional y bajo palio, por la mañana, donde permanecía hasta las ocho de la tarde, en que siguiendo el mismo ceremonial, era trasladado al Altar Mayor, donde tenía lugar la celebración de una solemne Hora Santa.

3) A la celebración de algunas procesiones esporádicas con motivo de algún destacado acontecimiento, como sucediera el domingo 26 de enero de 1585, en que, como obsequio al rey Felipe II y a su hijo el príncipe Felipe, se reprodujo el suntuoso aparato con que se exornaba la procesión del Corpus, oficiando el Patriarca Juan de Ribera, pero llevando bajo palio el sagrado Cáliz de la Cena (CRUILLES, Guía Urbana de Valencia Antigua y Moderna, t. II, p. 380 y TEIXIDOR, Valencia y su Reino, t. I, p. 286).

4) A la institución de una Festividad anual en honor del Santo Cáliz, sin que tampoco pueda fijarse con exactitud ni cuando ni cómo fueran en principio a tener lugar tales festividades.

Hemos de llegar a comienzos del siglo XVII, cuando se registra la iniciativa de un benemérito canónigo de la Catedral de Valencia, don Honorato Figuerola, natural de esta ciudad y gran devoto del Santo Cáliz, quien tras promover la celebración de solemnísimos cultos en honor de tan excelsa Reliquia, lanzóse a trabajar con gran empeño para que la devoción que ya venían profesando al Santo Cáliz bastantes fieles aumentase de día en día.
Consecuente con el deseo tan firmemente sostenido, y con objeto de asegurar la permanencia del culto a la Sagrada Reliquia después de su muerte, ocurrida en 1608, dejó constituida una administración de 22.000 libras en propiedad, con cuyas rentas habían de cumplirse varias obras pías, entre las cuales destacaba la celebración cada año de una solemne fiesta en honor del Santo Cáliz y de la preciosa Sangre del Redentor «con primeras Vísperas, Misa, Sermón y segundas Vísperas, todo con acompañamiento de órgano, como en el día de Corpus Christi...»; la celebración de dos procesiones: una claustral, por la mañana, y otra pública, con el mismo recorrido que la del Corpus, por la tarde, así como que se suplicase al señor Arzobispo que a la sazón rigiese la Archidiócesis, para que declarase festivo el día, amén de dejar mil libras para la construcción de una custodia u ostensorio en el que se pudiera llevar dignamente el Sagrado Vaso en la procesión.
Intervinieron decisivamente en la aprobación de la Institución propuesta por el difunto canónigo Figuerola, los insignes arzobispos San Juan de Ribera y Fray Isidoro Aliaga, quienes no sólo acogieron favorablemente la idea, sino que, tras detenido estudio de la documentación aportada en pro de la identidad del Santo Cáliz, dieron su asentimiento a la realización de la Fundación proyectada.
Es interesante recordar a este efecto que San Juan de Ribera era muy amante de las reliquias, pero con un criticismo muy depurado, hasta el punto de que mandara revisar con la más exigente escrupulosidad todas las que poseía, ordenando quemar muchas por no reunir, según su juicio crítico, aquellas condiciones necesarias para su valoración y reconocimiento. Sin embargo, en lo que se refiere al Santo Cáliz, no sólo lo admitió con entera certeza objetiva y moral, sino que hizo cuanto estuvo a su alcance para propagar su devoción y culto. Y hasta tal punto llegaba su convencimiento íntimo de la autenticidad del Sagrado Vaso, que como prueba delicada y expresiva surgida como espontánea confesión de su corazón y de su mente, vino a dejarnos una nota escrita de su puño y letra, que puede leerse en la Biblia que el Santo Patriarca tuviera para su uso (edición de Roberti Stephani, París 1540) y que se conserva en su famoso Colegio del Corpus Christi. En ella aparece, al llegar al pasaje donde San Mateo (XXVI, 27) habla de la Cena del Señor, subrayada la palabra calicem, y en el margen de pie de página, escrito de su puño y letra, en latín, la siguiente acotación, cuyo solo comienzo constituye de por sí una rotunda afirmación: hic calix husque hodie in hac nostra valentina ecclesia...
Que traducida en su parte inicial, nos dice: «Este Cáliz se conserva hasta hoy en esta nuestra iglesia valentina».
Por fin, en cumplimiento de las disposiciones otorgadas por el canónigo Figuerola, comenzó a celebrarse la fiesta anual del Santo Cáliz, que llegó a alcanzar extraordinaria popularidad, si bien en fechas distintas y solemnidad apropiada, según los tiempos.
Esta fiesta del Santo Cáliz siguió celebrándose con normalidad hasta principios del siglo XIX, y su procesión, a la que asistían las parroquias, comunidades religiosas y Jurados de la Ciudad, llegó a ser una de las más suntuosas, incluso parecida en esplendor a la del Corpus.
En cuanto a la fecha de su celebración, ha venido sufriendo desde su primer establecimiento diversas modificaciones, como fueron: el 14 de septiembre, festividad de la Exaltación de la Santa Cruz; el día de San Mateo; el primer domingo de julio, festividad en Valencia de la Preciosísima Sangre del Redentor; desde 1903, de nuevo el 14 de septiembre, por haberse suprimido en Valencia el rezo particular en honor a la Preciosísima Sangre de Cristo Nuestro Señor; posteriormente, el primer domingo de julio, y luego, el segundo domingo de octubre o noviembre.
Con el tiempo, sin embargo, motivóse la decadencia de la solemnidad de la fiesta, hasta el punto de que acabara ésta por pasar desapercibida para el común de los fieles, debido ello, principalmente, a los trastornos públicos que acaecieron por aquel entonces e incluso a la nefasta desamortización decretada por Mendizábal, por la que el Estado vino a apoderarse de todos los bienes de las administraciones.
En 1888 volvió a recuperar la fiesta del Santo Cáliz su solemnidad, merced al nuevo impulso que le diera el entonces Arzobispo de Valencia, Cardenal don Antonio Monescillo, gran devoto del Santo Cáliz, quien logró dar renovado esplendor a la fiesta en honor de la Sagrada Reliquia, oficiando casi siempre de medio Pontifical y celebrando por la tarde solemne procesión claustral, con asistencia de los cleros de todas las parroquias.
Hasta este momento el Santo Cáliz continuaba depositado en la Capilla de las Reliquias de la Catedral; pero en sesión del Excmo. Cabildo, celebrada el 1 de marzo de 1915, éste acuerda aceptar la moción promovida por el celo y actividad de su Deán, doctor don José Navarro Darás, en solicitud de que la preciada Reliquia fuera expuesta a la pública veneración y que para ello se le dedicara una capilla, como la estimada joya se merecía y la devoción del pueblo valenciano reclamaba.
Muy poco tiempo después, el 15 de mayo del mismo año, el Cabildo ofrecía al Prelado don Valeriano Menéndez Conde la antigua Aula Capitular, como el mejor estuche a joya tan estimable, y el señor Arzobispo aprobaba y bendecía la iniciativa que muy pronto venía a convertirse en realidad, al ser trasladado solemnemente el Santo Cáliz, el día de la Epifanía del Señor de 1916, con masiva asistencia de parroquias, autoridades y fieles, a la Sala Capitular Antigua, donde en la actualidad se halla.
El acierto de la nueva instalación quedó pronto de manifiesto ante el incremento en el culto que se produjo, hasta el extremo de que hubo necesidad de reglamentarlo, según acreditan documentos históricos.
Con fecha 28 de diciembre de 1917 son aprobados los Estatutos de la «Real Hermandad del Santo Cáliz, Cuerpo Colegiado de la Nobleza titulada valenciana», que reciben su confirmación, por el Excmo. Cabildo, en sesión del día 15 de febrero del siguiente año.
Tras el paréntesis de la contienda civil de los años 1936-39, ya devuelto el Santo Cáliz a su Capilla, prontamente se manifiesta un renovado fervor hacia la Sagrada Reliquia, por lo que el Cabildo, atento siempre a los movimientos piadosos de los fieles valencianos, y recogiendo la necesidad de proporcionarles el cauce necesario, aprueba en sesión del 15 de diciembre de 1939 las bases de un Reglamento para la constitución de una Cofradía del Santo Cáliz.
Recién nombrado arzobispo de Valencia el doctor don Marcelino Olaechea, y piadosamente conquistado desde su llegada por el Santo Cáliz, lanzóse con entusiasmo a intensificar el fomento de la devoción al Sagrado Vaso, con la firme cooperación de autoridades, clero y fieles de la ciudad y diócesis.
Un paso importante en la consecución de tal objetivo lo daba en la sesión capitular extraordinaria del 16 de septiembre de 1948, presidida por el propio Arzobispo, en la que éste exponía su deseo de colaborar al fomento del conocimiento y culto del Santo Cáliz, proponiendo poner como carga una canonjía, la de Celador del Culto del Santo Cáliz; propuesta inmediatamente aceptada por el Cabildo.
Cumplimentados los trámites de rigor, era adjudicada dicha canonjía al Muy Ilustre Sr. Dr. don Benjamín Civera Miralles, quien el 14 de octubre de 1948 tomaba posesión de su cargo. En su acertada labor impulsora puede anotarse:

- La restauración de los cultos tradicionales.
- La institución del ejercicio de los «Jueves del Santo Cáliz», con la celebración de una Misa por la mañana y una Hora Santa por la tarde, a fin de que todos los jueves, día en que el Señor instituyera la Sagrada Eucaristía y consagrara su divina Sangre en este Cáliz, pudieran expresar los fieles su reconocimiento por tan inmenso beneficio y reiterar su agradecimiento por el honor otorgado a la Santa Iglesia Catedral Valentina al hacerla depositaria de tan excepcional reliquia.
- El haber dado nuevo impulso a la Real Hermandad del Santo Cáliz.
- La fundación, como fruto sazonado de sus desvelos, de la «Cofradía del Santo Cáliz», erigida canónicamente en la Catedral, con estatutos aprobados ad experimentum el 25 de marzo de 1952, y con carácter definitivo, por parte del Prelado, el 25 de noviembre de 1955.
- Finalmente, la promoción de jubileos, peregrinaciones, visitas de parroquias, colegios y entidades, a fin de que los distintos estamentos de fieles puedan rendir el homenaje colectivo de su devoción a la Sagrada Reliquia.

El día 3 de marzo de 1957 era designado nuevo Celador del Santo Cáliz el a la sazón Prefecto de Sagradas Rúbricas, M. I. Sr. D. Vicente Moreno Boria, quien no sólo vino a continuar la tarea iniciada por su antecesor, sino que, fervoroso devoto del Sagrado Vaso, multiplicó sus desvelos para lograr que el culto al Santo Grial adquiriera la extensión e intesidad que merece, como Sacrosanta Reliquia en la que el mismo Jesús posara sus santas y venerables manos, y en la que consagrara su divina Sangre en ratificación del Nuevo y Eterno Testamento.
Fruto de esta su preocupación por acrecentar el fervoroso tributo de veneración a la Santa Reliquia, ha sido, recogiendo la concesión otorgada por el Motu Propio de Pío II «Sacram Communionem», de poder celebrar la Misa Vespertina, la propuesta que hiciera el Excmo. Cabildo, de un cambio de cultos en los «Jueves del Santo Cáliz», con la celebración de la Santa Misa por la tarde y ante el Santísimo expuesto, el ejercicio propio de los jueves. Merecida la aprobación del Cabildo y la del Prelado, fue celebrada la primera Misa vespertina el día 25 de abril, por el Sr. Arzobispo don Marcelino Olaechea, con asistencia del Cabildo y a intención de la Real Hermandad, que adopta para sí, a partir de 1958, el primer jueves de cada mes, quedando a cargo de la Cofradía el ofrecimiento de los restantes jueves, en cuya celebración cooperan también entidades, parroquias, otras cofradías y colegios corporativos.
Junto al ejercicio de los «Jueves del Santo Cáliz» figuran también como actos de piedad eucarística celebrados ante el Sagrado Vaso, la «Hora Santa de adoración diaria a Jesús Sacramentado», que se viene verificando desde el 1 de enero de 1958; la celebración de los actos más íntimos y familiares, como bodas, bautizos, primeras comuniones, etc., para los que el pueblo valenciano escoge esta Capilla, y el paso casi ininterrumpido de fieles y visitantes, llegados a veces de los más alejados lugares, con el afán de ver y postrarse ante el Santo Cáliz de la Cena del Señor.
Dos actos de extraordinaria y severa solemnidad, con celebración anual, merecen ser destacados.
Es el primero, la celebración del «Día del Santo Cáliz», cuya fecha quedó señalada para el día de Jueves Santo, y cuyo programa de actos, variable según se estimase oportuno, venía a comprender, en líneas generales: Hora Santa. Procesión claustral y acto público en honor del Santo Cáliz. Vigilia de Oración ante la veneranda Reliquia. Exposición del Santo Cáliz a los fieles, con turnos de vela a cargo de la Real Hermandad, Cofradía y devotos.
Recientemente ha sido modificada esta celebración, en el sentido de coordinar las solemnidades del Jueves Santo en la Catedral, con el traslado procesional y singular veneración de la Sagrada Reliquia en el mismo acto.
La segunda tiene lugar con motivo de la celebración de la Fiesta anual de la Cofradía que, por acuerdo del Excmo. Cabildo, se conmemora el último jueves de octubre. Consiste en:

- Traslado procesional del Santo Cáliz desde su Capilla al Altar Mayor de la Catedral.
- Eucaristía concelebrada, presidida por el Excmo. y Rvdmo. Arzobispo de Valencia o algún prelado o alta jerarquía de la Iglesia en ausencia de aquél, con asistencia del Cabildo, nutrida representación del Clero regular y secular, Real Hermandad, Cofradía y fieles devotos de la Sagrada Reliquia.
- Rezo de las preces reglamentarias al Santo Cáliz.
- Procesión claustral de retorno a su Capilla, durante el cual se entonan los «Gozos al Santo Cáliz» —en su versión en lengua valenciana— que fueran realizados en edición conmemorativa, en 1959, en la celebración del XVII Centenario de la llegada a España del Sagrado Vaso.

Anotemos, finalmente, los distintos actos, conferencias, reuniones de cofrades y funciones religiosas que en honor del Santo Cáliz vienen a tener lugar en algunas poblaciones, y, de modo destacado, las celebraciones que organizadas por la Delegación en Madrid de la Cofradía del Santo Cáliz de la Cena de Valencia, se solemnizan anualmente en la Iglesia Parroquial de San Sebastián de la capital de España, con gran asistencia de cofrades y fieles devotos de la veneranda Reliquia allí residentes, y a la que prestan singular relieve, junto a la presidencia y participación activa de destacadas dignidades de la Iglesia, la asistencia de nutridas representaciones de la Real Hermandad del Santo Cáliz y de la Junta y miembros devotos de la Cofradía de Valencia.
En 1991 se registra el cese, por motivos de salud, del activo y por todos tan estimado Canónigo Celador del Santo Cáliz D. Vicente Moreno, de imperecedera memoria, pues que no es fácil olvidar, entre otros muchos logros, que a su gran dinamismo y apasionada entrega debióse en gran parte el jubiloso éxito alcanzado en su memorable y apoteósico recorrido por tierras de Aragón de la legendaria Reliquia, con su evocadora presencia, por unas horas, en el antiguo refugio del viejo monasterio pinatense.
El día 6 de marzo, en sesión de Junta General Extraordinaria, se acordaba otorgar a D. Vicente el nombramiento de «Canónigo Director Honorario Perpetuo de la Cofradía», con entrega del Título correspondiente, el cual vino a hacerse efectivo en un emotivo acto celebrado en el lugar de su retiro actual, en Sagunto, el día 13 de julio, con asistencia del Ilmo. Sr. Deán de la Catedral, del Ilmo. Sr. D. Miguel Canet, designado como nuevo Canónigo Celador del Santo Cáliz, del Presidente de la Cofradía D. Ignacio Carrau y de D. Vicente Boada, en presencia de la Madre Superiora y una representación de la Comunidad de Religiosas donde se encuentra atendido D. Vicente y desde donde sigue con el corazón puesto siempre en la Santa Reliquia a la que diera lo mejor de su vida.


Ecos de un pregón
Como acabamos de anotar, entre las numerosas actividades que jalonan la vida de la Cofradía del Santo Cáliz, figuran en lugar destacado las actuaciones de sus miembros en reuniones, conferencias y actuaciones varias, como voceros y difusores de su devoción.
A una de estas intervenciones nos vamos a referir de manera especial y veremos por qué.
El 26 de abril de 1991 tenía lugar en la Parroquia de Nuestra Señora del Remedio, de Valencia, el acostumbrado pregón que, como llamada a la celebración de los tradicionales actos conmemorativos de la Semana Santa, conlleva la solemnización de esta efemérides litúrgica.
Contó el acto con la participación, con carácter de pregonero, del Presidente de la Cofradía, D. Ignacio Carrau, con una brillante exposición de la que no podemos resistirnos a seleccionar algunos fragmentos por estimar constituyen por sí mismos, no sólo el más delicioso y emotivo florilegio en loor de la devoción y culto del venerable Vaso, sino también el más hermoso código de comportamiento, digno de ser releído y meditado por todos los devotos y seguidores de este testigo inigualable de uno de los hechos más trascendentes para el mundo cristiano: el de la Institución del gran Misterio de la Eucaristía:

* El Santo Cáliz de la Cena debía convertir a Valencia en una ciudad pasionista en la que la conmemoración de la pasión se renovase día a día con la constante veneración; el Santo Cáliz debería tener una guardia permanente de oración para que no se repita la soledad por desamor de Cristo en su Pasión.
* El Santo Cáliz, en el que por primera vez el vino se convirtió en la Sangre de Cristo, debía ser punto de referencia de nuestra propia vida entregada a vivir, día a día, la Pasión, y en el cual ancláramos nuestras creencias.
* El Santo Cáliz debiera ser para los valencianos hito que marque el camino a recorrer para todos los que, comprometidos con Cristo, queremos asimilar su Pasión y su muerte.
* El Santo Cáliz debiera ser faro que en el desolado mar de la sociedad actual marcase el flujo y reflujo del fervor de la Semana Santa que estos días se despierta pero que pronto desaparece.
* El Santo Cáliz debiera ser fuente a la que de manera asidua nos acercáramos para venerarlo, sí, pero sobre todo, para recoger su influjo, renovando la carga de propósitos que cada año ante el dolor y el amor de Cristo formulamos en Semana Santa.
* La Capilla del Santo Cáliz, refugio eucarístico, ha de ser el núcleo del cual se inicie, con el convencimiento personal nuestro, y por el amor en Cristo, hecho Eucaristía, una reconquista de la sociedad para la que nos requieren los obispos en su documento «la verdad os hará libres» y ello únicamente lo podremos realizar si la Pasión de Cristo no es para nosotros un recuerdo pasajero, durante una semana al año, sino una vivencia, una compenetración permanente, junto a esa reliquia única como es el Santo Cáliz de la Cena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario