sábado, 10 de mayo de 2014

El Santo Cáliz de Valencia. Catalina Martín Lloris





LA EUCARISTÍA Y EL SANTO CÁLIZ

No se tiene documentación de lo que ocurrió con el cáliz utilizado en Última Cena. Las referencias que pueden existir las encontramos en el Nuevo Testamento y en los Hechos de los Apóstoles.
En el Nuevo Testamento se describe la Última Cena y la utilización del cáliz.
En San Mateo: Mientras comían, tomó Jesús el pan, lo bendijo y lo partió y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.
En San Marcos: Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo y lo partió y lo dio, diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos. Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada.
En San Lucas: Tomó el pan y dio gracias, y lo partió y lo dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria mía. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.
En los Corintios se dice: Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria mía. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria mía. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.


A partir de los acontecimientos ocurridos en la Última Cena y, tras la muerte de Jesucristo, durante los primeros siglos de la Iglesia, según relatan los Hechos de los Apóstoles, los cristianos de Jerusalén ya tomaban parte en las plegarias que tenían lugar diariamente en el templo. Por ejemplo, Pedro y Juan subían al templo a la oración de la mañana y para la oración de nona. Con el tiempo, los cristianos empezaron a acudir todos juntos al templo, lo que demuestra que formaban un grupo particular en el seno de la comunidad de Israel. Además, tenían conciencia de formar a su vez una comunidad particular y procuraron trasladar los acontecimientos ocurridos durante la Última Cena a sus propias celebraciones. De ese modo se reunían comunitariamente en casas privadas. Es el caso del cenáculo, donde se reunió la naciente comunidad. Pronto se multiplicaron estos lugares de reunión.
Los Hechos nos dicen que los cristianos “partían el pan en sus casas”, pero no aparece ninguna referencia concreta a la utilización del cáliz.
Una de estas casas es bien conocida: la de María, madre de Marcos, donde se hallaba, reunida en oración, una asamblea bastante numerosa, mientras Pedro permanecía en la cárcel. Asimismo vemos a Pablo exhortando a los hermanos en casa de Lidia, en Filipos, y celebrando la eucaristía en Tróade en el tercer piso de una casa particular. Es de notar el apoyo prestado así a la Iglesia por las familias que ponían sus casas a disposición de la comunidad. Pablo habla de Aquila y Priscila y de la “iglesia que está en su casa”. Los cristianos se reunían con frecuencia. Los Hechos hablan de reuniones diarias, que comprendían la fracción del pan, una comida y oraciones de alabanza. Lo que parece cierto es la existencia de una asamblea en la noche del sábado al domingo, así lo indican los Hechos. Las asambleas cristianas se celebraban siempre de noche, pero también es muy posible que tuvieran lugar a otras horas. Tal es, en concreto, el caso en que la Eucaristía iba acompañada de una comida, como aparece indicado en la Primera Epístola a los Corintios. Estas asambleas, según narran los Hechos, consistían en instrucción, fracción del pan y oraciones. Pese a que se describen con minuciosidad estas celebraciones, en ningún momento se nos describe cómo eran las copas que utilizaban de cáliz. Sí se habla de la fracción del pan como una expresión arcaica con que los Hechos designan a la Eucaristía. Con ella se recuerda la acción de Cristo al distribuir el pan después de haber pronunciado sobre él las palabras consagratorias. Cristo había instituido la Eucaristía durante un banquete pascual. La bendición del pan es la de los ácimos antes del banquete y la del vino corresponde a la copa que seguía al mismo banquete. Un rito que se ha conservado es aquel en el que el presidente de la Eucaristía, después de dar gracias, bendecía el pan y el vino extendiendo sobre ellos las manos y pronunciaba las palabras del señor en la Cena. Las plegarias de bendición y la extensión de las manos correspondían a lo que hallamos en las berakoth judías. [...]


Los cálices que utilizaban en estas celebraciones particulares eran cálices comunes de madera o piedra. No se tiene constancia en ninguno de los escritos o documentos eclesiásticos de que el mismo cáliz que usó Jesucristo en la Última Cena fuese utilizado por alguien después.
Durante el siglo III se siguió utilizando la práctica del pan y el vino. La comunidad seguía celebrando del mismo modo la Eucaristía que se celebraba sólo en domingo. La Eucaristía iba precedida de oraciones. [...] Continúa sin aparecer ninguna referencia a lo que ocurrió con el cáliz utilizado durante la Última Cena.


Etimológicamente, cáliz es el nombre de un vaso para beber de forma circular y profundidad variable, con amplia abertura y generalmente con asas cortas en el pie. Es exactamente el mismo objeto que en algunos documentos aparece descrito como copa. Proviene de la palabra kylix, del griego y, en un principio solía ser de cerámica, aunque con el tiempo se fueron realizando en materiales más ricos, sobre todo en metal, añadiéndoseles gemas y adornos hasta convertirse, a finales de la antigüedad clásica, en un vaso de fondo profundo, con asas o sin ellas, y montado sobre un pie alto y de base ancha. Los romanos lo llamaron calix y Macrobio cita estos recipientes como de uso corriente en la primera mitad del siglo V antes de Cristo. En la historia de los cálices cristianos ya los investigadores Cabrol y Leclercq aseguran que el cáliz litúrgico tomó como referente los vasos de uso corriente. Los vasos eucarísticos se utilizaron desde los primeros tiempos de la Iglesia.
[...]
Durante estos años la Eucaristía se celebraba con los utensilios estrictamente necesarios, como los vasos sagrados o los cestos para el pan eucarístico. Pero, con el tiempo, y ante la cada vez más evidente importancia de la celebración eucarística, cada uno de estos símbolos fue cobrando importancia, llegándose a hacer verdaderas filigranas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario