sábado, 17 de mayo de 2014

El Santo Cáliz de Valencia. Catalina Martín Lloris





JOAQUÍN LORENZO VILLANUEVA:
Viage literario a las iglesias de España.
T. II. Carta XIV.
De algunas preciosas reliquias de Valencia

Año 1804.


Joaquín Lorenzo Villanueva escribió un libro en el que relataba los aspectos más interesantes que había observado en un viaje por España.
Su obra comienza refiriéndose directamente al Santo Cáliz que se encuentra en la Catedral de Valencia, ya que destaca la presencia de preciosas reliquias que se conservan en varias iglesias de esta ciudad.
[...]
Una vez empieza a comentarlas, la primera es el Santo Cáliz que se conserva en la catedral, del que afirma Villanueva «se cree haber consagrado el Salvador en su Última Cena». No obstante, destaca que no es fácil señalar cómo fue trasladada esta reliquia de Jerusalén a Roma, desde donde, afirma, se cree haberla enviado a España San Lorenzo.
[...]
Villanueva toma la información directamente de Agustín Sales, tal y como señala: «Los fundamentos en que se apoyan las conjeturas sobre la traslación de este cáliz de Jerusalén a Roma, y de Roma a Huesca, pueden verse en la disertación que acerca de esto realizó Agustín Sales, impresa en Valencia en 1736», por lo que contemplaremos los mismos errores que en la anterior investigación. Villanueva afirma, al igual que antes lo hizo Agustín Sales, que la reliquia fue enviada a Huesca por San Lorenzo y depositada por los obispos de Huesca en el monasterio de San Juan de la Peña cuando invadieron los bárbaros aquella ciudad. Más tarde asegura que en el año 1399 fue trasladada por el rey Martín a la capilla de su Real Palacio de Zaragoza, donde estuvo todo el reinado de Fernando I y parte del de su hijo Alfonso el Magnánimo. Más tarde Alfonso a su vuelta a Valencia en 1424 desde Italia, y habiendo hecho traer a su palacio las reliquias de la Real Capilla de Zaragoza, antes de viajar a Castilla, las dejó depositadas en la sacristía de la Catedral de Valencia. Por lo tanto es la misma tesis de Sales, quien igualmente afirma que el 18 de marzo de 1437 Alfonso el Magnánimo hizo la donación a la catedral “de las reliquias que en ella había depositado, en cuyo instrumento se lee que una de ellas era el cáliz en que consagró Cristo el Jueves de la Cena.”
Acaba su disertación afirmando que «aún para los más severos críticos que ponen en duda la verdad de esta tradición, es este antiquísimo cáliz un monumento muy respetable de los primeros tiempos de la iglesia. Por no errar en su descripción he querido más bien enviar una copia exacta, que a mi presencia, y con el favor que debí al canónigo don Joseph Roa, dibujó el padre Fray Carlos Hernández, de mi orden, joven a quien por los trabajos que tiene emprendidos espero deberán alguna perfección en España las Bellas Artes».
[Acompaña el dibujo del dominico Fray Carlos Hernández].
También hace una descripción de las características del cáliz, describiendo que «la materia de este vaso se cree vulgarmente ser ágata cornerina oriental».
Sin embargo, Villanueva afirma que Attilio Zuccagni, director del gabinete de Historia Natural de Florencia, y médico del rey de Etruria, aseguraba que la pieza era un ónix verdadero. Pese a esta afirmación el autor no está seguro, pues el cáliz no presentaba las vetas en forma de uña que, según los naturalistas, es característico de esa piedra. El autor argumenta su tesis en que las vetas de esta copa bajan casi perpendicularmente desde el borde, formando como unas aguas, o claros y obscuros que sólo se perciben bien mirándolas a contraluz.

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