domingo, 7 de diciembre de 2014

Otro cáliz...




Cáliz de Valencia

LEÓNOTICIAS.COM

MIGUEL ÁNGEL NEPOMUCENO


7 de Diciembre de 2014
"No hay pruebas de carácter histórico en el cáliz de Doña Urraca" [cáliz de León]

Carlos Javier Taranilla de la Varga presenta Breve historia de las reliquias leonesas y cuestiona la investigación sobre el cáliz de Doña Urraca

Aunque se licenció en Historia del Arte en Oviedo, Carlos Javier Taranilla de la Varga (León, 1956) ha ejercido la docencia en esta ciudad, donde ha trabajado en el mundo editorial desde hace más de 25 años. Autor prolífico, [...] ha publicado recientemente Breve historia de las reliquias leonesas y sus relicarios, donde a través de los textos de antiguos cronistas que visitaron nuestras tierras, así como de investigadores actuales, Taranilla recoge los principales restos de carácter sacro de nuestra provincia y analiza sus continentes: los relicarios, además de estudiar a fondo, con nuevos datos históricos, el Cáliz de Doña Urraca.

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- En el trabajo sobre las reliquias leonesas que acabamos de sacar a la luz, hacemos por primera vez un recorrido por los restos sacros de la ciudad y provincia (aceptando que puede haberse dado alguna omisión de pequeña importancia, a la que estamos atentos para incluirla en posteriores reediciones) y, lo fundamental, ponemos en su sitio el tema del cáliz de Doña Urraca, que una investigación poco rigurosa ha identificado, sin ninguna prueba de carácter histórico sino a través de textos dados a la fabulación, con el mal llamado Santo Grial.
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Trabajé movido por el deseo de poner las cosas en su sitio, a la luz de los datos históricos, frente a las atribuciones que se realizan sin ningún rigor documental.
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Desde el punto de vista histórico, respecto al cáliz de Doña Urraca, no existe ningún testimonio que pueda emparentarlo con ningún objeto sagrado, ya que, como recojo en el libro, la Crónica Silense, que textualmente narra “los acontecimientos importantes de los reyes”, no lo menciona ni a la hora de la muerte del rey, quien, postrado los dos últimos días de su vida ante todo lo sagrado en la iglesia de San Isidoro, haciendo penitencia y pidiendo perdón por sus pecados, no cita ni pide ni reza ante el supuesto sagrado Cáliz. Únicamente existen los textos árabes del siglo XIV que narran la entrega de un cuenco al rey Fernando I tres centurias antes, habiéndolo querido relacionar los profesores Torres y Ortega, en su libro Los reyes del grial, con la Copa de Cristo. Pero dichos textos, en palabras de su traductor, el doctor Turienzo, tal como recogió Leonoticias en abril y octubre pasado, carecen de datación carbónica y por tanto del rigor científico preciso para realizar una atribución documentada, además de la sombra de fabulación que pesa sobre muchos escritos de este tipo, que buscaban sobre todo el exotismo para atraer a los lectores.

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- Hace unos días usted se mostraba muy crítico, y en el libro mencionado también lo hacía, sobre la mala praxis que algunos historiadores tienen de vender el oso antes de cazarlo. Me explico: en el libro de los doctores Margarita Torres y Miguel Ortega del Río, Los Reyes del Grial, se dice taxativamente que el cáliz de Doña Urraca custodiado en San Isidoro es sin ninguna duda la copa en la que Cristo bebió en la última cena, todo ello basándose en dos trozos de pergamino que el doctor Gustavo Turienzo Veiga encontró en la Biblioteca de Al-Azhar en el Cairo y que dijo que había que estudiar con más detenimiento. Sin embargo, se sacó a la luz, se entabló una rivalidad innecesaria con su homónimo el cáliz de Valencia y se lanzó a los cuatro vientos sin base alguna científica que lo sustentara, como debería haber sido un Congreso. Usted pone en duda su autenticidad porque ni en la Crónica Silense ni en ningún otro documento de la época se habla de él.
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El cáliz de Valencia tiene tradición documentada desde 1437, y aparece en cuadros, pinturas, textos, sin embargo el nuestro, aparte de esos dos trozos de pergamino, no tiene tradición. Usted apunta en su libro que es muy extraño que el Silense mencione que dos días antes de su muerte Fernando I se postró ante las reliquias de San Isidoro y San Vicente y sus bienes más queridos y en ningún momento hable del cáliz de Urraca. ¿Pero, sin documentación, exceptuando los pergaminos encontrados por Turienzo, cómo se sabe que el cáliz estaba en San Isidoro, cuando nadie lo menciona?

- La primera documentación de Valencia es de 1134, pero se ha perdido. La siguiente es de 1399. Se sabe que había en San Isidoro un cuenco que la infanta Dª Urraca mandó embellecer para donar a la basílica con motivo de su consagración y la llegada de los restos del santo desde Sevilla. A partir de entonces se empezó a llamar cáliz de Dª Urraca a dicha pieza. Lo de Grial, Copa de Cristo, etc., ha sido ahora, desde esa investigación carente del más mínimo rigor histórico.

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- En el tema del cáliz la connivencia con la Iglesia y los comerciantes ha sido flagrante, pero eso ayuda muy poco al rigor científico. Ustedes los profesores, además de publicarlo en libros, ¿no deberían alertar también a la opinión pública con artículos sobre lo que está sucediendo al socaire de tanta fabulación?

- Ése es uno de los mayores propósitos de la publicación que tengo en el mercado. Indicar a la opinión pública cuál es la verdad, mal que pese a los negocios que persiguen el lucro a toda costa.
 Y la cultura de un país, de un pueblo, es sagrada. Se lo digo a los alumnos a todas horas. Y recuérdense las palabras de Cervantes sobre los historiadores mentirosos que pongo tanto en el interior como en la contraportada del libro.
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El obispado no se ha alineado con los negociantes, sino que ha estado al margen, demostrando prudencia y buen juicio. Un canónigo de la Catedral, amigo mío, me decía: “¿Por qué no escribes un artículo poniendo las cosas en su sitio?” Algo más que un artículo es este modesto libro que aporta, con 150 notas a pie de página, la verdad sobre este asunto.

- ¿Cómo cree usted que habría tenido que divulgarse con rigor la noticia de que la copa de Doña Urraca era "supuestamente" la copa de Cristo?

- Únicamente se tenía que haber dicho la verdad: Que según unos pergaminos árabes, al rey Fernando I le habían regalado tal objeto, pero que no había que darles más valor que el que tienen unos textos sin datación científica y que, por el contrario, las crónicas de la época no mencionan nada de ello. Por tanto, podíamos estar ante una fábula o un hecho legendario, propio de aquellos tiempos.

Cáliz de Valencia

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