ERMITA DE SANTIAGO, EN AGÜERO (HUESCA)
miércoles, 30 de abril de 2014
martes, 29 de abril de 2014
Palacio Real de Valencia
Residencia de los Reyes de Aragón en Valencia (hoy desaparecida).
Aquí estuvo algún tiempo el Cáliz, antes de ser trasladado a la Catedral.
domingo, 27 de abril de 2014
EL SANTO CÁLIZ EN LA CATEDRAL DE VALENCIA
En la Catedral, en la parte
superior de la Capilla de la Resurrección, se encuentra el trasaltar, monumento
a la Eucaristía.
En éste, en la puerta del
Sagrario, hay un Cristo Salvador o Cristo Eucarístico, pintura sobre tabla de
Vicente Maçip (Valencia, 1475 – 1545).
Encima de la puerta hay
una Última Cena, óleo sobre lienzo de Luis Planes (Valencia, 1742 – 1821).
sábado, 26 de abril de 2014
EL SANTO CÁLIZ EN LA CATEDRAL DE VALENCIA
La actual
Capilla del Santo Cáliz fue mandada construir por el Obispo Vidal de Blanes
entre los años 1365-1369, para servir de aula capitular y sepultura de obispos
y canónigos. Su arquitecto fue Pere Balaguer.
En ella se
celebraron Cortes del Reino y se dieron clases de Teología.
El retablo de
alabastro es la antigua puerta del coro, obra del siglo XV. Destacan en él los
doce relieves del florentino Giuliano Poggibonsi (discípulo del también
florentino Ghiberti), que son una de las primeras obras del Renacimiento en
España.
En 1916 el Santo
Cáliz fue trasladado a esta Capilla.
viernes, 25 de abril de 2014
EL SANTO CÁLIZ EN LA CATEDRAL DE VALENCIA
En la Catedral,
al fondo de la Sala Capitular, tras un dintel neoclásico, está la Capilla de
las Reliquias, de forma circular, en cuyas paredes se abren tres grandes
armarios que guardan las reliquias de la Seo.
La Catedral de
Valencia tenía un gran tesoro de relicarios, pero muchos de ellos fueron
fundidos en 1812, en Mallorca, a donde habían sido trasladados con la intención
de salvarlos de la rapacidad del ejército francés.
Hubo nuevas
pérdidas en el saqueo de la Catedral que se produjo el 21 de julio de 1936.
Las reliquias
que se salvaron se conservan ahora en relicarios más modestos.
El armario
central custodia los relicarios de mayor valor histórico, pues estuvieron en
las capillas de la corte itinerante de los reyes de Aragón, en Zaragoza, Barcelona
y finalmente en el palacio real de Valencia, desde donde fueron llevadas a la
Catedral en 1437 por orden de Alfonso V el Magnánimo.
El Santo Cáliz estuvo
guardado en el armario central hasta 1916.
En las puertas
de este armario está representada la escena de la entrega del Santo Cáliz a la
Catedral.
La pintura es
obra de Miguel Parra (Valencia, 1780 - Madrid, 1846).
jueves, 24 de abril de 2014
miércoles, 23 de abril de 2014
El Santo Cáliz de Valencia (y XI). José Sanchis
EL SANTO CÁLIZ
DE LA CENA (SANTO GRIAL)
VENERADO EN
VALENCIA (y XI)
José Sanchis y
Sivera
(Canónigo de la
Catedral de Valencia)
Valencia 1914
CAPÍTULO X
Abandono de los
valencianos. —
Lo que debiera
hacerse. —
Una iniciativa
muy factible. —
Honor á la sagrada
reliquia. —
Con sentimiento
consignamos que el santo Cáliz no es venerado en Valencia como se debe. No nos
atreveremos á decir que ello constituya una falta grave en lo que se refiere
á la fe religiosa, pero sí lo es en lo que respecta al amor á nuestras venerandas
tradiciones. Su culto debiera constituir un acto indispensable al sustento de
nuestro espíritu, por ser una fuerza evocadora de grandezas y recuerdos de
otros tiempos. La invariabilidad de los principios y conducta de la Iglesia de
no privar á las antiguas reliquias del culto acostumbrado, mientras no se
pruebe su falsedad con argumentos ciertos y evidentes, parece que sea una
condenación de la indiferencia con que miramos á la sagrada reliquia. Así se
deduce de los decretos de las sagradas Congregaciones de Indulgencias y de
Ritos que ordenan siga dándose culto á las reliquias antiguas.
El obispo de
Acireale propuso á la S. C. de Indulgencias, la siguiente cuestión:
Sunt plures reliquiae in pretiosis argenteis
thecis inclusae, fere in omnibus ecclesiis Dioecesis, etsi pauperrimis, quarum
authenticae non habentur nec notitia habetur eas olim extitisse, nec tempus
cognocitur a quo illae reliquiae possidentur... Magna tamen pietate a populis
coluntur, ita ut nequeat sine scandalo hic cultus prohiberi. Cum igitur
antiquissime sint, ita ut ipsa antiquitas possit constituere argumentum
suficiens ad certitudinem moralem gignendam et apud omnes in maxima semper
fuerint et sint veneratione, opinatur Episcopus orator huiusmodi cultum permitii
posse: ad omnem tamen anxietatem tollendam implorat quoad hoc judicium S. V.
Dicha S.
Congregación, en 20 de enero de 1896, contestó:
Reliquias antiquas conservandas esse in ea veneratione
in qua hactenus fuerunt, nisi in eam particulari certa adsint argumenta eas
falsas veI supposititias esse.
También se
propuso á la S. C. de Ritos la siguiente duda:
An permittenda sit sanctarum reliquiarum
publica expositio venerationi fidelium, de quibus nullum authenticum documentum
in Cathedrali ostenditur, nec inmemorabilis vel saltem ante Concilium
Tridentinum illarum expositio et veneratio probatur in publico?
A lo que
contestó la Congregación en 21 de julio de 1696 en una Augustae Praetoriae n. 1946 ad 4 rep.:
Episcopus utatur jure suo juxta cap. II Trid.
Creemos que en
Valencia no se venera cual se debe la preciosa joya que, en nuestro sentir, es
el don más singular que posee en el orden religioso, único en el mundo.
El Dr. Agustín
Sales demuestra con poderosas razones que en el santo Cáliz, á más de
comulgar el mismo Cristo y los apóstoles, recibió también el sacramento la
santísima Virgen, y, contra el sentir de muchos santos Padres, niega que
participase del banquete sagrado el pérfido Judas. Los argumentos alegados son
dignos de tenerse en cuenta y realzan el mérito de la preciosa alhaja, si es
posible realzarlo más, pero gran honor es también para ella el que posase en
su copa los purísimos labios la Madre del Salvador, y que no fuese profanado
por el desgraciado Judas.
Para guardar el
santo Cáliz, no sería mucho, á ser posible, construir una espléndida
basílica. Por nuestra parte hemos de decir que, cuando postrados ante él lo
admiramos con religioso arrobamiento, pasa por nuestra mente, como fugaz
visión, toda nuestra gloriosa historia. Ante la soberana alhaja oraron
nuestros reyes, nuestros santos, nuestros caudillos, nuestros sabios y nuestros
antepasados, y su contemplación nos evoca los nombres de Martín el Humano, de
Alfonso el Magnánimo, de Juan I, de Fernando el Católico, de Carlos I, de
Felipe III, de San Vicente Ferrer, de San Luis Beltrán, del B. Nicolás Factor,
de Santo Tomás de Villanueva, del B. Juan de Ribera y de otros muchos reyes,
reinas, santos y personajes ilustres.
Hora es ya de
que se restaure el culto que en otro tiempo se daba al santo Cáliz. Creemos
llegado el momento de que todos los fieles que sientan arder en sus venas el
sagrado fuego del amor á su religión y á su patria, deben hacer un esfuerzo para
que despierte su entusiasmo en honor de la sagrada reliquia, restituyéndole la
veneración que la frialdad de los corazones ha dejado casi olvidada. El
esfuerzo no ha de ser grande: bastaría la buena voluntad de unos pocos para
que se la festejase con gran esplendor y reviviese el entusiasmo que los valencianos
sentían en otros tiempos por tan inestimable tesoro. No pretendemos que
resucite aquella admirable procesión que rivalizaba en suntuosidad con la del
Corpus. Nuestras aspiraciones son más modestas y factibles, las que
expondremos con la sinceridad que nos caracteriza, y que no dudamos se
realizarán con la ayuda de aquellas almas piadosas á las que no es
indiferente la magnificencia del culto, el respeto á nuestras seculares
tradiciones y el honor á nuestro suelo.
Existe un precioso
monumento arquitectónico en la Catedral de Valencia, obra del siglo XIV,
conocido con el nombre de Sala Capitular antigua, que se destinó en un
principio á cátedra de teología y enterramiento de prelados y canónigos,
donde se celebraron muchas veces sesiones de Cortes, se custodian hoy
magníficos retratos, la marmórea tumba del arzobispo Ayala, varios cuadros interesantes,
una admirable escultura de Alfonso Cano, un afiligranado retablo de piedra
alabastrina y las cadenas que cerraban el puerto de Marsella cuando la flota
del gran Alfonso V se apoderó de aquella población en 1423.
Pues bien, á
este recinto, adornado con todas las esplendideces del arte y de la historia,
donde se ensancha el ánimo aspirando una saturada atmósfera de religiosidad,
podría trasladarse el santo Cáliz y recibir allí continuo culto.
Para ello sería
indispensable la construcción de un tabernáculo, que se colocaría al pie del
Cristo de Cano. Dentro de dicho tabernáculo se adaptaría la veneranda reliquia,
entre pontentes focos de luz eléctrica, que brillarían detrás de opaca
pantalla, para que convergesen todos los rayos luminosos sobre la admirable
alhaja, ante la cual ardería constantemente una lámpara, como símbolo de la
religiosidad del pueblo valenciano. Todos los viernes del año se expondría á
la veneración de los fieles, durante la misa de las once de la mañana, que
precisamente debía celebrarse en el altar de la adorable reliquia. Los gastos
necesarios para todo esto son tan exiguos, que no dudamos se sufragarían en
seguida por alguna alma piadosa, ó por medio de una suscripción pública que
se abriese para este objeto. Creemos que el Cabildo metropolitano no pondría
obstáculo á esta noble y piadosa iniciativa, la que sin duda sería también
aprobada por la autoridad eclesiástica.
No es presunción
nuestra el augurar que estos desinteresados y piadosos deseos los veremos
realizados. Entonces el fiel devoto podrá contemplar á su placer la Copa
sagrada, y renovar constantemente ante ella el recuerdo de la última Cena del
Salvador, al que verá su espíritu reconcentrado en la profundidad de tristeza
y en la profundidad de ternura que todo Él respiraba, oyendo lo misterioso y
augusto de sus palabras, experimentando el vago sentimiento de la divinidad,
sin que distrajese su misterioso arrobamiento el recuerdo de los siglos que evocan
las enmohecidas piedras del gótico recinto, cuyo melancólico ambiente dispone
á los fieles á elevarse á los cielos. Cuando sean un hecho estos anhelos,
las generaciones que fueron, las almas de nuestros antepasados, que con tanta
devoción veneraron la sagrada reliquia, nos enviarán sus recuerdos, sus
bendiciones y su gratitud, todo lo cual llegará á nuestro corazón con la
misma suavidad que los últimos brillos del sol resbalan y acarician los
pintados vidrios de los afiligranados rosetones góticos de dicha capilla.
Que la devoción
al santo Cáliz aumente entre los valencianos, y sea prenda segura de perfeccionamiento
espiritual y de salvación eterna, es lo que deseamos de todo corazón.
martes, 22 de abril de 2014
El Santo Cáliz de Valencia (X). José Sanchis
EL SANTO CÁLIZ
DE LA CENA (SANTO GRIAL)
VENERADO EN
VALENCIA (X)
José Sanchis y
Sivera
(Canónigo de la
Catedral de Valencia)
Valencia 1914
CAPÍTULO IX
La ciencia
positiva en la historia. —
Práctica de la
Iglesia en lo referente á las reliquias. —
Consecuencias
respecto al santo Cáliz. —
Implícita
aprobación de su culto por las Congregaciones romanas. —
Hemos terminado
el ligero estudio que nos proponíamos hacer acerca del santo Cáliz venerado
en Valencia, al que se atribuye la soberana gloria de haber servido á nuestro
Salvador para instituir el adorable sacramento de la Eucaristía. La decadencia
del sentimiento religioso y las pretensiones de la llamada ciencia positiva han
inducido á la crítica histórica de nuestros tiempos á exigir, para la
demostración de ciertos hechos, documentos que no es posible presentar en lo
que respecta á los orígenes de esta sagrada reliquia. A seguirse este procedimiento
en la comprobación de todos los sucesos que la historia acepta como
indubitables, se habían de desechar en absoluto muchísimos, al menos los que
se hallan testificados solamente por una tradición universal ó nunca interrumpida.
En nuestras investigaciones históricas no desechamos en manera alguna el nuevo
método positivo, antes por el contrario, lo juzgamos de suma transcendencia,
pues viene á cerrar para siempre las puertas de la quimera y del adulteramiento
de la verdad, al impedir la entrada, en el campo de la historia, á las
leyendas é invenciones, más ó menos racionales, que convertían á aquélla
en una novela, en perjuicio de su elevado y verdadero concepto. Sin embargo,
también damos á la tradición, cuando ésta ha sido constante, la importancia
que tiene en la demostración de la veracidad de los hechos y de los objetos.
Tal ha sido
igualmente la práctica de la Iglesia católica en lo que respecta á las
reliquias, empleando siempre gran rigor al exigir las pruebas de su
autenticidad antes de exponerlas á la veneración pública, la que no ha
consentido nunca si racionalmente se ha dudado de ella. No obstante, cuando
tienen en su favor un culto tradicional y secular, juzga que ello es título suficiente
de autenticidad. Siguiendo esta práctica litúrgica, enseñan los doctores
eclesiásticos que el culto público dado por los siglos á una reliquia
antigua, hace presumir la prueba de su verdad, la que vale tanto como el mejor
documento histórico. Muy digno de tenerse en cuenta es lo que dice Mabillón
respecto á ciertas tradiciones tenidas con gran respeto por los pueblos, las
cuales deben admitirse y aprobarse por estar confirmadas por un consentimiento
inmemorial, siempre que no haya autoridad ó testimonio evidente que nos
persuada en contrario. «La presunción de autenticidad está en favor de las
reliquias que gozan de esta ventaja, pues no se hubieran expuesto á la
pública veneración desde un principio, sin haber sido debidamente examinadas,
según lo mandaban los antiguos cánones. Es suficiente el juicio de la
posesión, á menos que no existan razones precisas para dudar, y no motivos
vagos y generales (Revue de l’art
chretienne, año 1893, pág. 456)».
Ahora bien, por
lo que respecta al santo Cáliz, su culto y autenticidad son de tradición tan
antigua que, puede decirse, ha sido continuada desde los apóstoles hasta Sixto
II y martirio de San Lorenzo, siguiendo desde entonces hasta hoy más segura,
inconcusa, bien fundada y solemnemente autorizada. No hay motivo, pues, para
dudar de la verdad de la sagrada reliquia, mientras no se pruebe con claros
argumentos la falsedad. Su tradición se conservó en Roma, con positiva aprobación
de los Papas, por espacio de dos siglos; en Huesca, con la de los obispos,
durante años; en S. Juan de la Peña, con la de sus abades y priores, hasta
fines del siglo XIV, y en Zaragoza y Valencia, con la de los Reyes y prelados,
desde D. Alfonso de Borja, que después fué pontífice con el nombre de
Calixto III, hasta el día de hoy, festejando todos la preciosa alhaja, y
consintiendo, después de examinados los documentos que acreditaban su
autenticidad, que se le diese culto y se considerase como el propio Cáliz en
que consagró el Señor en la noche de la Cena.
Lo que queda
dicho en los capítulos precedentes respecto á la historia del santo Cáliz,
nos mueve al convencimiento de su verdad, con una certeza al menos subjetiva y
moral. Es cierto que, como historiadores, podría titubear nuestra fe en la
sagrada reliquia; pero como creyentes, tenemos tal persuasión acerca de su
verdad, que no titubeamos en proclamarla por todas partes. Lo mismo decimos del
culto que en todo tiempo se le ha tributado, el cual creemos justificadísimo.
Muchas reliquias existen en el mundo que, á pesar de carecer de instrumentos
que atestigüen su autenticidad, están expuestas á la pública veneración de
los fieles con expreso consentimiento de la Iglesia y gran aprovechamiento
espiritual de los pueblos. Menos documentos que el santo Cáliz de Valencia
tiene la sangre de Cristo que se expone en Roma en la Iglesia de San Nicolás in carcere; el sagrado Pesebre que se
guarda en Santa María la Mayor; la mesa de la Cena que se venera en San Juan
de Letrán; la férrea cadena del Príncipe de los apóstoles en San Pedro in vinculis y las muchas reliquias que
se conservan en las Basílicas de la Ciudad Eterna, y, sin embargo, tienen
acatamiento mundial, adoración de todos los fieles é importancia creciente
cada día. Nada diremos tampoco de los clavos de la Pasión, de la Corona de
espinas, de la sagrada Lanza, de la Sábana Santa, etc., de cuyas reliquias se
celebra oficio y misa.
lunes, 21 de abril de 2014
El Santo Cáliz de Valencia (IX). José Sanchis
EL SANTO CÁLIZ
DE LA CENA (SANTO GRIAL)
VENERADO EN
VALENCIA (IX)
José Sanchis y
Sivera
(Canónigo de la
Catedral de Valencia)
Valencia 1914
CAPÍTULO VIII
Notas para una iconografía. —
Un estudio iconográfico
referente al santo Cáliz, también creemos sería de mucho interés para su
historia. Pero como este trabajo requiere mucho tiempo y fortuna en el hallazgo
de materiales, nos limitaremos á consignar las notas que sin grande esfuerzo
han llegado á nuestro poder, y que pueden ser la base para una completa
iconografía sobre tan curiosa materia.
Interminable
sería la lista de los cuadros y pinturas que adornaron ó adornan conventos,
iglesias, museos y particulares pinacotecas, en que se representa el santo
Cáliz que se guarda en la Catedral valentina.
Remontándonos
al siglo XV, debemos hacer mención de la Cena que pintó Martín Torner para
el convento de Santa Clara de Valencia, en la cual estaba davant la Maiestat de Jhuxit lo sant Greal, es decir, la preciosa
alhaja que ya se veneraba entonces. Esta nota, sacada de los archivos, como ya
se ha dicho, nos prueba que en la época medieval ya se representaba el santo
Cáliz en cuadros y pinturas.
En el siglo XVI,
puede decirse que el santo Cáliz formó parte en Valencia de todos los cuadros
que representaban al Salvador ó su Cena, costumbre que se siguió en los
siglos posteriores y continúa hasta hoy, debido sin duda á la gran devoción
que le profesaba el gran Juan de Juanes, que cuando pintaba al divino Jesús
parecía que lo hacía con el espíritu y no con los pinceles. Sería empresa
difícil mencionar todas las pinturas de este artista valenciano en las que
aparece la sagrada reliquia.
Indicaremos
algunas:
Ultima Cena, 1’27x1’91 m., museo del
Prado (Madrid), núm. 755.
Boceto del
anterior cuadro, museo de Valencia, núm. 99.
Ultima Cena, sacristía de la Catedral
de Valencia.
Ultima Cena, parroquia de San Nicolás
de Valencia.
Ultima Cena, en la iglesia del Cristo de
Alcira.
Dos Salvadores, en el museo del Prado,
núms. 767 y 764.
Dos Salvadores, museo de Valencia, núms.
521 y 690.
Salvador, en el sagrario de la parroquia
de San Pedro de Valencia.
Salvador, en la parroquia de San
Nicolás, en la de Santa Cruz, en la de Fuente la Higuera, en la de Sueca, en
la de Jávea, etc., etc.
El insigne
Ribalta también pintó el santo Cáliz en la hermosa Cena que cierra el nicho del altar mayor de la iglesia del
Patriarca, y en la que guarda el museo de Valencia, de 1’10x0’80 m., cuadro señalado
con el número 702.
En la Catedral hay
otra Cena, de Evaristo Muñoz, que
ostenta el santo Cáliz, y un Salvador
en el trasagrario.
En el pasillo de
la sacristía de la referida iglesia del Patriarca, existe un lienzo, de autor
desconocido para nosotros, que representa la preciosa joya colocada encima de
una mesa rodeada de flores.
En la parroquia
de santo Tomás también se venera un Salvador,
obra de Vergara, con el Cáliz de referencia.
Renunciamos á
continuar el relato de las pinturas, porque, como hemos dicho, no es trabajo de
momento, y nuestro objetivo no es otro que el dejar iniciada una labor tan
curiosa y difícil.
Indicaremos
ahora algunos de los grabados que se han hecho, representando el mismo sagrado
objeto.
El grabado más
antiguo que conocemos es un escudo del B. Juan de Ribera, hecho sobre madera,
93x80 mm., en cuyo centro figura el Cáliz con asas, igual al que se custodia
en la Catedral. Dicho escudo hállase en la portada del «Sermón que en festiva demostración del regocijo que el Real Colegio
de Corpus Christi... hizo... en el año 1698 en desagravio del execrable robo
del soberano sacramento de la Eucaristía y en hacimiento de gracias por su
hallazgo dixo el M. R. P. M. J. Juan Bautista Escuder... Con licencia; en
Valencia, por Jaime Bordazar». No sabemos quién pueda ser el autor de este
grabado, pero la circunstancia de hallarse en el folio siguiente un retrato del
fundador del Colegio firmado por Crisóstomo Martínez, el insigne y diestro valenciano, como le nombraban sus
contemporáneos, nos hace sospechar si también sería obra suya el escudo de
referencia.
En el siglo
XVIII, y aun tal vez en el anterior, era muy común una estampa de 178x260 mm.,
propiedad del Cabildo, cuya plancha de cobre conserva todavía en su Archivo.
En esta lámina aparece el Cáliz sobre un fondo adamascado, con esta
inscripción, formando una línea, debajo del pie: Calix Domini nostri Jesu Christi ex lapide precioso Agatha orientali
cornerino. En medio del soporte que con- tiene la sagrada alhaja, se
consigna lo siguiente en seis líneas: Iconica
Effigies sacrosanctum Domini Nostri Jesu Christi Calicem repraesentans, in quo,
ipse venerabile Sanguinis sui Eucharistiae sacramentum in supremae nocte Caenae
sanctissime instituit, qui in Hispaniam a fortissimo Levita S. Laurentio almae
Romanae Ecclesiae Archithesaurario transmissus, hodie in Sancta Metropolitana
Ecclesia Valentina diligentissime asservatur, et religiosisime colitur. No
hemos podido ver ningún ejemplar de esta estampa, la cual fué grabada por
Mariano Gimeno, artista que ya vivía en 1670. En dicha lámina están
estampadas, como firma, las iniciales M. G., que correspondían al nombre del
referido grabador.
El presbítero
Agustín Sales, en la pág. 66 de su Disertación,
tantas veces citada, inserta un grabado del santo Cáliz en madera, que mide 68
milímetros, y como le acompaña una inscripción latina, creemos que está
tomado de una estampa, entonces, en 1736, muy conocida. He aquí dicha
inscripción: Icon Calicis pretiossisimi
in quo Dominus Noster Jesus Christus Sacratissimam Eucharistiam consecravit;
qui Hierosolymis Romam, Oscam dein a S. Laurentio, Panon inde, et
Caesaraugustam transvectus, Valentiam tamdem Aragoniae ab Alfonso V Rege
transmissus, in ejusdem Urbis Metropoli solemni cultu honoratur.
En la preciosa obra
de D. Joaquín Lorenzo Villanueva, Viaje
literario á las iglesias de España, tom. II, pág. 40, se inserta un
bonito grabado del santo Cáliz, en cobre, el que dibujó Fr. Carlos
Hernández, dominico, á instancias del mismo Villanueva. Mide 80 milímetros
de altura.
De otra estampa,
la mejor de todas, en honor del santo Cáliz, hemos de dar cuenta. Mide 325x225
mm. Fué dibujada por el gran pintor Vicente López y grabada en cobre en 1806
por Francisco Jordán, individuo que fué de la Academia de San Carlos. En
dicha estampa, que es propiedad del Cabildo, aparece el Cáliz, cuya copa
rodean cuatro serafines, sobre un pedestal, adornado con espigas de trigo y
racimos de uva, en cuyo frontis está esculpida la Cena. La inscripción que la
acompaña es la siguiente: Calix Domini
Nostri Jesu-Christi ex lapide precioso achate orientali cornerino. Ecce icon
aere ad vivum exculpta sacrosanctum illum Calicem repraesentans, quo Dominum
Nostrum Jesum-Christum in suprema nocte mirabile sui sanguinis sacramentum
instituisse, eumque a fortissimo Levita Sancto Laurentio Roma in Hispaniam
missum, traditione majoram accepimus: qui quidem in sancta Metropolitana
Ecclesia Valentina, cui Rex Alfonsus V dono dedit, el diligentissime
asservatur, et maxima colitur religione.
De la anterior
estampa se ha hecho otra reducida, por medio del fotograbado, 83x25 mm., la que
lleva la siguiente inscripción: «Copia del santo Cáliz en que nuestro Señor
Jesucristo consagró la noche de la Cena. Se conserva en la Catedral de Valencia
por donación de Alfonso V de Aragón en el año 1424 (?)»
También se ha
reproducido en litografía, 100x60 mm., cuya piedra es propiedad del antiguo
establecimiento de Calcografía de D. Nicolás Sanchis.
Otra lámina
representando el Cáliz, con el pedestal que hoy ostenta, se ha hecho en
fotograbado, por la casa Fenollera. Está bastante incorrectamente dibujada, y
mide 95x65 mm.
De otras
muchísimas láminas, reproducidas por el fotograbado en estos últimos años,
especialmente en 1893, con motivo del Primer Congreso Eucarístico celebrado en
Valencia, podíamos hablar, pero todas han sido copia de las anteriores, ó
sacadas de las dos fotografías que de la preciosa reliquia obtuvieron D.
Antonio García y D. José Cabedo.
También sacó
el último de estos artistas un cliché para una de las láminas de nuestra
obra La Catedral de Valencia.
Igualmente se ha
reproducido el santo Cáliz en forma corpórea diferentes veces.
La más antigua
que encontramos se halla en un frontal de plata existente en la Catedral desde
el año 1635: está colocado en el centro, á manera de escudo, dorado al
fuego, por lo que destaca mucho del fondo plateado.
En los bancos de
la misma iglesia metropolitana se ha colocado un relieve de la preciosa
reliquia en el centro del respaldo.
En muchas
iglesias se ha puesto en diferentes partes: en la parroquia de los Santos
Juanes, por ejemplo, figura en la puertecita del sagrario de la capilla de la
comunión y en el frontal de su altar.
Con objeto de
propagar el culto al santo Cáliz se han hecho varias medallas, todas bastante
incorrectas; el troquel de una de ellas, de 25 y 30 mm. cada diámetro, lo
posee José Serratosa. Cuando se celebró el Congreso Eucarístico en 1893 se
hicieron muchas medallas y objetos conmemorativos troquelados. La que sirvió
de premio á los que figuraron en la Exposición Eucarística tiene un
diámetro de 62 milímetros.
Finalmente,
mencionaremos los sellos metálicos y de cautchuc grabados por José Navarro,
que se emplearon en las oficinas de dicho Congreso, y la reproducción en
pequeño de la sagrada joya, que sirvió de premio á una de las composiciones
leídas en el Certamen poético de la referida fiesta eucarística, cuyo
trabajo lo ejecutó el artista valenciano Juan Polo Alagon.
Tales son las
notas que hemos podido recoger sobre iconografía valenciana referente al santo
Cáliz. Mucho celebraríamos que este ligero ensayo sirviera de estímulo á
otros para hacer un trabajo más completo.
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